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Dalia Gutmann: “Me gusta que la gente se ría, me hace sentir viva y sentirme viva me importa un montón”

La comediante argentina Dalia Gutmann regresa a Uruguay para presentarse en la Sala Teatro del Movie con su unipersonal "Tengo cosas para hacer". Antes conversó con El País sobre el humor, su recorrido y lo que le pasa con Drexler.

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Dalia Gutmann en "Tengo cosas para hacer".
Dalia Gutmann en "Tengo cosas para hacer".
Foto: Fiorella Romay.

Era chica y estaba en un campamento cuando descubrió el “superpoder” de hacer reír a sus compañeras de carpa; hicieron tanto barullo que las retaron. Y si bien Dalia Gutmann es una de las comediantes argentinas más conocidas, tuvo una carrera como locutora antes de dar sus primeros pasos en el humor y llegar a Uruguay con sus unipersonales Cosa de minas y Tengo cosas para hacer, con el que ahora regresa a Montevideo , este sábado al Teatro Movie; entradas por la web del Movie a 1.600 pesos.
 

“En realidad soy locutora”, comenta Gutmann por teléfono mientras saca a pasear a su perro. “Laburaba de periodista y me daba cuenta que había, no sé si una torpeza o qué, que hacía que la gente se riera; aunque no lo hacía para eso”.

Cuando de grande encontró el stand up, —"porque cuando era chica no existía", explica— pensó que eso era para ella. "Si me lo tomo en serio tal vez puedo vivir de esto”, se dijo. Lo cumplió, y desde 2009 ha realizado más de 1500 presentaciones en Argentina, Ecuador, Colombia, Perú, Chile, España y Uruguay. En octubre se va a Miami para hacer dos funciones de Tengo cosas para hacer.

 

Madre de dos y pareja de Sebastián Wainraich, Gutmann ha trabajado en radio, televisión (condujo La culpa es de Colón: edición mujeres para Comedy Central) y cine; publicó tres libros y dice que no sabe cocinar. Pero sabe lo que más quiere: “Me gusta que la gente se ría. Me hace sentir viva y sentirme viva me importa un montón”, afirma en su biografía.

 

Dalia Gutmann.
Dalia Gutmann.
Foto: Alejandra López.

Se define como una “socióloga trucha, totalmente primitiva y sin ningún fundamento científico”, ya que el disparador para sus espectáculos son las cosas que piensa y le pasan a diario. “No sé si tengo facilidad para la comedia; sí siento que trabajo mucho, que soy una persona que prueba si ir por un lado o el otro; soy más de darme la cabeza contra la pared que de tener facilidad para algo, porque a todo le pongo mucho esfuerzo”.

 

Tengo cosas para hacer lo estrenó en 2021 y ya lo ha traído a Montevideo, aunque siempre se le modifican cosas. “Es un show muy a mi estilo, va cambiando un montón y pasa de todo: un poco de stand up, pero también es muy teatral, tiene escenografía, luces, vestuario, hay pantallas, aparecen personas y pasan situaciones inesperada. Es una experiencia que es difícil de explicar, pero divertida de vivir”, comenta.

 

Más allá de los cambios que puedan realizarse, el eje central es lo distinto que se ha vuelto el mundo. “Los que venimos de otros siglos sabemos que si querías ver una película tenías que ir al videoclub, alquilarla y devolverla; había un orden que desapareció, y como que todo se puede hacer en cualquier momento. En definitiva es un show de humor que intenta que la gente se divierta y se vaya sintiendo más aliviada: no es solo reírse, también es sentirse acompañado. A mí me gusta cuando me dan esa devolución del show, me hacen sentir que no estoy sola en todo lo que me pasa”, cuenta Gutmann.

 

Dalia Gutmann.
Dalia Gutmann.
Foto: Alejandra López.

—El disparador, como siempre, son tus vivencias, exagerando un poco lo que te pasa normalmente.

—No sé si exagerando mucho (se ríe). Me preocupa que a veces la gente viene y me dice: “Me divertí mucho, me sentí identificado con todo”, y no sé si es tan divertido que se identifiquen tanto. Pero me pasa con el humor que encontré una manera de drenar todas esas cosas que no sé bien cómo resolverlas y hay algo de este show que tiene que ver con estos tiempos que nos toca vivir a todos. Se aceleró y enloqueció todo: uno puede comprar un lavarropas a las cuatro de la mañana. Es humor sobre la forma en que estamos viviendo.

 
—Si bien sueles abordar cuestiones “femeninas”, hablás de cosas que le pasan a todos.

—Por ser mujer hablo de cosas que nos suelen pasar más a las mujeres, pero sí, los tiempos han cambiado. Y los hombres la pasan muy bien cuando vienen porque todavía hoy hay prejuicios de la humorista femenina. Pero si vienen, sienten que fueron parte. A veces los hombres tienen miedo de sentirse criticados, pero mi humor pasa por otro lado y se van sintiéndose identificados y además se llevan data del mundo de las mujeres que no sabían, para armar mejor el rompecabezas y entendernos un poco más.

 
—Estás en pareja con Sebastián Wainraich, o sea que el humor no puede faltar en esa casa.

—Es un poco como todas las parejas, pasamos por todos los estados. Sí aprendo mucho de él porque es mucho más “concretador”, yo doy muchas vueltas; y veo en él como en otras personas que admiro, una capacidad de concretar las cosas. Pero a nivel humor me parece que hay otras parejas que se divierten más que nosotros, debo confesar. También me pasa que cuando me preguntan “cómo es vivir con un comediante”, no sé. No viví con arquitectos, no sé cómo será la vida, es un enigma, tendría que volver a vivir para saber cómo es.

—Estuviste de invitada en "La noche perfecta", el programa de Wainraich, donde hablaste de tus permitidos y entre ellos estaba Jorge Drexler. ¿De dónde viene ese amorío por el uruguayo?

—Es de toda la vida. Previo a entrar en el mundo de la comedia trabajaba como periodista y me tocó hacerle una nota; él recién empezaba, sería 2000 o 2001, y me enamoré. Me acuerdo de que tuve que ir a un hotel en la tarde y le dije que me gustaban mucho sus canciones. Igual, yo jodo mucho con todo eso porque soy muy limpia. Me parece que si uno está un poco sucio no lo hace. Yo jodo porque todo es de la boca para afuera. Pero si Jorge Drexler me da bola, voy a tener que excederme. Igual Seba creo que me entendería porque Drexler es un crack total, tiene unas canciones tremendamente lindas.

 
—A Montevideo has venido mucho y desde hace tiempo. ¿Hay planes de hacer una gira por el interior?

—Siempre fui a Montevideo, todavía no logré ir a otros lugares de Uruguay, no se me dio. Tengo muchas ganas de hacer alguna temporada en verano, en Punta del Este o alguna de esas zonas; y no me olvido más de Uruguay porque fue la primera vez que, en mi vida, me aplaudieron de pie al terminar un show. Es que el uruguayo tiene una cosa de mucho respeto por el que se sube al escenario; nosotros somos más desprolijos. Por suerte hace muchos años que voy a Uruguay, aunque hacía bastante que no iba. Me preguntaban en redes por alguna función en Montevideo y se dio ahora, así que estoy contenta de volver.

—¿Tenés alguna cábala antes de salir al escenario?

—Como soy muy dispersa, trato de, por lo menos en los minutos antes del show, no hacer demasiado. Esa sería la cábala, estar como concentrada en lo que tengo que hacer. Pero no sé si llamarlo cábala. Pero es como el único momento en el que me voy a encontrar más pasada, no quiero hablar mucho con nadie.

 

—¿Ahí te convertís en una antiDalia Gutmann?

—Claro, digo que "no". Es que tengo que focalizarme porque el show, básicamente, habla de dos temas: el quilombo que es hoy en día poder focalizar en algo con tantas distracciones, y lo difícil que es vivir el presente, porque uno tiene tantas cosas que a veces nos cuesta estar en un lugar plenamente concentrado con todo lo que estamos haciendo. Entonces, el show también es un momento donde antes de salir a escena trato de que nada me distraiga y estar focalizada para todo lo que tengo que hacer. Es un unipersonal, tengo que poder llevarlo adelante con total concentración, así que sí, es el único momento en la vida en el que bajo un cambio y trato de concentrarme.

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