AGENDA CULTURAL
Este martes se estrena la propuesta que une a la Kompañía Romanelli y a la Orquesta Juvenil del Sodre en un espectáculo de marionetas y música sinfónica
"Para esta experiencia vamos a tener que despertar nuestros sentidos”, sugiere un hombre de mirada penetrante y voz calma. Sostiene una rosa gigante y carga con una mochila repleta de flores. “La vista, el oído y el olfato van a ser nuestros aliados”, exclama mientras se pasea por el escenario. De inmediato, un aroma mentolado inunda cada rincón de la sala.
El efecto es certero. Así lo demuestra el grupo de alumnos de la Escuela Portugal que está repartido en las butacas. Algunos sonríen, otros se dan pequeños codazos y a uno se le escapa un inocente: “¿Sentís?”, que enseguida será acallado por una maestra nerviosa. Para cuando la Orquesta Juvenil del Sodre se lanza a interpretar una danza medieval, la atención del joven público es completa. Y eso que aún no aparecieron las marionetas de colores.
“Salimos a avasallar, a despeinarlos”, dirá unas horas más tarde Martín López, uno de los miembros de Kompañía Romanelli, encargada del espectáculo Bosque. “Después de la pandemia, esto es como un grito. Más allá de la intención poética y lúdica, esto es violencia creativa en el buen sentido: el de atravesarlos a todos”.
Y en el primer avance de la propuesta que se estrena hoy en el Auditorio Nacional del Sodre y que continuará hasta el sábado, uno percibe esa intención enseguida. Bosque se alimenta de todos los elementos que sean necesarios para atrapar a su público.
La orquesta acentúa cada movimiento e intención de los protagonistas, mientras que los aromas y las proyecciones sumergen al público en la escena. Además, unas marionetas que danzan y juegan con delicadeza dentro de un domo gigante le aportan el tinte fantástico a esta historia.
“El año que viene se cumplen 30 años de que estoy en esto y creo que este va a ser nuestro mejor trabajo hasta el momento”, asegura López. Y su entusiasmo mientras da más detalles del espectáculo reafirma su idea. Para no arruinar todas las sorpresas, solo adelanta dos: “Las animaciones van a tener ocho metros de altura y en un momento va a haber una catarata cayendo sobre una orquesta. También tenemos una marioneta de cinco metros que empieza a volar mientras las pulseras empiezan a latir”.
Pero más allá de la propuesta multisensorial, la verdadera apuesta está en el contenido. Bosque es, como lo presenta la Kompañía Romanelli, “un poético alegato ecológico”. Es una invitación a adentrarse en un bosque virtual en el que viven los kodamas, unos espíritus amigables que protegen el lugar. Y un guardabosques —ese hombre que sostiene una rosa gigante— acompaña al público en esa misión. Pero la fauna fantástica es variada: en ese paseo aparecen los omes, una pequeña especie que protege arbustos y pastizales; y los aokis, los amistosos gigantes que habitan las zonas más profundas del lugar.
Mientras la Orquesta Juvenil del Sodre musicaliza la escena con una selección de valses, danzas medievales y folclóricas, el público descubre a los kodamas en su hábitat natural. Vuelan, juegan y comen mientras sin saber que todo un teatro los observa. Sin embargo, el lado más oscuro de la irrupción humana rompe la armonía.
“Más allá de presentar las escenas, el guardabosques va bajando un poco de línea”, explica López. “En una escena se ve al bosque arrasado y se proyectan árboles incendiados. El personaje cuestiona que dejemos morir al bosque, porque los humanos y el bosque son la misma cosa; estamos tan íntimamente ligados que si el bosque enferma, nosotros también”, agrega.
Todo tiene un sentido: “Realmente creemos que todo lo que pasa es por habernos alejado del respeto por el lugar donde vivimos. Por eso queremos invitar a la reflexión de los niños”.
Bosque se podrá ver hasta el sábado y tendrá distintos horarios. Hasta el jueves se presentará solo a las 17.30, el viernes y el sábado se le agregará una función a las 20.00, y el sábado lo se podrá ver a las 15.00 y las 17.30. Las entradas se consiguen en Tickantel y los precios van de 90 a 585 pesos; ya hay varios sectores agotados.
“Queremos que la familia salga de la sala sonriendo y en un estado de ensoñación y de afecto”, propone López sobre la propuesta que tendrá un final luminoso. “Siempre buscamos generar una experiencia bonita para el niño y los padres; fantaseamos con la idea de que pasen las horas y todavía se acuerden de lo que vieron. Y si conseguimos eso, entonces ya lo conseguimos todo”.