Seguramente Aldo Martínez es el artista más completo que hay en Uruguay. Empezó tocando guitarra y cantando folclore, fue parte de la legendaria Sonora Palacios, tuvo sus propias bandas de música tropical y con 20 años llegó al Carnaval y se convirtió en el parodista más premiado de la historia; solo faltó dos años a la cita con dios Momo. Se probó como actor, realizó unipersonales, y demostró que tiene mano para la cocina en Masterchef. Ganó la primera edición Celebrity del reality de Canal 10 y allí también condujo el magazine El show de la tarde junto a Paola Bianco, hasta su final en 2023. Y a pesar de toda esa trayectoria, Aldo Martínez se siente como niño chico por su llegada a la murga La Gran Muñeca, que va hoy al Concurso Oficial y que es su debut en la categoría.
“Venimos bárbaro”, dice Martínez previo a su estreno como murguista en, la verdad, una supermurga. La dirección es de Edú “Pitufo” Lombardo; los textos de Emiliano Tuala, Lombardo, Raúl Castro y Maximiliano Porciúncula; y entre los componentes están Julio Pérez, Diego Iraola y Daniel Mega. Este año, el espectáculo se titula Futuros y, con esa excusa, esta entrevista.
—¿Te imaginabas como parte de una murga?
—No sabés la cantidad de gente que me ha dicho en el tablado: no te veía en murga y después de verte pienso lo contrario. Ese reconocimiento es maravilloso. Yo asumí ese desafío sabiendo eso, porque sé que lo puedo hacer. Cuando me propongo algo no paro.
—¿Te cuesta adaptarte a los cambios?
—Soy de adaptarme rápido, pero el grupo de este año, la murga, me recibió de una manera increíble, lo que hizo más fácil todo. Igual siempre intento aprender, donde esté. Los desafíos me encantan, como la ductilidad para amoldarse o entusiasmarse con lo que se hace.
—¿Y qué te entusiasmó?
—Experimentar una categoría que me gustó desde chico, aunque después fui al parodismo. Pero no quería irme del Carnaval sin salir en murga, y este año se dio. Es un desafío, y como tal lo tomé. No es fácil de arranque, pero me adapté rápido. Además, acá puedo manejar el canto con la actuación y es lo que me gusta, porque canto durante todo el año.
—¿Y cuál fue la dificultad?
—Creo que cupletear, actuando y cantando a la vez. Buscar el humor desde el canto me gusta porque no es nada fácil de lograr. Siempre admiré a esos cupleteros que podían hacerlo. También es el salir al frente y tener a la murga como soporte, porque en el parodismo tenés actores y hay mucho tiempo actuando, lo que no es fácil, pero está el soporte de varios compañeros. Acá es la murga la que te sostiene, es ese gran compañero que precisás para que te haga el dos. El cuplé durará siete minutos, pero había que ponerle un vértigo que fui ganando con el tiempo y los tablados. Además recibí consejos de Pitufo (Lombardo), Julio (Pérez) y el montón de cracks del conjunto.
—Sos figura máxima del parodismo con personajes inolvidables, integraste Sonora Palacio e hiciste Masterchef. ¿Por qué te reconocen en la calle, te dicen “Aldo”, “Evita“, “Omar”, “Guasón”?
—En eso no hay mucha lógica. Reconozco que desde Guasón, el puntapié para entrar a Masterchef y a raíz de eso a la televisión, la gente me reconoce desde todos los ámbitos, y me encanta. Me gritan “Masterchef”, “Carnaval”, me dicen de la tropical "¡Cantate una!” y ahora: “¡Vamos presidente!” (por la parodia a Tabaré Vázquez en 2022). Te van asociando con proyectos y lo agradezco porque lo que me inclinó a hacer esto es que la gente reconozca a Aldo Martínez como persona, no solo al artista.
—¿Hay algún momento inolvidable en tu carrera?
—Es imposible elegir, porque no me puedo olvidar de nada. Hasta cuando no me ha ido tan bien dentro de lo artístico, no te podés olvidar porque de ahí saqué un montón de aprendizajes para no volver a cometer errores. No olvido las decisiones difíciles que tomé, cuando dejé mi trabajo para apostar a lo artístico. Son tantos géneros y cosas las que me pasaron que no puedo olvidar. Todo es inolvidable.
—Has tenido todos los reconocimientos en Carnaval, ¿qué te motiva a empezar de cero en una categoría nueva?
—Me motiva el Carnaval, el poder salir un año más. También el hacer algo diferente, y sobre todo aprender. El desafío es lo que dice la gente: ¿qué va a hacer el año que viene? Eso me motiva y lo agradezco porque lo tomo como una responsabilidad, porque para mí es un medio de vida el Carnaval. Y por encima de todo está el amor al Carnaval, porque surgí de aquí, todo lo que me llegó fue gracias a esto. Eso me motiva. Soy autodidacta y todo lo aprendí acá. Vos podés estudiar abogacía y en cinco años te recibís, pero la carrera del Carnaval no termina. ¿Sabés cuándo termina el curso? Cuando uno decide bajarse. Ahí termina. Mientras tanto sigo aprendiendo y por ahora siento que no me recibí de nada.
—¿Está pensado cuándo será ese último Carnaval?
—No. Mientras la pasión siga viva pienso seguir saliendo. No sé lo que va a pasar el año que viene, como va a decir la murga en la retirada. Cuando no vaya a salir más, lo voy a anunciar. Igual hay señales que uno puede entender: cuando te pesa ir a los ensayos es una alerta. Sé que el Carnaval se va a encargar de señalarlas, pero ahora ni lo pienso. La edad y el tiempo pueden influir, pero a mí el Carnaval me inyecta vida. Hubo dos años que no salí, por decisiones propias, pero no porque no quisiera, así que eso no está en mi cabeza. Es más, siento este carnaval como si fuera el primero.