Elena Brancatti: del no rotundo de su padre a estudiar actuación por su tartamudez a estrenar más de 100 obras

Tenía 16 años y un trastorno en el habla cuando sintió el arte en el estómago. Lo superó e hizo de la actuación su pasión. El 7 de junio estrena "Votemos" y seguirá en el escenario mientras le dé el cuerpo.

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Elena Brancatti acumula 100 espectáculos en medio siglo de trayectoria artística.
Elena Brancatti acumula 100 espectáculos en medio siglo de trayectoria artística.
Foto: Ignacio Sánchez

Lo de Elena Brancatti (68) con el teatro fue un metejón físico e inmediato: sintió una puntada en el estómago mientras miraba un clásico de Florencio Sánchez y supo que estaba destinada a estar arriba de un escenario. Tenía 16 años y latartamudez no parecía ser la mejor aliada para correr tras ese sueño. El primer obstáculo a superar fue su padre: “Vos no podés, sos tartamuda”, le dijo. Esa afirmación no hizo otra cosa que impulsarla, y a fuerza de tesón y voluntad, dio el batacazo.

Medio siglo después, con cien obras encima, sigue parándose sobre las tablas para hacer eso que le dijeron que no iba a poder y que la mantiene viva. Los sábados se la puede ver en La Candela con Los Nabos y el 7 de junio estrena en el Teatro Movie la versión uruguaya de Votemos, dirigida por Adriana Da Silva, junto a un gran elenco. Las entradas están a la venta en movie.com.uy.

-¿Todavía recordás esa sensación que experimentaste en el Teatro del Círculo mientras mirabas una obra Florencio Sánchez?
-Tenía 16 años, había ido con mi hermana y me dio como una puntada en el estómago, por eso digo que es algo físico, como una emoción, y le dije: ‘Tengo que estar ahí, no puedo quedarme sentada acá’. Me vino como una locura y empecé a preguntar cómo se hacía teatro. Me dijeron que tenía que ir a la Comedia Nacional, y fui a hablar con Estela Castro, una de las actrices, que me recibió en su camarín antes de una función y me dijo: ‘Tenés que hacer la EMAD, es la única manera’. Me presenté con 17, salvé y entré.

-El camino no fue fácil porque tenías un trastorno de tartamudez que superaste con la actuación...
-Si me pongo muy loca, me pasa. Pero en el teatro me daba cuenta de que no tartamudeaba porque no soy yo, estoy interpretando un personaje. Eso hace que me ponga en otro lugar: no es Elena la que se compromete, es quizá la abuela o Mamá Cora. El trabajo con Roberto Fontana fue muy importante porque él enseñaba una técnica de proyección de sonido, de perfección en el decir y de respiración para controlar el habla. Eso hizo que me empodera de esa tartamudez. Cuando me afectan cosas muy personales la tengo, sino la superé.

-¿Siempre supiste que ibas a poder o llegaste a sentir un rechazo?
-El primero en decirme que no podía fue mi padre. ‘Vos no podés, sos tartamuda’, me dijo. Es como que te despiertan: ‘¿Cómo que no puedo? Yo puedo’. Y hace 50 años que estoy haciendo eso que me dijeron que no podía. A mí me agarró en la adolescencia y además laburé como una condenada con el sonido. Eso implica horas de respiración, de emisión, trabajar fuera de los ámbitos de ensayos, redoblar y redoblar.

-Pasaste por todos los roles en un teatro: fuiste boletera, acomodadora, hiciste traspunte, claque, ¿agradecés todas esas experiencias?
-Por supuesto que sí. Eso es el teatro para mí, lo entiendo así. Me dicen ‘hay que colgar esto’ y allá voy. Aunque no actuara, como trabajé en instituciones tenía la posibilidad de colaborar con otros compañeros: atendía el teléfono para vender otras obras y lo hacía para que el espectador supiera qué iba a ver (de qué trata, cuánto dura, quién actúa) y atraerlo. Ahora te atienden redes, yo soy de otra época, mí me gusta el trato y la venta personal.

-El teatro es la proyección de tu casa, ¿por eso te gusta llegar con tanta de anticipación a la sala?
-Llego mínimo dos horas antes de la función porque me ambiento, cuelgo las cosas, pongo todo como a mí me gusta y agarro mi rincón. Hace cuatro años que estoy en La Candela y tengo la misma silla en el mismo lugar y nadie me lo toca. Ese es mi espacio y ahí creo y saco mis personajes.

-¿El teatro ha sido siempre tu medio de vida?
-El teatro siempre fue una segunda opción, siempre laburé en otras cosas: en ventas, tuve una papelería, ahora tengo una distribuidora. Ahí trabajo, en el teatro resuelvo mi profesión, mis ganas, disfruto...

Elena Brancatti en acción en una escena de la exitosa "Toc - Toc".
Imagen de la obra "Toc Toc".
Foto: Difusión.

-Tenés más de cien espectáculos encima, ¿qué tiene que tener una obra para que des el sí?
-Un poco de todo: la dirección, los compañeros, el teatro, el texto, el autor, es un combo. Siempre hay algo que te llama la atención. Y si tengo que decir que no, porque no me gusta la obra o lo que se quiere decir, digo que no y punto. En los últimos dos años rechacé seis o siete pero por suerte hubo otros seis o siete a los que le pude decir que sí.

-¿Qué te atrapó de Votemos?
-Primero que me convocó Diego Sorondo y sé que lo hace está bien, hay confianza y todo lo que presenta es un cheque en blanco. La dirección de Adrianita (Da Silva) que es una divina y he trabajado mucho tiempo con ella. Tengo unos compañeros maravillosos (Alejandro Camino, Luciana Acuña, Jorge Temponi, Leonor Svarcas, Leo Lorenzo, Joaquín Diano y Octavio Tellechea) y es una comedia muy interesante. Mi personaje es una viejita jubilada presidenta del consorcio del edificio y me gustó porque es muy real: pasa por la crítica, la ironía, la maldad, el enojo, la tristeza.

-En pandemia estuviste casi dos años sin trabajar y volviste a tejer para calmar la angustia, ¿te daba miedo que no te volvieran a convocar?
-Acá estar ausente seis meses implica que la gente no se acuerde de ti, entonces dije, ‘no voy a trabajar más’. Y trabajé más que antes después de la pandemia, porque hubo un boom, una desesperación de la gente por ir al teatro y asistir. Inclusive en pandemia, que hicimos la novena temporada de Toc Toc, a fines de 2021, ya empezó la avidez y no paré. Ahora dejé de tejer porque no tengo tiempo pero en pandemia hice colchas en crochet y me encantó. Ahora a veces hago sudokus para salir de la vorágine diaria, tengo 5 ó 10 minutos en que me aíslo.

-¿Te imaginás la vida abajo del escenario o querés seguir?
-Yo quiero seguir para siempre. Mientras me dé el cuerpo, voy a seguir porque es lo que me mantiene viva, alegre, ágil, lo que me da ideas. Asumir nuevos desafíos y nuevos personajes te mantiene activa.

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