El 22 de junio de 1970, nació Eva María Garrido en Frankfurt. Hija de emigrantes españoles en Alemania, fue a España a los 15 días. Allí, en Ogíjares, Granada, fue criada por sus abuelos maternos. A los 11, una hermana de su madre la incentivó en el baile flamenco. Veía, en su sobrina, una chispa distinta. Garrido empezó a frecuentar clases para cumplir el deseo de aquella tía querida, sin imaginarse que se enamoraría de un mundo y haría de este arte el eje de su vida.
Con los años de estudio, formación y entrega, aquella niña que empezó a bailar como un hobby, se convirtió en Eva Yerbabuena, la premiada bailaora, coreógrafa y directora artística que llega por primera vez a Montevideo. El primer encuentro con el público uruguayo será el sábado a las 21.00 en El Galpón, dónde presentará el espectáculo Yerbabuena. Quedan entradas en Tickantel de 1800 a 2600 pesos.
“Es un espectáculo donde el cante, la guitarra y el baile, esos tres pilares del flamenco, están muy presentes”, cuenta vía zoom a El País. “Un espectáculo que nos permite de alguna manera ser libres a la hora de decir ʽme apetece bailar por Siguiriyas o me apetece bailar por Soleá, hoy quiero hacer la Alegríaʼ", comenta, en referencia a los distintos palos del flamenco.
Para este, que es el décimo octavo espectáculo que crea y presenta por el mundo, puso al flamenco como hilo conductor. Hay improvisación, pero también mucho pienso. “El guion es el propio flamenco”, dice. “Es verdad que el sonido, la luz y el vestuario están muy cuidados, pero vamos a disfrutar el cante de la guitarra, la guitarra del cante, el cante del baile y el baile de las dos cosas. Buscamos hacer sentir al público lo que para nosotros significa el flamenco”.
Camino
“Había noches en que no dormía observándolos y tratando de aprender”, dice y se le ilumina la cara al hablar de Pilar López, La Argentinita, Mario Maya, Carmen Mora, El Güito, Farruko, Matilde Coral, maestros y maestras que la formaron.
A los 18, Yerbabuena conoció a Paco Jarana, guitarrista, compositor y su compañero en el arte y en la vida. “Empezamos a trabajar y fue prácticamente amor a primera vista. Yo tenía la sensación cuando conocí a Paco de que en otras vidas había estado con él, lo conocía perfectamente”, cuenta.
En 1995 se convirtieron en padres de Manuela y en 2012 de Marieta. En su segundo embarazo, a los 42 años, hizo una pausa de 13 meses, algo que califica como una fase “difícil” pero “renovadora”. “Todo cambió, fue volver a comenzar en todos los sentidos, y lo disfruté muchísimo”, dice. “En ese momento, no pensé cuánto voy a tardar en recuperarme, lo das por hecho, confías en ti y en la memoria que el cuerpo tiene. Tuve un poco de miedo, no voy a mentir, a la hora de ponerme los zapatos y volver a empezar”.
—Hace unos años comentaba que Concha Vargas y Manuela Carrasco eran su referencia, pero fue creciendo y forjando su propia marca. Hoy es una referente. ¿Se siente como tal?
—Manuela Carrasco fue la primera bailaora que pude ver en vivo en el Festival Flamenco de los Ogíjares, y la primera vez que yo fui a este festival, aparte de artistas como Juan Peña Lebrijano, Menece, El Cabrero, Camarón, La Susi, Joselito Fernández, Esperanza Fernández, Paco Fernández, Curro Fernández, la Pepa y Concha Vargas, vi a Manuela Carrasco, ahí fue donde tomé conciencia. Le decía a mi padre: “este es el baile que quiero aprender, el que a mí me gusta”.
Ser referente es una responsabilidad grandísima y al mismo tiempo es maravilloso, porque es algo que no te das cuenta de la noche a la mañana, sino que vas tomando conciencia por todo lo que va pasando durante los años. Pero no me llegó el día de decir: “yo ya he conseguido y he hecho todo lo que quería y me voy a relajar”, y seguramente no llegará. Me levanto cada día y es un nuevo comienzo, sigo aprendiendo porque quiero seguir creciendo a nivel personal y artístico.
—¿Le hubiera gustado ser cantaora?
—Es mi frustración, realmente a mí me hubiese gustado más cantar que bailar, es algo que me encanta, me vuelve loca. De hecho creo que canto con el cuerpo lo que no soy capaz de exteriorizar por la voz.
Reconocimientos
De Yerbabuena el New York Times llegó a decir que era una de las más importantes bailarinas del mundo. En 2019 recibió la Medalla de Oro de las Bellas Artes concedida por el Ministerio de Cultura de España y en 2022, desde la Academia de las Artes Escénicas de España, la distinguieron académica de honor.
“Fue muy importante porque cuando dices Academia de las Artes Escénicas, está todo: teatro, danza música, cine. Y que te nombren y te concedan ese reconocimiento realmente te da un impulso muy grande, porque hay veces que dices ʽ¿dónde estoy?, ¿cómo estoy?, ¿quién está al día de lo que hago?ʼ. Este es un trabajo sacrificado, son muchísimas horas y bailar te requiere un esfuerzo descomunal, tanto físico como psíquico”.
Sobre sus 25 años de trayectoria, los espectáculos creados y las decenas de premios recibidos, considera que todo es fruto de su amor incondicional por el flamenco. “Hemos tratado de alguna manera no estancarnos, sino ser lo más honesto y lo más humilde”, dice. “Tratamos de engrandecer algo que amamos de una manera incondicional. Soy una enamorada de lo que es el tiempo de creación, me parece algo maravilloso, ya una vez que estrenas es otra cosa, pero el proceso creativo es algo que a mí me apasiona”.
De la pandemia, una época amarga para muchos y especialmente para quienes trabajan arriba de un escenario, recuerda haber vivido “un mar de sentimientos” y que de aquellos días angustiantes le quedaron dos lecciones importantes. La primera tiene que ver con la necesidad de unión de la clase artística y la segunda fue ver “lo importante que es el flamenco como medio de lenguaje y darnos cuenta de que los artistas de flamenco son la materia prima y si la materia prima no es cuidada, el flamenco tampoco será”.
Sobre venir a Latinoamérica y las expectativas para la noche del día 3 dice esto: “Siempre es maravilloso cómo te reciben, cómo te cuidan y te miman, cómo te quieren y te agradecen, cómo notas ese amor cuando te están aplaudiendo y en los mensajes que recibes. Esto es maravilloso y siempre digo que no hay dinero que lo pague. Creo que es una de las cosas más importantes, el amor que la gente te demuestra y el respeto que le tienen al flamenco. Faltan palabras para explicarlo y para agradecer”.
—¿En qué momento siente que se encuentra ahora como bailaora, coreógrafa, directora, artista y mujer?
—En plena madurez. Estoy en un momento en que siento que las decisiones me cuestan menos trabajo, sigo teniendo responsabilidad, queriendo transmitir y hacer sentir eso que para mí es lo más sagrado. Pero sobre todo lo que quiero en estos momentos donde considero que estoy en plena madurez es disfrutar, subirme a un escenario, escuchar el cante y la guitarra y disfrutar el momento, porque al final de cuentas es la única manera de que el público también disfrute.
Un disfrute que el público uruguayo podrá finalmente prestigiar este sábado, cuando por primera vez Eva, La Yerbabuena, maestra y referente del arte flamenco, pisará las tablas del Teatro El Galpón. “Estamos con una ilusión increíble”, asegura, “deseando estar ahí y compartir con vosotros algo que tanto adoramos y que es tan importante para nosotros como es el flamenco. Será un verdadero placer”, finaliza.