Favio Posca: "Siempre fui un artista que va paralelo a todo; soy un mediático punk"

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Favio Posca
Favio Posca.
Foto: Difusión.

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El actor argentino vuelve a Uruguay para presentar su nuevo espectáculo, "Bullshit" y acá habla de su vínculo con nuestro país, una relación que empezó conflictiva y que terminó consolidándose

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Lo de Uruguay con Favio Posca es un amor correspondido. Empezó de manera accidentada a comienzos de siglo cuando provocó una indignación en ciertos sectores que terminó cancelándole tres shows. Desde entonces no paró de volver y de llenar cada una de sus presentaciones.

Dueño, en sus espectáculos, de un humor corrosivo lleno de referencias groseras y a las drogas, Posca ha hecho convivir esa faceta con apariciones en películas, series y telenovelas, incluyendo un papel en Entrelazados, una serie para Disney, de la que ya hace la segunda temporada. Su primer acercamiento al gran público fue cuando fue parte de Decime cuál es tu nombre, el programa de Nicolás Repetto en la década de 1990.

Allí llevó, por ejemplo, a El Perro, uno de los personajes surgidos del under porteño con los que conquistó al gran público. Su carrera incluye un fugaz y truncado pasaje por el living de Susana Giménez con otro de sus personajes y una decena de personajes en tiras muy populares.

Ahora vuelve a Uruguay (el viernes 24, en La Trastienda, entradas en Abitab) con su nuevo show, Bullshit, donde habrá canciones, personajes históricos y algunas nuevas creaciones con un despliegue actoral que es una de sus armas secretas.

—¿Cómo explica ese vínculo que ha generado con Uruguay?

—Tenemos como mucha afinidad en común, muy buena onda desde siempre. Festejo mucho hacer algo en Uruguay y de hecho he estrenado espectáculos ahí antes que en Buenos Aires. Eso lo dice todo. El año pasado, además, filmé en Uruguay Porno y helado y El presidente. Uruguay me hace feliz.

—Era un humor bien porteño que hablaba de cocaína, de un desenfado en el lenguaje que parecía lejos de Uruguay que es más pacato y reposado. ¿Cómo fue ese encuentro?

—No fue fácil. La primera vez iba a hacer cuatro fechas y me terminaron censurando y pude hacer solo uno. Pero ahí aparecieron mi espíritu y el de la gente. Me podría haber quedado en Argentina y no volver nunca más, pero lo primero que hice cuando llegué a Buenos Aires fue decir que quería volver. Y lo hice y de a poco fui generando un público joven a través del boca a boca. Me los gané. Por eso se nota la buena onda y que de fondo hay un aprecio mutuo. Somos amigos desde hace mucho.

—¿Lo reconocen por la calle?

—Es medio parecido a Buenos Aires. Siempre fui un artista que va paralelo a todo y no soy un galán al que la gente se le amucha. Soy un mediático punk. Se me saluda con respeto, cierta distancia y mucho cariño.

—¿Cómo has logrado colar esa actitud punk en asuntos que parecen tan lejanos a eso?

—Debe ser algo innato que tiene que ver con las diferentes facetas que tengo como artista: poder estar en un lugar recontra mainstream o en una telenovela a las nueve de la noche y después hacer espectáculos que subvierten los carriles del orden social en un hecho artístico. Eso genera mucha libertad y me he manejado en lugares super blancos y ultrapunks.

—Ese espectro es amplísimo. Va de Entrelazados para Disney a Bullshit...

—Para Disney hice muchos doblajes: soy Edna Moda en Los increíbles, por ejemplo. Eso pegó muchísimo. Y voy dos temporadas de Entrelazados.

—Es parte de la generación que salió del under y llegó a los medios masivos. ¿Cómo evalúa a esa promoción?

—Fue un momento, la década de 1990, en el que había una apertura creativa muy interesante acá en Argentina. Una época en la que se podía irrumpir en los medios desde un lugar más underground. Era interesante.

—Y eso trajo una nueva sensibilidad.

—Claro. No es lo mismo salir de la televisión que salir de un Parakultural. La visión es otra. Después podés trabajar en la tele, que me encanta porque la he aprovechado para llevar público al teatro. Todo se ayudó pero en mi caso siempre trate de conservar mi esencia, el estilo Posca.

—Esa generación está marcada por la división política en Argentina. ¿Cómo logró estar por fuera de eso?

—Igual la actitud de no ponerme la camiseta de ningún partido político, es recontrapolítico. Esa es mi actitud política: la libertad de pensamiento, no tener la obligación de decir nada que no quiera por estar de un lado o de otro. Esa libertad tiene sus beneficios y sus contras porque navego muy solo y me la tengo que bancar solo desde lo laboral y lo que pienso. Me hago cargo y me encanta esa libertad que me permite como artista no tiznarme de nada. Eso te deja dormir muy tranquilo y feliz. Y me permite mantener intacto mi arte.

—¿Qué tiene de distinto Bullshit?

—Mis espectáculos siempre tienen música y textos nuevos. Este habla un poco de la inocencia que traemos al venir. De los cuerpos y los espíritus inocentes que traemos cuando caemos en este plano. Y nos van llenando de mentiras, de basura, de cosas puestas, de bullshit. Vamos perdiendo la inocencia y hacemos que nuestro espíritu esté más encerrado. En un momento fue Painkiller (otro de sus espectáculos), los asesinos del dolor y ahora es venir a decir esto: recuperemos la inocencia de nuestros cuerpos y nuestros espíritus que vamos a estar más felices. Y más después de todo lo que pasó.

—¿Y como nos hace llegar a eso?

—El trance es por la música, por el delirio, por la risa, por la emoción. En el último tiempo he descubierto que soy un artista que no solo puede hacer reir sino también emocionar. Y me empecé a copar con eso. Tiene que ver con la búsqueda de meterme en distintas puertas y caminos y por ahí encontré la emoción. Este show tiene de todo.

—Sus espectáculos están llenos de códigos y complicidades con el espectador. ¿Es para enterados?

—Sí y para los que se van enterando también. Me gusta cuando hay gente que no me vio nunca. En mis shows hay varias sorpresas: la música, el estado físico, el vivo, como me transformó y me deformo, así que me encanta que venga gente nueva. Y los que conocen el código son los que bancan la parada.

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