CARTELERA
La obra de Gabriel Calderón se reestrena este viernes en el Teatro El Galpón. La protagonizan Gabriela Iribarren, María Mendive y Marisa Bentancur
Con casi 30 funciones con entradas agotadas a cuestas, unas tantas en 2020 y otras en febrero de este año, Ana contra la muerte es el último gran hito del teatro uruguayo. Impulsada por el boca a boca y los elogios desbordantes, pero también por el atractivo inherente a la pluma de un dramaturgo como Gabriel Calderón y la presencia de tres actrices destacadas —Gabriela Iribarren, María Mendive, Marisa Bentancur—, la obra trascendió al público objetivo.
Superó el nicho teatral y generó el tipo de fervor que generan, cada tanto, algunas propuestas culturales con porte de trascendental.
Tras ese camino recorrido, Ana contra la muerte vuelve a escena para conquistar a nueva audiencia y, es posible, para darle una nueva oportunidad a espectadores con ansias de reincidir. Se reestrena mañana en el Teatro El Galpón, con más aforo que en sus temporadas anteriores y con el mismo entusiasmo. Tendrá funciones los viernes y sábados a las 21.00 y domingos a las 19.00 hasta el 5 de setiembre; las entradas están en venta a través de Tickantel.
La obra se sale de la línea tradicional del teatro de Calderón, que suele estar cargado de un humor que se expande bajo un manto de intelectualidad y de imaginación. De hecho, se inicia con un diálogo con el público en el que las actrices rompen la cuarta pared para dar un aviso: lo que están a punto de hacer no es una evasión de la realidad ni una fantasía sino, más bien, un golpe. Una piña con intención de knockout.
Es la historia de Ana, una mujer en situación de vulnerabilidad que se empeña en defender la vida de su hijo, víctima de una enfermedad terminal que ya le ha dejado secuelas de lo más serias. Su lucha contra lo inevitable es el corazón de esta puesta en escena que le permite a Iribarren un despliegue en profundidad de todo su talento y experiencia.
La secundan a la altura Mendive y Bentancur, que cumplen diferentes roles a lo largo del relato. Son familia, son personal de la salud, son compañeras y son agresoras, son la justicia. Son el mundo que gira alrededor de esa madre desolada, y todo lo demás es una escenografía que apuesta a la simpleza y la austeridad, más un logrado trabajo de luces y sonido. Entre otras canciones, se incluye una suerte de karaoke de “Me cuesta tanto olvidarte” de la banda Mecano que es un punto álgido de la función.
Más allá de la temática, que se relaciona con una vivencia personal de Calderón que también está a cargo de la dirección, y además de los destaques técnicos y actorales, Ana contra la muerte funciona por las dinámicas que plantea su texto. La obra transita, y lleva al espectador de la mano, por un camino sinuoso de emociones que tienen que ver con la angustia, la felicidad, la añoranza, la dulzura y la furia y así.
“Antes de terminar la obra les dije a las actrices que quería hacer esto con ellas y que si me daban el sí, la terminaba”, decía Calderón a El País en 2020, en referencia a la creación de esta obra. “Si no la dejaba, porque no soy un escritor, soy dramaturgo. Lo que es parecido, pero no es lo mismo”.
Este año, Iribarren declaraba: “Ana contra la muerte es un fenómeno y la rapidez con la que se agotan las entradas habla de ese furor, que es contado con los dedos en la carrera de cualquier artista”. Y agregaba al respecto: “Trasciende el exitismo, el elogio. Y vivir eso en el teatro es un privilegio, más en tiempos pandémicos”.