Está igual!, debe ser el comentario más recurrente cuando uno se cruza con Cristina Alberó, la actriz argentina de tantos éxitos televisivos. Está igual, sí, cuando Alberó recibe a El País en el apartamento de su amigo Sergio Puglia, parada obligatoria en sus visitas a Montevideo, donde volverá para el estreno de Conversaciones con mamá, la obra de Yoni Kurlender, en la que comparte elenco con el crédito local, Coco Echagüe. Será en el Teatro Movie, el 3 de septiembre, con entradas de 590 a 790 pesos.
“Lo más lindo de la vida es la comunicación y esta obra habla de eso”, dice Alberó. “Pero también de la no comunicación que existe con nuestros padres que, de pronto no están y vos decís por qué no le habré dicho eso en ese momento”. Dice que le encanta trabajar con Echagüe (“un gran actor”) y que es “una obra en la que el sentimiento está a flor de piel y tiene todos los condimentos para divertir a toda la familia”. Todos, en definitiva, hemos sido hijos, apunta.
Alberó, que viene de una familia vinculada al teatro, comenzó como cantante como Cristina y ya a comienzos de la década de 1970 pasó a la televisión. En la de 1970, hizo dupla con Antonio Grimau en un par de telenovelas de las muy exitosas: Trampa para un soñador y Quiero gritar tu nombre. Por entonces trabajó con Darío Vittori en teatro y en televisión. Lo señala como uno de sus maestros.
Desde entonces no ha parado de trabajar (actualmente está a sala llenaen el Teatro San Martín porteño con La ternura junto a Grimau) y ahí hay que incluir un pasaje por la televisión uruguaya con la serie Dance yLa oveja negra con Ruben Rada.
Sobre su carrera, y qué encuentra en el teatro, Alberó charló con El País.
-¿Qué le gusta del teatro?
-Ves una película y va a ser igual hoy, mañana, la semana que viene dentro de 20 años: lo que pasó en ese momento pasó. El teatro está vivo porque cada función es diferente. Amo el teatro porque de lo que se trata es de ese intercambio de energía entre el actor y el espectador, una cosa redonda que va y vuelve.
-Y tiene un poder de sanación para el espectador y para el actor...
-Cuando te ofrecen una obra, ahora creo (con más de 40 años de trabajo) que es para sanar algo tuyo. Es como si el universo te tirara un rol para sanar tus propias cosas en un escenario.
-¿Y en qué la sana Conversaciones con mamá?
-¡Estoy tan entusiasmada y tan feliz de poder hacerla! Es una señora de 80 años con un hijo grande y tiene que ver con ese vínculo. No me quiero emocionar, pero estoy segura que voy a sanar muchas cosas de mi relación con mi madre.
-Eso convierte cualquier obra en un salto al vacío....
-Exactamente. Y el riesgo acá es doble porque mi papel lo hicieron dos grandes actrices uruguayas como Dahd Sfeir y China Zorrilla. Es un doble desafío.
-Empezó como cantante, ¿en qué la ayudó eso como actriz?
-La música te universaliza. Está eso de los actores que no hacen algo porque es popular o porque no lo es. No creo en eso: un actor tiene que saber hacer todo.
-Su padre era empresario teatral por lo que se crió rodeado de actores. ¿Quién fue el primero que le impresionó?
-Tuve la suerte de conocer a Luis Sandrini y de que uno de los primeros trabajos que hice fue la obra Ha llegado un inspector con Raúl Rossi, gran actor argentino y excelente persona también la hicimos en Estados Unidos. Y comediantes como Paulina Singerman o Lola Membrives. Y trabajé con Nati Mistral. Trabajar con un gran actor, si estás atento, es aprender. Cuanto mejor sea el elenco, mejor vas a estar vos. Por eso creo tanto en el equipo.
-Hablando de equipo, es muy recordada su exitosa asociación con Antonio Grimau. Deben haber sido tiempos agotadores...
-Grabábamos lunes, martes, miércoles y jueves desde las siete de la mañana. Trampa para un soñador duró 315 capítulos y encima como empezó siendo blanco y negro y la vendieron para el exterior tuvimos que grabar 20 capítulos a color nuevos. Y cuando terminó, era tal el éxito que el canal nos propuso hacer otra. Terminamos el viernes siendo unos y el lunes éramos otros. Y en el medio hicimos una gira con una obra de Abel Santa Cruz con temporada en Mar del Plata.
-¿Le gustaba hacer novelas?
-Sobre todo por la llegada que tiene al público. No hubiera podido trabajar en Estados Unidos haciendo teatro si no hubiera sido por la llegada de las novelas. La televisión me permitió eso.
-A pesar de esa fama siempre ha sido discreta con su vida privada.
-Soy de la época en que lo privado era privado y lo público, público. Me resisto, siempre tengo mi reserva de que lo que es mío es mío.