Desde chico tuvo una chispa artística, armaba piezas teatrales en su casa y los espectadores, cuenta entre risas, eran su familia. Recuerda especialmente a Violetta, la serie de Disney que le despertó algo que hasta hoy sigue latente. “Cantaban, bailaban, actuaban, me encantaba”, cuenta ahora Benjamín de León desde uno de los pupitres del Liceo 32, del que es alumno. “Empecé a frecuentar obras de teatro y prestar atención en lo que es la escenografía, la iluminación, los vestuarios y supe que quería hacer eso. Me generaba admiración y una sensación de querer llegar ahí, de estar arriba del escenario y sentir esa adrenalina”.
Así, a los 10 empezó a estudiar teatro por cuenta propia y alimentó esta faceta en el Carnaval de las Promesas, espacio que aprovechó como una escuela y hoy, cinco años después, lo sigue haciendo en parodistas Quijotes. Sin embargo, llegó un momento en que ya no podía ni quería esperar a febrero: había un impulso de seguir aprendiendo, pero también de transmitir eso que le generaba expresarse arriba de un escenario.
Así, con tan solo 15 años, creó un taller de teatro en el liceo para compartir con sus compañeros eso que siente como una pasión. La institución los apoyó y, como resultado, el año pasado presentaron una adaptación de Aladdin como muestra de fin de año. Una docena de estudiantes se subieron al escenario y el público se pobló de compañeros, profesores y familiares.
“Cuando vi que lo que empezó de una idea mía dio frutos y se sumaron pila de gurises en el camino, fue hermoso”, cuenta De León. Así, con el éxito de la primera convocatoria, se hizo una segunda edición a la que en un principio acudieron 32 alumnos para una nueva producción. La obra elegida para este año es el musical Heathers, una pieza basada en la película homónima de 1988 —protagonizada por Winona Ryder— que narra las aventuras de estudiantes en una escuela secundaria comandada por el grupo conocido como las Heathers: tres chicas ricas, temidas y amadas por sus compañeros. Habla del universo adolescente y toca cuestiones como el acoso escolar, el suicidio, la agresión sexual y la violencia escolar en un tono de comedia negra.
A través de rifas y venta de meriendas, lograron financiar el vestuario y la escenografía y así, por iniciativa propia y de manera totalmente autogestionada, la presentarán el 25 de noviembre en el teatro Stella. Hay entradas a la venta a 200 pesos y se pueden pedir por el Instagram @heathers_taller32 o por el 099 787 146 y el 095 479 555.
“Todo lo hacemos nosotros, yo armo el libreto, la coreografía, la puesta escénica y lo que van a ver de técnica, los vestuarios y la escenografía estamos armando entre todos”, cuenta De León. “Se armó un grupo hermoso porque todos ayudamos en lo que podemos y sabemos. Por ahí uno viene y dice ‘mirá que yo sé pintar’ y ayuda en la escenografía, nos complementamos mucho en ese sentido”.
Los ensayos empezaron en abril y desde entonces se encuentran dos veces a la semana para preparar el espectáculo, pero sobre todo para aprender, compartir y volcar lo que todos tenían o fueron descubriendo en común: las ganas de expresarse a través del baile y de la actuación. “Me sorprende lo talentosos que son, porque la mayoría nunca había tenido una cercanía a la actuación, será su primera vez en un escenario”, dice De León. “Y no es que yo esté para decir lo que tienen que hacer, muchas veces les nace y se nota el crecimiento de cada uno”.
Alex Bentos es el único estudiante que no va al liceo, tiene 14 años y estudia en el 30. Supo del taller a través de una amiga y, aunque en un principio tenía una mezcla de temor con timidez, aceptó el desafío. “Este año mi amiga se unió al taller y me contó que estaba muy contenta. Resulta que faltaba un personaje y encajaba conmigo”, recuerda. “Mi primera respuesta fue, ‘pero yo no sé actuar’ (se ríe). Pero Benja me dijo que no me preocupara, que todos están aprendiendo y se ayudan y la verdad es que cada ensayo es una diversión y una nueva aventura. Se formó un grupo superdiverso y entre nosotros nos complementamos”.
La elección de la obra responde a una necesidad de hablar sobre temas que, sienten, son tabú y se merecen un espacio de discusión arriba y abajo de los escenarios. “La idea era tratar de acercar un poco los conflictos de la adolescencia. A mí me pasó que en mi liceo anterior una compañera se suicidó y eso me impactó; te das cuenta de que ciertas actitudes son gritos de auxilio”, señala De León. “Es importante preguntarnos por qué pasan estas cosas y qué estamos haciendo mal como sociedad”, añade.
Ahora, llevar eso que durante tantos meses han ensayado a las tablas de un teatro es, están de acuerdo los dos, como “un sueño”. “Presentarlo en el patio del colegio está bueno, te divertís, pero obviamente no es lo mismo y yo estaba convencido de que quería hacer en un teatro esta vez. Entré en contacto con varios y cuando fui a ver el Stella decreté que tenía que ser allá. Se armó, y hoy es un sueño que se va a cumplir”, dice Benjamín. Y sonríe, feliz.
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