Ernesto Muniz, un maestro de comediantes y sus lecciones para hacer reír

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Ernesto Muniz, comediante

STAND UP

El profesor y director de stand up habla del presente de este género de humor, los egos y la frustración de los comediantes y las redes sociales

Ernesto Muniz es una de las figuras del stand up uruguayo. Eso es porque es profesor del género y ha dirigido algunos de los espectáculos más importante de la comedia local. Eso incluye Intensidad de Florencia Infante, Zanguango de El Gaucho Influencer y, ahora Robert Moré con Surfeando la pandemia que hoy se estrena en Undermovie.

Con esos antecedentes junto a Juan Pablo Olivera, su socio en El Club de la Comedia, Muniz es uno de los responsables de la explosión local del stand up.

Florencia Infante durante una función de Intensidad
Florencia Infante durante una función de Intensidad. Foto: Estefanía Franco

“La gente necesita reírse”, dice. “Hay una sensación catártica allí que es propia de estos tiempos”. Y es distinta a la de 2010 cuando Uruguay era “el mejor país” y se había instalado la idea de triunfo en la gente, en parte ayudada por el Mundial.

“Esa era una risa de exceso energético, de salir a festejar y emborracharse porque estábamos bien y felices. Ahora es distinto, es como si la risa fuera un abrazo”, señala. Y entender o intuir ese estado en el público es parte de su función como director de comedia.

Robert Moré en "Sobreviviendo a la pandemia". Foto: Difusión
Robert Moré en "Sobreviviendo a la pandemia". Foto: Difusión

Comenzó en 2008, cuando el stand up era poco conocido en nuestro país, aunque de a poco se fue generando una comunidad de comediantes entre alumnos suyos y otros que venían de distintas vertientes. Esto fue ayudado por los bares que vieron rentable hacer este tipo de espectáculos que solo requiere de un micrófono, luz y algo parecido a un escenario.

Así, la cosa fue creciendo y antes de la pandemia había un circuito con shows casi todos los días, que se repartían entre bares y salas de teatro.

Gaucho Influencer. Foto: Difusión
Gaucho Influencer hace "Zanguango", con dirección de Muniz. Foto: Difusión

“Llegaron a haber 100 comediantes girando, y eso hacía circular un montón de espectadores que veían autores uruguayos diciendo cosas que le pasan a todos”, dice Muniz. “Y la risa construye identidad, porque te reís de cosas con las que te identificas: subirte al ómnibus y que el guarda no tenga cambio de 100 pesos, o algo que pasa en la feria o a tu vecino. Esa construcción de identidad es uno de los valores más fuertes del stand up”.

Los humoristas y los egos.

“Hay que saber manejar el ego con mucha paz”, dice Muniz, quien considera ese trabajo como uno de los más importantes para los comediantes.

“Las artes escénicas son un negocio del ego, y si no lo llevás bien, te vas a pegar con la realidad”, dice. “Por eso trabajo con el ego del comediante, para que cuando esté sobre el escenario sea el amo y se la crea, y cuando se baje pueda trabajar para corregir los errores. Si no, más tarde que temprano te das cuenta que estabas equivocado”.

Es muy fácil creersela porque la risa del público actúa como una droga. “Pensás que sos genial, y en ese momento lo sos, pero solo en ese instante que los hiciste reír. Después somos todos iguales y hay que trabajar para volver al escenario y tener otro momento de iluminación. Si cuando te bajás pensás que sos un genio, marchaste”, dice Muniz.

La pandemia y las redes.

Durante la pandemia surgieron muchas cuentas en Tik Tok e Instagram con personas haciendo humor. Eso tiene como positivo que se suman seguidores muy rápido y el comediante se hace conocido, pero se necesita algo extra para pasar de las redes al escenario.

“Lo que pasa en las redes sociales no pasa en el mundo real donde la gente paga una entrada. Puede pagarla una vez, pero si se confirma que es solo eso que mostrabas, no vuelve”, señala Muniz.

Un video de un minuto bien editado puede hacer que un mediocre parezca el Messi de la comedia, pero en el mundo real no hay edición. Y se nota, dice el profesor Muniz. Por eso hay que construir y trabajar en el personaje escénico, el guion y la dirección.

“Hay mucha gente que cree hacerlo bien, pero no hay más verdad que el escenario. Ahí no hay mentira, y el público te soporta la admiración por unos minutos, pero después no”, dice. Y sin verdad, no hay risa, publico, ni nada.

“Podés fingir un orgasmo pero no podés fingir una risa. No te sale, la gente se da cuenta, y para el artista es el vacío total”, dice. “Sentís que el tiempo no avanza, que la gente te está mirando y juzgando por lo que no estás logrando. Es la soledad absoluta”.

Esa frustración puede hacer que comediantes no logren suparela. “El fracaso es importante y de hecho la comedia de stand up es una continuidad de fracasos superados que te permiten subir al escenario. Pero si el fracaso es tan grande, y no estás preparado, no volvés a levantarte”, dice Muniz.

Por eso el camino del comediante se construye de a pequeños pasos. Es subir por cinco minutos, después 10 y así hasta llegar a una hora de show, siempre con un entrenador al lado para que ayude a entender sobre la respiración, las pausas y la energía.

“No te subís al escenario solo durante una hora si no estás preparado. Tenés que hacer todo el camino, y cada vez que estás en el escenario entendés qué funciona y qué no. Esos son los pequeños fracasos que tenés que aprender a superar”, dice.

Igualmente, la pandemia también dejó un lado positivo. Permitió que comediantes que no tenían mucha convocatoria pudieran subirse a un escenario con capacidad reducida. “Eso hizo que comediantes que vienen trabajando en bares y con un material de comedia fuerte, confirmaran su trabajo en un escenario. Ahí se demuestra que si no tenés un show armado, no volvés a subirte”, dice.

—¿Cuál es la función del director de un espectáculo de stand up?

—Mi trabajo es apoyar la inseguridad del comediante, que tenga herramientas para salir de ese momento. y vuelva al escenario.

—¿Alguna recomendación para quien recién comienza?

—Nunca probar el material con familiares. Esa es la peor idea del universo porque son personas que ya saben quién sos, no son profesionales, y están juzgando otra; te están cuidando de decirte una crítica negativa. Por eso tiene que haber alguien que mire con objetividad y rigor artístico. Así se superan los escollos para que el público aplauda en el momento indicado.

—¿Hacer un curso de stand up es el final del camino?

—No. Los cursos de stand up son muy cortos y requieren que sigas estudiando y leyendo, no solo de stand up, hay que leer cualquier cosa para entender más. Porque el verdadero curso de stand up se termina arriba del escenario, pero después te bajás y reescribís el texto, como todos.

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