ENTREVISTA

Un “happening teatral”. Así define la actriz argentina Erica Rivas a ¿Qué pasa hoy acá?, la obra en la que comparte escena con Martín Rechimuzzi y que llega este miércoles y jueves a las 21.00 en La Trastienda. Si quiere descubrir en persona, qué significa esa definición, aún quedan entradas se adquieren en Abitab desde 1.100 pesos; hay beneficios con Club El País.

"Esta obra es algo que me gusta mucho hacer porque es algo importantísimo para este momento: hace reír", dice Rivas a El País.

—¿Antes de que me lo muestres en La Trastienda qué es eso de “happening teatral”?

—Tiene un armado que se mantiene, pero el relleno lo vamos haciendo en el momento. Por eso es un happening, porque nos pareció mentiroso decirle “obra de teatro”. El espectáculo se completa con el espectador, con lo que vaya apareciendo en la función. Hay una estructura, pero el resto se va moviendo. Por eso quise trabajar con Martín quien es un gran improvisador además de un actor muy formado. Tenemos maestros en común, pero yo no me formé tanto como él en improvisación. Me interesa ver cómo pasa del pensamiento a la acción en milésimas de segundo.

—¿Ese movimiento fue lo que motivó que transmitieran el espectáculo por streaming?

—Claro. Pensamos que la obra no iba a resistir el streaming, pero lo hicimos y fue interesante porque dirigí las cámaras y eso me encanta. Vamos expendiéndonos en distintas direcciones para aprovechar este momento. La pandemia es un bajón pero nos propone cosas nuevas.

—En este tiempo también presentaste la película El prófugo.

—Sí, la hicimos en 2019 pero se presentó en Argentina en 2020. Llegamos del festival de Berlín y a los dos días se cerró todo. Es la segunda película de Natalia Meta, es una protagonista mujer y se habla del deseo femenino.

—Has trabajado en varias películas de mujeres realizadoras.

—Cuando hablamos de una mujer que dirige tenemos que tener en cuenta que es algo difícil en la industria cinematográfica. Igual, las historias que hice son de mujeres que rompen con esquemas. Para mí es un privilegio y un orgullo poder participar de este cine y veo que en el mundo nos están mirando. Así que eso también me dan ganas de seguir.

—Tenés una carrera imponente en cine, teatro y televisión desde hace varias décadas y la gente te relaciona con el humor. ¿Es complicado salir del encasillamiento?

—No, para nada. No le temo nada al encasillamiento. Cuando hago películas de bajones también tienen su parte humorística. Como actriz, mi intención siempre es ampliar mis límites, expandir a nuevos horizontes, por eso también esta unión con Martín. Hace poco me puse a estudiar danza butoh, trabajo con coreógrafas para el cine. No me quedo quieta. Además, si funciona ya está. Por otro lado, una de las cosas que más me gusta es hacer reír, así que mientras haga reír estoy contenta.

—¿Qué te atrae de la risa?

—Me atrae poder sacar a la gente de esta cruda realidad, sobre todo en este momento. Después me interesa que genera una emoción tan fuerte y liberadora que permite que uno pueda meter un pensamiento que puede hacer mejor el mundo. La risa propone un espacio de apertura hacia nuevas ideas, emociones y formas de pensarse a uno mismo. Creo que ahí se puede cambiar la dirección de las cosas. Ustedes con el Carnaval ya lo saben, por eso es importante qué es lo que se quiere decir cuando uno hace humor.

—En los últimos años tus entrevistas se centran en la fallida obra de “Casados con hijos”, ¿te afecta esa exposición monotemática?

—Sí pero me lo siguen preguntando. Creo que es necesario pensar en la violencia económica, qué nos pasa a las mujeres cuando nos paramos frente al patriarcado. O cuando somos militantes de una causa que es justa como el feminismo y nos echan. O cuando nos hacen estas jugarretas de meternos en programas de chimentos, mandar mails privados a esos programas para que hagan una carnicería con uno. Por un lado me afecta un montón, me parece un horror estar en esos programas, los detesto, pero por otro lado hay muchas personas que están pensando en estos temas y saben que hay alguien que está diciéndolo a nivel mediático. Y por ahí se sienten más acompañadas. Es importante poder abrir estos temas, hablar y no sentirse una loca sola, que te echan y dejan sin trabajo cuando decís lo que te parece.

—Participás activamente del movimiento feminista, ¿ha cambiado algo o sigue todo igual?

—Se va modificando con movimientos muy chiquitos que para nosotros son enormes porque la venimos luchando desde hace un montón y no pasaba nada desde hace unos años. Sabíamos que no iba a ser una cosa de un día para el otro, hay una euforia por contar con las pibas que es algo que no pensé que fuera a suceder y me da mucha emoción. En las marchas decimos que estamos luchando por algo que no vamos a ver: el mundo como nos gustaría que existiera. Y vamos pasando la posta a las pibas que son ellas las que van a seguir. Así va a ser.