Franklin Rodríguez: el robo que sufrió, la fanática obsesionada y el desafío de llevar al teatro a Stephen King

El actor, dramaturgo y director habla de cómo distintos hechos que ha vivido lo ayudaron a protagonizar "Misery" que se estrena el jueves en Teatro del Notariado y lo hace salir de su zona de confort.

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Franklin Rodríguez. Foto: Leonardo Mainé
Franklin Rodríguez.
Foto: Leonardo Mainé.

Franklin Rodríguez dormía cuando ladrones entraron a su apartamento hace pocas semanas. No importaron las rejas, ni las cerraduras, entraron por una ventana muy alta que, pensaba el actor, no pasaba ni un niño.

Todavía se pregunta qué hubiera pasado si se hubiera despertado al escuchar un ruido. Esa sensación, una mezcla de temor e impotencia la sublimó para su rol de Paul Sheldon, el escritor que luego de un accidente es rescatado por “su fan número uno”, quien lo mutila y obliga a reescribir su última novela. Esa es la trama de la obra Misery que se estrena el jueves 8 en el Teatro del Notariado y tiene entradas a la venta por Redtickets.

Con dramaturgia de William Goldman, quien se encargó de realizar la adaptación del libro de Stephen King al cine (la protagonizaron Kathy Bates, quien ganó el Oscar, y James Caan), Misery se estrenó en Broadway en 2016 con Bruce Willis en el papel que ahora interpreta el uruguayo.

Franklin Rodríguez en la obra "Misery".
Franklin Rodríguez en la obra "Misery".
Foto: Difusión.

Toda la acción transcurre en uno de los cuartos de la casa de Annie Wilkins, que en Broadway estuvo a cargo de Laurie Metcalf y en esta versión que dirige Christian Zagía, interpreta Maru Sus.

Se trata de una obra que hace cuatro meses está ensayando Rodríguez, lo que, para el actor, es mucho, pero ha valido la pena. Sobre todo el trabajo ha sido en aprender a usar la silla de ruedas, y por las escenas de lucha que requiere el texto y que Zagía, un especialista en la materia, los fue guiando para que se vea natural en el escenario.

“Tengo que ensayar en ruedas y en la cama con las piernas quebradas. De todo mi cuerpo, solo actúa la parte de arriba, ya que no camino. Me paso toda la obra así, algo que nunca me había pasado”, cuenta con entusiasmo sobre este desafío.

“Estoy viviendo una experiencia nueva, linda y en una obra de suspenso, lo que me saca de mi zona de confort”, agrega. “Acá no hay monstruos ni cosas que salen. Es la naturaleza humana en su peor expresión, que es peor que cualquier monstruo”.

Franklin Rodríguez en la obra "Misery".
Franklin Rodríguez en la obra "Misery".
Foto: Difusión.

Para Rodríguez, la obra también permite reflexionar sobre el peso de la fama, la distancia que se ha acortado entre los famosos y sus seguidores a través de las redes sociales, y también en ser encasillado, como le ocurre a su personaje luego de ser secuestrado por Annie.

—Imagino que a vos, la gente te encasilla como comediante.
—Sí, recién venía a la entrevista y un tipo me dijo: “tenés que volver a hacer Debajo de los polleras”, y le dije que tal vez no era el momento. “No, tenés que hacerla, hay que hacerla”, siguió ya con otro tono el señor. Me quedé pensando en eso, porque es lo que queda en la mente de la gente, que hacés una cosa, y no quiere otra. Si bien no soy Sabina, es como cuando lo encasillan para que siempre haga “Calle melancolía”, y también es el problema del personaje de esta obra. Creo que Misery da para varios análisis porque, además, tiene mucho humor.

—¿Te ha pasado, como al personaje de Paul Sheldon, tener un encuentro con una fanática perturbada?
—Me pasó, pero no algo tan salvaje. Me pasó con una alumna hace como 15 años. Una amiga siempre la llevaba a la casa en su auto, y un día la invita a tomar un café como agradecimiento. Mi amiga entra y ve en la pared que había un vestido de novia abierto y clavado a la pared por las mangas. Le dice “ché, ¿por qué tienes un vestido de novia clavado?” Y le explicó que es el vestido de novia que usó su abuela, su madre y que ahora va a usar ella. “¿Ah, te vas a casar?”, preguntó ingenua mi amiga; “sí, con Franklin Rodríguez”, le respondió. Me terminó llamando a la medianoche para contarme lo que le había pasado.

—¿Llegó a pasar algo complicado?
—No, no pasó nada, pero era una obsesión de la que ni me había enterado. También me pasó cuando hice Doña flor y sus dos maridos. Si bien fueron hechos que no pasaron al punto de la violencia, como quebrarme las piernas como en la obra, había una cosa obsesiva. Y ahora con las redes sociales es peor; por eso solo las uso para promocionar cosas y casi ni aparezco, ni digo “estoy en tal lado”, porque me da miedo ese tipo de cosas.

—¿Y cómo repercutió eso que viviste en la obra?
—Cuando lo conté en el teatro, me decía el director: “qué brutal, podés usar eso”, y yo decía “si”, pero con miedo, porque no sabés hasta dónde puede llegar la otra persona.

—Para vos, hacer una obra de suspenso, es salir de tu zona de confort.
—Sí, totalmente. Es un personaje muy distinto a lo que he hecho, y es un placer, porque estás bien dirigido y acompañado por una actriz (Maru Sus) fantástica que la gente va a conocer. No es que sea parecida al personaje, pero tiene algo cuando compone el personaje, que te da miedo. Y hay una pelea final impresionante. Puede que dure dos minutos, pero está tan bien coreografiada por Christian Zagía, que jamás pensé que en mi vida me podía pelear de esa manera.

—¿Qué tiene la obra que te llamó la atención?
—Es impactante, y lo que te genera es miedo. Miedo porque no sabés cuándo alguien se mete en tu vida. Ya puede ser un ladrón, como el que me robó el otro día, o alguien que se mete en tu vida. Esas cosas te hacen cambiar la percepción de las cosas.

—Y la obra presenta otro desafío para vos, ya que tenés que estar postrado en una cama todo el tiempo.
—Claro, no me puedo parar, y ese limitante es formidable para la actuación. Sobre todo en el final. En casi toda la obra estoy acostado en la cama, moviendo de la cintura para arriba, en otra parte me muevo en silla de ruedas, y en otra parte Annie me agarra a trompadas. Solo camino en el final, para saludar. Esta obra parece algo salido de Hollywood.

—Además de esta obra, ¿hay más proyectos para este año?
—Con Misery vamos a estar en agosto y setiembre, porque después, en octubre me voy a Turquía, El Cairo, también a Frankfurt, Dinamarca y Suecia, para hacer teatro allá. El año pasado estuve en El Cairo una semana porque tienen un Centro Cervantes, hay gente que estudia español, y llevan obras de teatro. Fue una experiencia única, y ahora volvemos a El Cairo que es un lugar fascinante. Igual, estuve 6 días y tres los pasé en el baño, casi me muero. Ahora vuelvo, ya sabiendo qué hacer y comer, y qué no.

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