Franklin Rodríguez actuaba en teatro, formaba parte del elenco en Plop!, y tenía algunos libros publicados cuando escribió su primera obra de teatro. Arroz con leche me quiero divorciar se estrenó en 1997 con la dirección de Mary da Cuña, y si bien no era un éxito, su nombre había conseguido llamar la atención. Fue entonces que recibió la llamada del director Bernardo Galli, quien le pidió que escribiera una obra que tenga que ver con mujeres.
A Rodríguez le gustó la idea, pero quiso reunirse con las actrices que iban a trabajar en la obra para escuchar sus anécdotas, y así explotarlas en la comedia. “Es un mundo que conocía poco”, recuerda Rodríguez, quien había comenzado a estudiar teatro en el Cerro primero y luego en la EMAD para conocer chicas.
Se reunió con Gabriela Iribarren, Mariana Trujillo y Daniela Corbo, y vino mediante, comenzaron a charlar sobre el sentir y hablar femenino. “Me contaron historias, me empapé de las situaciones personales que contaban con humor como mujeres, y de lo patético que a veces son los hombres”, comenta.
“Pensaba ¿qué hay debajo de la pollera?, ¿qué más hay aparte del sexo?, y lo que surgió fue la humanidad, la vida, cosas que los hombres solemos pasar por alto. De ahí parte la obra, desde debajo de las polleras”, relata. La escribió en tiempo récord: tres noches. “Al tercer día le llevé la obra al director, él llamó a Mario Ferreira y junto a las tres actrices hicieron la obra”.
La obra se estrenó en 1998 y tuvo una aceptación instantánea. “Fue un éxito desde que arrancó, una locura. Eran funciones viernes, sábados y domingos, y estuvo en cartel en Teatro del Centro por nueve años consecutivos”.
La trama se centra en tres mujeres muy distintas, pero con algo en común: están muy solas. Son una creativa publicitaria, una psicóloga y una secretaria, quienes hablan de su relación con los hombres: ex maridos, novios, amantes, futuras conquistas y hasta los de fantasía.
Rodríguez no esperaba que le fuera a ir tan bien. A la salida del estreno, Mario Morgan le dijo que tenía para cuatro años. “Al final estuvo el doble en cartel. No esperé ese éxito y fue una sorpresa absoluta”, dice.
En Teatro del Centro se hicieron 490 funciones que convocaron a más de 20.000 personas. También se presentó en El Galpón dirigida por Jorge Denevi y protagonizada por Julieta Denevi, Paola Bianco, Emilia Díaz y Maxi de la Cruz, y se hizo otra con Virgina Ramos, Laura Barboza, Silvana Grucci y el propio Rodríguez, en Espacio Teatro.
Y el éxito traspasó fronteras. En Barcelona se hizo una versión en catalán. Rodríguez fue al estreno y recuerda que no entendía nada, “pero la gente se reía con lo que había escrito”. También se hizo en Madrid, en calle Corrientes de Buenos Aires, en Córdoba, Mar del Plata, Santa Fe y Carlos Paz. “Después se me fue de las manos” dice. Fue presentada en México, Asunción del Paraguay y Chile.
“Fue un momento mágico del teatro”, asegura. “Funcionó muy bien esa obra y después fue difícil emular algo parecido, pero te quedás con lo que hiciste. Incluso cuando no esté en este mundo se va a seguir haciendo porque es una comedia que la gente recuerda”.
Monedita de oro.
Si bien Franklin Rodríguez había actuado en varias obras, logró notoriedad como dramaturgo. “En este país cuando sos exitoso, te llaman todos para que escribas. Era el muchacho del momento. En 1998 llegué a tener cinco obras en cartel al mismo tiempo. Había 30 teatros, y cinco obras mías, una locura”, comenta. “Cuando te va bien todos quieren que te vaya bien en todo, pero desgraciadamente no tenés la máquina para ganar siempre. Tocó con Polleras, y fue esa”.
Aunque esa comedia logró una respuesta: Debajo de los pantalones. “La escribí con Carlos De Matteis, autor argentino que vive en España, y era una respuesta a esa acusación de las mujeres. Terminó siendo una obra de tres tipos bastante crueles y perturbados que no ayudaban mucho al género masculino. Hasta el año pasado la hice en El Sitio Cultural, pero no tuvo el andamiaje que logró Polleras”.
Era una respuesta y una apuesta comercial ya que ambas obras estanan en la cartelera. “Cuando se estrenó Pantalones, pasó lo que tenía que pasar: era interesante, la gente decía vamos a ver la otra versión, y se retroalimentaban. En ese momento fue un golazo. Pero después Polleras siguió de largo y Pantalones bajó porque no era la locura que quedaba gente afuera. Fue como de otro país lo que pasó”.