Gabriel Calderón, el hombre detrás del año triunfal de la Comedia Nacional: "El prestigio está para gastarlo"

"Si hubiera un Mundial, nuestra compañía estaría peleando los primeros puestos", dice Calderón, que habla de una temporada brillante en la Comedia Nacional, de presupuesto, sueños y teatro.

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Gabriel Calderon
Gabriel Calderón, director de la Comedia Nacional.
Foto: Gianni Schiaffarino

El año pasado, todo se trató de arder: de prender el fuego del teatro y mantenerlo vivo, de expandir su calor. Entonces 2023 fue de estallar: sobre la hoguera que ya había alimentado, la Comedia Nacional lanzó clásicos como combustible que fue generando estampidos, chispazos frenéticos. En la escena cultural montevideana, este año, nadie pudo ser ajeno a semejante explosión.

Ahora, en charla con El País, el artífice del fenómeno dice que todo lo que ha ocurrido —el prestigio ganado, las entradas agotadas, el interés genuino que la Comedia despertó en un nuevo público— tiene “una ola hermosa” y una contraparte. Gabriel Calderón, dramaturgo y director de 41 años, y hasta fines de 2024 director de la Comedia Nacional, dice que hay cansancio y que hay satisfacción. Y la convicción de que, si hubiera un Mundial de compañías artísticas, esta Comedia daría pelea, disputaría los primeros puestos, sería heroica.

Cosas como Edipo Rey, Frankestein o la desmesurada Macondo son una prueba.

De eso, esta charla.

Hace un año, cuando te preguntaba qué sentías que había dicho tu primer año en la Comedia, hablabas de ser algo que abriera, que lo tocaras y se transformara. Hoy, ese objetivo está logrado.

—Incluso más. ¡No esperábamos tanto! Hay un mérito de la compañía, otro mérito mío desde el liderazgo, pero cuando sucede algo tan grande hay otro mérito que pertenece a la ciudad, a los uruguayos, y eso me interesa detectar. Un año atrás yo decía: “Esto tiene que pasar, y si no nos acompañan, fracasaremos con éxito”. Dada vuelta la página es: no sólo te acompañaron, lo celebraron y quieren más. Entonces decís, ¿qué están soñando?

—Uno de los reclamos más escuchados de 2023, un año de entradas agotadas, fue que las temporadas son cortas. ¿Cuál es la justificación?

—Hay mitos ahí. ¿Qué quiere decir temporadas cortas? Si es cantidad de funciones, hacemos la misma cantidad de funciones o más. Si es cómo esas funciones están distribuidas en el tiempo, sí es más corto, pero es para permitirnos hacer más cosas. Responde a un modelo de que la compañía tiene que contener artistas para que puedan crear, entonces nos exigimos: se bajan las cosas porque estamos creando otras que la gente quiere ver. Si la discusión fuera por qué no tener un teatro para poder mantener el repertorio, yo estaría de acuerdo. La Comedia necesita un teatro propio y hoy lo podría llenar, pero me pregunto: a nivel cultural, ¿no hay otras prioridades? ¿Los teatros no tendrían que mejorar? ¿El teatro independiente no tendría que tener más recursos? Tal vez antes de seguir creciendo acá, es importante que esta realidad de la Comedia no se desacople de la de los teatros independientes.

—Vos sos un hombre del teatro independiente. ¿Este fenómeno en que se ha convertido la Comedia, cómo le pega al teatro independiente? ¿Le suma, lo complica?

—Si la Comedia Nacional creció, no fue a costa del teatro independiente. Otra cosa es que yo pueda decir, suelto de cuerpo, que se está agregando público. Yo creo que sí, que la Comedia está agregando público teatral a la ciudad, y eso el teatro independiente sabrá aprovecharlo. Después creo que soy hijo de una discusión prehistórica donde la Comedia Nacional y el teatro independiente eran dicotomías que se peleaban. Esa pelea la recibí como un empobrecimiento; en su momento, cuando alguien vino y le dijo a la Comedia: “No pueden crecer tanto, para que crezcan otros”, ese dinero se fue, esos recursos se fueron, y no es que vi al teatro independiente crecer. Yo estuve ahí, y si ese dinero pasó, no se quedó. Me parece que esas dicotomías sirven para gente que está más interesada en sacar dineros de la cultura que en hacer crecer el teatro independiente. Entonces toda mi estrategia ha sido de crecer con el teatro: las coproducciones, los becarios, las contrataciones, las giras internacionales. Y sé que hay un punto en que la Comedia está creciendo mucho, y si el teatro independiente no acompaña, es un ancla injusta del sistema. No por el teatro independiente. Que haya 240 artistas profesionales que pueden entrar a una compañía habla de un espacio que no los está conteniendo y de que hay que empezar a verter presupuestos y recursos en el teatro independiente. Yo lo sé porque vengo de ahí y voy para ahí. Yo creo que este crecimiento de la Comedia Nacional no se explicaría si no hubiera los talentos que hay en el teatro independiente. Yo soy un ejemplo de eso.

Si la Comedia Nacional creció, no fue a costa del teatro independiente

—¿Hay artistas que siguen creyendo en esa dicotomía?

—No los conozco. Sé que en un momento estuvo planteado así, y me imagino que cualquier persona que hace el trabajo con el mismo amor que la Comedia Nacional, y ve que acá se recibe un sueldo y del otro lado nadie les paga o suben un precio de la entrada y los cuestionan, eso puede ir generando un resentimiento. La verdad es que el teatro independiente no lo hace sentir, y es su mérito: dar sus luchas sin atacar donde están los recursos en cultura. Porque los recursos en este país existen. Cuando uno ve que compran un Hércules o lo que gastan en un edificio o una ruta, y agarrás esos millones de dólares y lo comparás con lo que tiene el teatro, entonces estamos dando una discusión donde no es. La Comedia Nacional no tiene un millón de dólares.

—¿Cuál es el presupuesto de la Comedia Nacional?

—El presupuesto real, con el que gestionamos, son unos 10 millones de pesos. El que ejecutamos real después de entradas vendidas, refuerzo, proyectos con otras entidades, es 20 millones de pesos. Estoy hablando de 500 mil dólares. Ahora que estamos yendo a la compañía a Francia o España, nosotros presupuestamos toda la programación con 300 mil dólares más o menos. “¿Cómo hacen?”, te preguntan inmediatamente. Es una discusión muy infantil a veces: nosotros queremos que nuestra cultura sea como la cultura del mundo, pero no estamos dispuestos a invertir en eso. Y cada vez que se pone un peso se compara con un vidrio roto en una escuela. Hay un punto en que tenemos que entender que la cultura es como la seguridad, la salud o la educación: si no la defendemos con recursos públicos, después es muy difícil que la podamos disfrutar.

—Este año, hablando de clásicos en una entrevista con Cadena Ser, dijiste: “Hay que descubrir lugares que no parecen, en principio, placenteros, entretenidos, sorpresivos o graciosos”. ¿Qué descubriste viendo las puestas de la Comedia Nacional en 2023?

—(Piensa) La respuesta de la gente a la convocatoria de clásicos es una lección que me llevo. Lo segundo es que aunque puedo creer que este es un país conservador, en su disfrute artístico no lo es: agradece mucho el riesgo artístico. Tenía mucho miedo con La Gayina, Frankestein, o cuando nos metimos con Lorca, que acá aparecen lorquianos de abajo de una piedra... Al final, el público no nos cargó con su disgusto. Nosotros hacemos teatro y nuestro compromiso es hacerlo en la excelencia. Ahora, lo que te pasa a vos es algo que te pasa a vos. Y para eso creemos en el entorno, porque somos espectadores y cuando te pasa una experiencia artística tenemos que hablar de ella. Pero no necesariamente es nuestra experiencia. Nuestro es el trabajo que la provoca. Entonces tal vez hay que tirar la piola de la exigencia. Algo de eso estoy soñando para el año que viene.

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La obra "Frankestein" de la Comedia Nacional.
Foto: Carlos Dossena

—¿Hay alguna certeza?

—Está toda la programación hecha, no la puedo contar. Sobre todo porque es mi última temporada, entonces va a tener mucho amor de mi parte. Yo siento que mi país me regaló esto, entonces lo único que sé hacer es hacer teatro bien, y quiero una temporada que sea un regalo a todos los que hicieron esto. Tenemos claro que la compañía es un valor, que la ciudad la disfruta y que tiene la fuerza para competir con cualquier compañía mundial. Esa es una certeza que tengo. Si hubiera un Mundial, nuestra compañía estaría clasificada y peleando los primeros puestos. Entonces tenemos que ser conscientes de que tenemos un equipo de fútbol que puede ser campeón mundial, y no le podemos pedir que esté jugando solo nuestro partido los domingos. Tenemos que mandarlo y que juegue esos partidos para que este prestigio crezca. Y soy un convencido de que el prestigio está para gastarlo, no para tenerlo; si ganaste mucho prestigio, usalo. Si este año nos fue bien es porque nos gastamos el prestigio que acopiamos, entonces vamos a hacer riesgo. Un riesgo distinto.

—Con 2024 termina tu gestión en la Comedia Nacional y has dicho que volverás al teatro independiente. Vas a cerrar este período justo cuando se cierra un período de gobierno, lo que da para pensar que tu futuro podría estar en un cargo cultural a nivel nacional.

—Un día me llamaron, en el gobierno de Tabaré Vázquez, y me hicieron un ofrecimiento de director nacional de Cultura. Yo había hecho los festejos de Bicentenario, estaba de director del INAE (el Instituto Nacional de Artes Escénicas), y ahí me di cuenta que no es pa' mí. Y cuando dije que no a eso, me di cuenta que tenía que elegir bien los lugares donde iba a hacer gestión, porque si bien yo amo la cultura, mi mundo es el teatro. Te cuento esto para decir que me pueden ofrecer lo que quieran y siempre va a ser un honor para mí, pero tengo bastante definido que mi terreno, donde yo sirvo para esta ciudad, es vinculado al teatro. Y ya tuve el honor más grande que es ser director de la Comedia Nacional, que es un prestigio mundial. La verdad es que yo sueño con volver, me voy porque seis años es mucho para mí. Pero yo no pretendo más, y me costaría aceptar otra cosa porque no veo nada que sea superador a ser el director de la Comedia Nacional. A su vez, tengo trabajo: en 2025 estreno en el Píccolo en Milan y en España; eso me va a tener ahí y ya es un problema para estos cargos. No te quiero decir que no voy a aceptar nada porque nunca sé lo que puede venir. Lo que sí te quiero decir es que no solo no tengo pretensiones, sino que tengo la conciencia de que estuve en el lugar más lindo e importante que puede tener este país para mí, que es la Comedia Nacional. Ha sido un honor y así he trabajado.

Tengo la conciencia de que estuve en el lugar más lindo e importante que puede tener este país para mí

—Entonces Calderón, el hombre de teatro que ya llegó al lugar más alto al que podía llegar, ¿qué sueños enfrenta?

—¡Yo quiero cambiar el mundo! Quiero cambiar el mundo y con teatro, que es mucho más difícil. Tengo muchas ambiciones. (Piensa) La ambición de uno, en el mejor y peor sentido, es una cosa muy delicada que es importante no revelar porque se apaga. Sirve si te hace hacer, y en un artista, si sirve mal te hace hacer cosas malas, pero si sirve bien es como eterna. Entonces la gente dice: “Ay, todo lo que lograste”, y ellos no saben en realidad. Yo quería hacer muchas más cosas con la Comedia. Cuando estábamos haciendo el concurso alguien me dice: “¿Cuánta gente quieren que entre?”. Y yo digo: “Tres millones y medio no estaría mal”. ¡Seríamos el primer país artístico! Eso es como la utopía, pero es importante tener ambición. Sobre todo para no claudicar.

La temporada 2024 y hacer "algo más vivo"

“Creo que el desafío para el año que viene es en este sentido: si estamos todos en la misma página del crecimiento y la exigencia, ¿a dónde vamos a llevar esta compañía?”, dice Calderón a modo de adelanto de su tercer y último año al frente de la Comedia Nacional. Sin dar títulos ni nombres de artistas, que llegarán de distintos campos y lugares —todo se revelará en febrero—, anticipa que la compañía estará en mayor contacto con los barrios y que fantasea con hacer una obra en verso, mientras evoca el mítico impacto que generaba en escena Margarita Xirgu, y se pregunta si es posible generar algo así. “Yo creo que lo grande ya fue este año. Ahora lo que quiero es algo más vivo, ¿viste?”, suelta.

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