Florencia Infante ya cantó junto a su ídolo y ahora va por el Auditorio Nacional del Sodre

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Florencia Infante. Foto: Difusión

PERSONAJE

La actriz y comediante habla del encuentro con Cristian Castro, adelanta su próximo show: "Yo soy la tormenta", su primer libro y habla del Carnaval

Desde que estrenó su primer unipersonal, Jardín de Infante, Florencia Infante cierra sus shows contando que, en la década de 1990, fue la vicepresidenta (eran dos integrantes) del club de fans de Cristian Castro. Para demostrar su compromiso suele cantar “Lloviendo estrellas” y pedirle al público que la graben y lo compartan en las redes del cantante. Pensaba que algún día el mexicano iba a saber que había una uruguaya loca por él que cantaba sus canciones en cada función. Ese anhelo se concretó la semana pasada.

Mientras promocionaba su espectáculo Flor de verano (tiene nueva función en Undermovie mañana a las 21.00, entradas a 550 pesos) y sabiendo que Castro estaba en Uruguay, Infante volvió a recurrir a las redes sociales para ver si alguien tenía acceso a su entorno. A los tres minutos le escribió la abogada y escribana del cantante. “Hablé con ella, hablé con él y me dijeron que iban a venir a verme, pero que no podía saberlo nadie”, le comenta ahora Infante a El País.

“Hice todo el show sin saber que el tipo estaba”, dijo Infante. Castro había llegado 10 minutos después de iniciado el show y se había quedado al fondo. Dijo que no se puso nerviosa hasta que llegó el momento de contar la anécdota de cierre.

“Ahí me puse nerviosa y dije: la vida da revancha”, dice. Preguntó si Castro estaba ahí y el cantante, en medio un silencio generalizado, en vez de responder caminó hacia el escenario en silencio.

“Pasaron tres segundos que para mí fueron media hora y cuando se sacó el tapabocas la gente se dio cuenta que era Cristian Castro, y de ahí en más todo fue una locura”, dice Infante quien se burló de su remera y terminó cantando con su ídolo.

“Cantó de verdad, pero ni se escuchaba porque la gente estaba a los gritos cantando también”, dice Infante entre risas.

La tormenta

Ahora Infante prepara para fines de marzo su nuevo espectáculo Yo soy la tormenta que será el primer unipersonal de comedia, dice, en llegar al Auditorio Nacional del Sodre. Será el 22 de marzo, a las 21.00 en la sala principal del complejo. Las entradas están en Tickantel desde 480 pesos.

“Sentí que para este tercer unipersonal (Flor de verano es un grandes éxitos de Jardín de infante e Intensidad con alguna novedad) tenía que hacer un salto en lo artístico con respecto a lo que vengo haciendo. Eso por la sala, porque tengo varios años como comediante y porque tengo la oportunidad única de hacer el show. Será un show enorme”, dice Infante.

“La sala me abraza y permite unir mis dos mundos, el de la actriz de arte dramático con la comediante. Igual es impactante estar paradita allí”, dice.

Para Infante un show no es solo subirse al escenario, tiene que tener una teatralidad que no siempre se consigue plasmar. Con Jardín de Infante llenó las paredes del Movie de pasto, y para Yo soy la tormenta se reunió con Dana Liberman, María Noel Riccetto y Omar Argentino Galván para que la ayudaran a preparar distintos momentos de este show ; como siempre tendrá la dirección de Ernesto Muniz.

Dice, además, que gracias a los técnicos se hará posible lo imposible. Habrá que esperar al estreno.

“Creo que por primera vez tengo la oportunidad de montar en una sala lo que pasa en mi mente y quiero que vayan a conocer mi cabeza”, dice la actriz.

Carnaval y más

Infante continúa con su segmento sobre Carnaval en Subrayado. “Si bien lo de Aldo Martínez en Zíngaros es impresionante, siento que este es el año de las mujeres en Carnaval”, dice.

Además está escribiendo un libro que Penguin Random House editará en mayo. Si bien no puede decir el título, adelanta que no será un texto de un show.

Claro que sus proyectos y compromisos, sumado al cuidado de sus hijos y el perro que rescató en plena pandemia, le generan ansiedad pero aprendió a lidiar con esos temas. “Tengo mis momentos, medito mucho para bajar, sino los botones de la cabeza siempre están prendidos. Esto no se apaga fácil”, dice y vuelve a reírse.

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