ESTRENO
La directora y autora argentina Paola Lusardi charló con El País sobre "Ojalá las paredes gritaran", la obra que se verá en Montevideo desde este jueves
Paola Lusardi acababa de mudarse al barrio porteño de Colegiales, a la casona antigua que compró y reconstruyó, cuando la visitó un director de teatro que después de recorrer las escaleras y los rincones, de observar la cocina y la araña que colgaba del techo, le dijo: “Tu casa es muy shakesperiana”.
No sabía, Lusardi, que meses después ese mismo espacio físico sería el primer escenario de Ojalá las paredes gritaran, su ópera prima como directora y con la que ahora llega al Teatro Solís. El recorrido fue así: de agotar entradas en la intimidad de un living al circuito teatral, la calle Corrientes, los festivales internacionales y ahora, a la más importante de las salas montevideanas.
Con montaje y elenco uruguayo, estrenará este jueves a las 21.00 y tendrá funciones hasta el domingo 27. La protagonizan Damián Lomba, Álvaro Armand Ugón, Gustavo Antúnez, Carla Moscatelli, Fiorella Bottaioli y Martín Pisano (*); hay entradas a la venta en Tickantel.
Ojalá las paredes gritaran es una relectura del Hamlet de Shakespeare, atravesada por la terapia y el Ensayo clínico sobre Hamlet de Lacan. Muestra a un Hamlet adolescente, en duelo por la muerte de su padre y con esa relación compleja entre su madre y su tío. El dilema del reinado de Dinamarca del texto original echa raíces en una empresa familiar. Hay trap, electrónica y cierto aura millennial.
“El material es sumamente biográfico, entonces tiene mucho sentido”, cuenta la directora y dramaturga en charla con El País. “Es un vínculo muy personal, y lo estrené en mi casa por una necesidad de no responder a un sistema de producción, de tener independencia. Siempre me peleé mucho con las reglas, con las maestras, con los docentes. Con los mandatos”.
El plan, cuando Hamlet se le apareció como proyecto, era desacralizar un clásico. Algo de esa postura aplica también al Solís. “Cuando entré al escenario dije: ‘Esto es un barrio’”, bromea Lusardi, que lleva un mes instalada en el pintoresco hotel que queda justo frente al teatro. “Un poco lo que me pasa con Shakespeare me pasa con el Solís. Lo siento como un paso más en el proyecto, no como el gran paso. Lo que me interesa, sobre todo, es que esto esté sucediendo en Uruguay, que interpele a más gente. Interpela mucho a los jóvenes, y eso es lo que más satisfacción me da”.
Lusardi, que prepara otro estreno para este año y que tiene en trámite la residencia uruguaya —“Una ciudad que tiene playa es de una generosidad tremenda”, dice sobre Montevideo— llegó a a la dirección de teatro después de trabajar como directora de casting por una década.
Era, laboralmente, una mujer de televisión (estuvo en proyectos como Mujeres asesinas, Epitafios y Amas de casa desesperadas), pero su tarea la llevaba a ver diferentes montajes hasta cuatro veces por semana. “Me ocupé mucho en llevar actores del teatro a la televisión, y ya no quería dirigir para otros. Dirigía a los actores en mi espacio de casting y se me volvió chiquito. Y llega un momento en que la voz propia te empieza a hablar”, explica. Pero para dejar salir esa voz, ella sabe que necesita las voces de otros. De ahí que Ojalá las paredes gritaran sea, más allá de un abordaje personal de Hamlet, una historia coral.
—¿Y cómo se encuentra la voz propia cuando uno de los interlocutores es Shakespeare?
—Perdiéndole todo el respeto. (Daniel) Veronese es un seguidor ferviente de Chejov, y el otro día decía: “Cuando agarro un Chéjov, me olvido que es Chéjov. Ahora empieza a ser mi obra de teatro”. Creo que estos son textos que están al servicio de contar cosas, y son tan geniales y magistrales que siguen actuales. Son hoy.
*Aclaración: una versión original de esta nota indicaba que en el elenco estaba el actor Mauro Damisa, cuando debía decir Martín Pisano. A los lectores e involucrados, las disculpas del caso.