Artista uruguaya está nominada a premio del teatro off español y cantará boleros en retiro yogui en Finlandia

Lucía Trentini atraviesa su mejor momento: viene de agotar funciones en Helsinki, "Elektra", obra que escribió y protagoniza, está ternada a los premios Godoff, y en agosto la presentará en Uruguay.

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Lucía Trentini y Gloria Albalate interpretando "Elektra".
Lucía Trentini y Gloria Albalate interpretando "Elektra".
Foto: Fernando Rocca

En 2018 encontró a Lucía Trentini yendo y viniendo de España para presentar No daré hijos, daré versos, la aclamada obra de
Marianella Morena que obtuvo el Premio Florencio a Mejor Obra de autor nacional en 2014 y recorrió el mundo. En esas escapadas, la artista uruguaya puso el ojo en Madrid por ser una ciudad muy amigable. Encontró en la posibilidad de cursar un máster en Comunicación Teatral la excusa ideal para mudarse a Europa y animarse a cumplir un sueño que tenía atragantado desde la niñez: salir al mundo para vivir una experiencia enriquecedora y desacomodar el cuerpo, algo que le apasiona.

Pasaron seis años y consiguió mucho más de lo que fue a buscar. En marzo de 2024 la rompió en Finlandia con Metsä Furiosa: agotó entradas y la crítica la agasajó.

“A priori tenía mucha incertidumbre de cómo iba a funcionar, y no me esperaba esa respuesta del público: fue increíble cómo entraron en la ficción y viajaron con nosotros”, asegura a El País desde Madrid Trentini sobre este musical de perfil ecológico que aborda el avance de las plantas de celulosa en Uruguay.

En Helsinki también se dio el lujo de cantar boleros y tangos en bares y casas junto a Javier Sánchez, contrabajista español que reside en Finlandia. Y al retornar a España para reponer Elektra en una sala alternativa la sorprendió un correo electrónico que anunciaba que esta obra que escribió, dirige y coprotagoniza junto a la española Gloria Albalate era una de las tres finalistas de los Godoff, una categoría de los Premios Godot que busca visibilizar la escena off madrileña.

“No tenía idea de los premios y no me había inscripto. Fue una decisión del jurado. Me llegó un mail avisándome y me conmovió el reconocimiento. Elektra resuena, está en la boca de la gente, se comenta que está bien: que haya personas aprobando la obra es lo que más satisfacción me da, más allá del premio”, asegura.

La distinción, además, cae justo en el mejor momento de esta opereta para cocina inspirada en la tragedia de Eurípides (ver recuadro).

En junio tendrá un lugar en la cartelera del Fernán Gómez y será la primera vez que Trentini exhiba en un teatro público madrileño. En agosto harán tres funciones en el Festival Internacional de Artes Escénicas (FIDAE) -una en Montevideo y dos en Paysandú- y cumplirá con el anhelo de representar Elektra en su país. El broche de oro será presentarla en el Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz, este octubre.

Revisitar el mito

Elektra cuestiona una mitología que Trentini considera misógina. El punto de partida fue trabajar los vínculos entre madre e hija para dar una vuelta de tuerca a la historia original: se preguntó por qué esta hija tiene que matar a su madre para vengar a su padre. Esta Elektra contemporánea encarnada por Trentini tiene 37 años, no sabe cocinar, no se puede independizar y vive con su madre que está harta de sus quejas. “El planteo escénico es en una cocina porque es el lugar que se le atribuyó toda la vida a la mujer para estar. Están ahí porque quieren preparar un pastel para el cumpleaños de Elektra y tratan de reconciliarse”, explica.

Torbellino

Lucía Trentini también canta y toca la guitarra en la obra "Metsä Furiosa"
Lucía Trentini también canta y toca la guitarra en la obra "Metsä Furiosa"
Foto: Tuomo Manninen

La inquieta Lucía Trentini está de parabienes: le llueven proyectos e invitaciones y ella feliz de poder seguir manteniendo vivo “el fueguito” del arte independiente.

El 10 de junio se vestirá de gala para decir presente en el Palacio de la Prensa de Madrid y disfrutar de la tercera edición de los Premios Godot. Irá junto a Gloria Albalate y Bibiana Cabral, responsable del espacio escénico de Elektra.

“Nos divierte ir a la ceremonia, encontrarnos con colegas y agradecer”, asegura. El galardón para la multifacética artista es ser reconocidos y mencionados: “Son señales de que estamos haciendo las cosas bien y disfrutando de lo que es al fin el teatro, un camino súper largo, arduo pero igual de bonito”, reflexiona.

Por estos días anda de un lado para el otro porque el 23 de junio estrena Desobediente María en el festival Clásicos de Alcalá, en la comunidad madrileña Alcalá de Henares.

“Estoy ensayando este proyecto de Marianella Morena que trata sobre la vida de la española María Pacheco que tuvo un perfil histórico en la lucha de las comunidades en el 1500. Y además estoy encargada de la música”, cuenta.

En julio volverá a darse una vuelta por Helsinki para repetir estos conciertos de boleros y tangos junto a Javier Sánchez en bares y casas.

“El formato es un anfitrión que recibe a gente en su hogar y se hace un concierto. Son casas muy grandes, va gente que se conoce y se llega a un público muy íntimo. Hicimos dos antes y había consignas: llevar un vino blanco e ir de traje. Fue espectacular”, rememora.

Y revela que en una de esas instancias conocieron a un señor que organiza un retiro de yoga en la isla Kadermo y los invitó para que se encarguen de cerrar esas místicas jornadas con su arte.

“A la gente le gusta escuchar hablar nuestro idioma, la manera de interpretar y la pasión que hay en esas canciones es algo muy seductor”, dice sobre el encanto que estas melodías despiertan en los finlandeses.

En agosto viajará a Uruguay para presentar Elektra en el FIDAE y su plan es hacer un par de conciertos y algunas autoresidencias artísticas en Durazno, su ciudad natal, para probar algunas ideas.

Luego se tomará un avión rumbo a Colombia y llevará su emblemática Música de fiambrería a una muestra alternativa de teatro en Cali. Este unipersonal que le valió el Florencio Revelación en 2014 por su actuación y dramaturgia está entre sus creaciones sagradas: “Es un caballito de batalla que guardo siempre en una mochila”, describe.

Su plan es mantener su hogar en Madrid y armar proyectos en Uruguay. En España todo se dio de forma inesperada. Unos colegas la vieron actuar en Música de fiambrería, la invitaron a hacer asistencias de dirección para el centro dramático y se abrieron mil puertas. “En un momento estás atado de pies y manos de compromisos que te gustan”, dice. Superó una pandemia en un país ajeno y eso la aferró a vínculos como Gloria, su compañera de Elektra, que fue su sostén. “No tenía un plan y nunca lo tengo. Siempre tengo ideas, sueños, intenciones y después es fluir con la vida”, concluye.

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