ENTREVISTA

Rodrigo Noya, el actor que empezó de niño, pasó por "El marginal", filmó en Uruguay y llega al Teatro Metro

Noya también habla de su paso por el reality "El hotel de los famosos" y su rol en "Un plan perfecto", donde comparte elenco con Pedro Alfonso y Paula Chaves.

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Rodrigo Noya
Rodrigo Noya
Foto: Instagram @rodrinoya

Por Nicolás Lauber
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Es un actor al que vimos crecer frente a nuestras narices, y por eso sorprende que ya hayan pasado 23 años de Agrandadytos, el programa que lanzó a la fama a Rodrigo Noya. Ahora, adulto, el intérprete regresa a Montevideo con la comedia Un plan perfecto que protagoniza junto a Pedro Alfonso, Paula Chaves, Pachu Peña y Romina Gaetani, y que tendrá funciones del 28 al 30 de abril en Teatro Metro.

Por el ritmo en el que se han vendido las entradas, sumaron más fechas, del 5 al 7 de mayo; hay en RedTickets.

“Siempre es lindo venir para Uruguay”, dice a El País Noya, quien además de venir con obras de teatro grabó una película en Minas, El asistente, que ya está disponible en Star+.

“Siempre comparo a Uruguay con el interior de Argentina. Yo soy de Chascomús, un pueblo cerca de la capital, y tiene el mismo estilo de vida, con varios cambios menos que lo que es Buenos Aires donde la gente está estresada para todos lados. Con Pedro (Alfonso) siempre decimos que venir acá es sentir la gente más cálida”, dice, “así que lo disfrutamos mucho”.

Agrandadytos
Rodrigo Noya en "Agrandadytos". Foto: Archivo

—Cuando la gente se te acerca, ¿siguen hablando de Agrandadytos?
—Sí, pero es parte de mi carrera. Uno intenta, de algún modo, tratar de salir de eso pero por una cuestión profesional, para mostrarse haciendo otras cosas, pero no reniego de Agrandadytos. Fue superimportante, me abrió un montón de puertas, y que la gente todavía lo recuerde es hermoso.

—¿Costó el cambio de niño actor a joven o adulto?
—Sí. Es lógica pura porque la gente se acostumbra a verte en un rol, o de una manera, y salir de eso cuesta. Por eso uno intenta, desde el lado profesional, salir y mostrarse haciendo otras cosas aunque haga ruido.

—¿Lo decís por El marginal?
—Sí. Fue una lección intentar hacer un personaje así, y la productora me pidió que audicionara. Era un desafío y una apuesta, porque las primeras repercusiones que tuvo cuando salió el personaje (Nicolás “Oaki” Olmos, un presidiario) fue como que no daba, porque hay una imagen que queda estereotipada que te encasilla en un lugar. Y es difícil salir. Más arrancando de chico. Y llegás a una edad bisagra en la que, o demostrás que podés seguir laburando de esto, o te quedás enganchado con esa imagen y no te la sacás más. Es parte también de esta profesión que es así.

Rodrigo Noya en la serie "El Marginal".
Rodrigo Noya en la serie "El Marginal".
Foto: Difusión

—El año pasado estuviste en el reality El hotel de los famosos (que hoy termina su segunda temporada), y si bien empezaste bien, te fuiste enojando. Al menos así se vio.
—Es lo que tienen los realities, potencian las emociones a un nivel que, el que lo ve de afuera, dice: “qué le pasa a este”. Pero cuando lo vivís ahí, es todo natural. Para mí eran naturales las reacciones que estábamos teniendo todos. Te reís, llorás, te enojás por demás porque juegan con eso, con la ansiedad y un montón de factores que mentalmente estás acostumbrado a manejar de otra manera, y ahí te los ponen a prueba todos juntos. En el Bailando me pasaba lo mismo. Si bien ahí no había un aislamiento, te juega la cabeza un montón porque entrenás cuatro o cinco horas por día, aprendés cosas que para el que no bailó nunca no sabe, te vas a dormir pensando en los pasos, no te relaja la mente y cuando llega el momento del baile te dicen: “no me gustó cuando hiciste tal cosa”. Eso te mata porque estás toda la semana y me venís a decir que no, y te calentás. El que se mete en algo así ya sabe de antemano que se juega con tu cabeza.

—Sos padre, ¿permitirías que tu hijo trabaje en los medios a la edad en que vos lo hiciste?
—Permitirlo, sí. Yo era muy chico cuando sucedió todo y se fue dando de una manera en la que no sufrí, no me sentí expuesto ni presionado a hacer nada. A veces ves que la carrera de los niños son los sueños frustrados de los padres que explotan a los nenes, y ves que a ellos no les gusta, que se sienten mal, quieren estar haciendo otra cosa porque son niños. Tenés que cuidar esa parte, y a mí se me cuidaba mucho para que siguiera con mi vida, no tuviera esa mochila de tener que estar trabajando o hacer algo que no me gustaba, o simplemente no tenía ganas. Yo disfrutaba mucho, mis padres veían que disfrutaba estando delante de una cámara o de leer un guion. Por eso, tendría que ver todo eso en mi hijo, y si lo veo y no se siente presionado a tener que hacer algo así, lo acompañaría. Lo que no hay que olvidarse es de que son niños. Mis padres me dejaban elegir qué hacer en tanto y cuanto no perjudicara mi psiquis de niño. En eso fueron muy prolijos.

—¿Y sentís que valió la pena?
—Sí. Hubo un montón de veces que estaba cansado y todo, pero entiendo que mis papás también veían un futuro y hoy se los agradezco. Nos cuidaron lo suficiente como para que hoy no tenga un estrés y querer largar todo esto. Al contrario, siento que hicieron que cada vez ame más esta profesión. Así que re valió la pena.

Ahora te trae a Uruguay la obra Un plan perfecto. ¿Cuál es la historia de tu personaje?
—Se llama Aníbal. La obra es de un artista plástico que tiene un cuadro en su casa y hay dos parejas de ladrones que se meten a intentar recuperarlo, porque no es de Pachu. Unos son Paula y Pedro, y la otra pareja somos Romina y yo. El conflicto entra cuando las dos coincidimos tratando de recuperar el cuadro al mismo tiempo.

Rodrigo Noya junto a Pedro Alfonso y Paula Chaves en la obra "Un plan perfecto".
Rodrigo Noya junto a Pedro Alfonso y Paula Chaves en la obra "Un plan perfecto".
Foto: Difusión

—¿Cuándo entendiste que tenías facilidad para la comedia?
—He ido aprendiendo. Aprendí mucho de la gente con la que he ido trabajando. La comedia es un rubro que te da una satisfacción cuando ves que eso que preparaste, físico o de texto, funciona en la gente. Un plan perfecto es la tercera obra que hago con Pedro y tiene mucho de clown, de vodevil, y lo disfruto un montón. También aprendí muchísimo, porque antes estaba Fredy Villareal y ahora Pachu Peña, son gente que al humor lo saben manejar. Compartís el escenario con Pachu y si no aprendés ahí a hacer humor, no aprendés. Es muy satisfactorio trabajar con gente que podés mirar y aprender un montón. Amo hacer comedia, lo disfruto muchísimo.

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