ENTREVISTA

Gabriela Acher vuelve al teatro y dice: "Voy a morir con las botas puestas arriba de un escenario"

La conocida actriz y escritora uruguaya dará funciones del unipersonal "¿Qué hace una chica como yo en una edad como esta" en sala Undermovie.

Compartir esta noticia
Gabriela Acher
Gabriela Acher.
Foto: La Nación /GDA

Nicolás Lauber
*
Es actriz, comediante, escritora y tiene una vitalidad envidiable. Gabriela Acher está de regreso a la sala Undermovie con su unipersonal ¿Qué hace una chica como yo en una edad como esta? que tendrá funciones del 2 al 5 de marzo. Las entradas están a la venta por la boletería y web de Movie.

Sobre su carrera, su humor y su vitalidad es esta charla con El País.

—Hace 60 años que está en los medios. ¿Cómo se mantiene una chica como usted en tiempos como estos?
—(risas) Aggiornándose, es la única manera posible. Hay que acercarse a las nuevas tecnologías. En este caso, ¿Qué hace una chica como yo en una edad como esta?, el unipersonal es una especie de charla Ted, súper científica en la cual desarrollo una teoría que dice que gracias al hecho de que las “nuevas generaciones”, o sea las de 40, 50, 60 y 70 años, se ha logrado correr el gen del envejecimiento 20 años para atrás. O sea que los 60 son los nuevos 40, los 50 los nuevos 30, los 40 los nuevos 20 y las de 20 todavía no nacieron. Hay que creerlo y soy prueba de ello.

—Empezó en la mejor época del humor, con Telecataplúm.
—Un comediante no podía soñar un mejor principio para su carrera que ese programa. Es que Telecataplúm lo escribían Jorge y Daniel Scheck que fueron los libretistas y productores del programa más diferente y extraordinario de la televisión. Tenían ese humor tan culto, elegante que gracias al cielo, yo heredé. Trabajar con ellos no solo me abrió las puertas de Argentina, también del mundo porque después fui a México y años después a España, y en todos lados me conocían por Telecataplúm. Pero lo que más tengo que agradecer es haber aprendido de esos libretos maravillosos de Jorge y Daniel, para poder desarrollar muchos años después mi propio humor, y sentirme realmente una heredera de ellos.

Gabriela Acher
Gabriela Acher. Foto: La Nación /GDA
La Nacion/GDA

—Es una capocómica que ha trabajado con Jorge Porcel, Alberto Olmedo, Tato Bores y Antonio Gasalla. ¿Cómo fue trabajar con ellos?
—De Olmedo y Porcel me acuerdo poco porque no trabajé mucho con ellos, hice dos películas y en el cine no estás muy junto con las otras personas. Con Gasalla sí me acuerdo porque hice dos temporadas magníficas en el teatro Estrellas y además Antonio me enseñó mucho. Yo siempre estaba preocupada por si se me veían los rollos, y Antonio me decía: “en el teatro no importa nada. Podés ser linda, fea, vieja, joven, flaca o gorda, lo único que importa es la energía que le transmitís al público”. Y tenia razón, aunque eso lo comprendí muchos años después, cuando empecé a sacar mis libros y hacer los unipersonales. Era mi destino, porque el unipersonal está hecho a mi medida. Me encontré con el trabajo más satisfactorio de un actor.

—¿Hoy tendrían cabida en la pantalla el humor de Porcel y Olmedo?
—Por suerte que no, porque era muy misógino y basado en humillar a la mujer. Recuerdo los teatros de revistas de ese momento. El cómico hacía todo un monólogo al lado del culo de la vedette, y remataba diciendo: “solo le falta hablar”, y por suerte todo eso ya no se puede hacer. Afortunadamente nunca tuve que restringir mi humor porque he sido feminista desde la época que más que una ideología, era un prontuario.

—¿Le generó inconvenientes ser feminista en esa época?
—Un poco, sobre todo en la vida personal porque a partir del momento que empecé a escribir, los hombres se asustaron y se fueron (risas). Hacía un personaje, “La doctora Diú” que que era una especie de vengadora de las mujeres. Tenía un concurso que se llamaba: “Traiga a su marido usado de más de 40 que ya no funciona que se lo cambiamos por dos de 20 cero kilómetro”. Desde entonces los hombres huyeron de mi vida como en estampida (risas). Otro inconveniente que se podría asociar al feminismo ocurrió en en los años ochenta, todavía trabajaba con algunos de mis compañeros de Telecataplúm en el programa Comicolor y empecé a escribir mis libretos, aunque a mis compañeros no quisieron que escribiera. Propusieron que al año siguiente volviera, pero solo para actuar, que no escribiera.

—¿Y qué hizo?
—Me fui, elegí mi escritura. Lo bien que hice. Y mis libros llegaron a todos lados, me permitieron hacer un unipersonal de cada uno y elegir esta vía para mi carrera que la he hecho continuar por tanto tiempo. Tuve inconvenientes, sí, pero ninguno de ellos me alejó de mi camino. Mi trabajo ha sido mi guía y siempre seguí mi estrella, mal no me ha ido.

—Ahora llega para hacer cuatro funciones seguidas. ¿Le preocupa el cansancio?
—Es un poco exigido, pero lo haré. No es grave, mientras la memoria me acompañe. Y yo voy a morir con las botas puestas arriba de un escenario, que no quepa la menor duda.

—A lo largo de su carrera ha hecho humor con las distintas edades de la mujer. ¿Así lo pensó desde un principio?
—Sí, yo me hice un compromiso a mí misma de ir acompañando a la mujer en cada etapa de la vida que yo fuera pasando, y de la cual me pudiera reír. Y así lo estoy haciendo. Ahora estoy en esta etapa en la cual hablo de los 40 a los 70 años y hago reír a las mujeres con el paso del tiempo. Eso es lo que me hace feliz.

—¿Hay algún secreto para poder tener su vitalidad?
—Me cuido mucho, también me quiero. Hay gente a la que no le gusta la edad, yo no tengo ese problema y tengo cosas buenas para decir porque sigo aprendiendo. Por ejemplo, tengo menos miedo que antes, porque no tengo tiempo para el miedo. Antes me angustiaba por las cosas que me daban miedo, ahora ya no. Aparte, otra cosa que se adquiere con el tiempo, es una autenticidad, un derecho para ser vos misma, que no tenía cuando era más joven. Ahora me veo en los videos con Tato Bores y estaba espléndida. Más linda no se podía estar, pero yo me sentía un gusano. Estaba llena de complejos, que el rollo de acá, y ahora tengo otra compasión por mí misma. Tengo la autoestima más alta cuando el cuerpo está más deteriorado, pero es así. Me quiero más, me perdono más, y me cuido. Tomo mucha agua, nado mucho en el mar que es lo que más me gusta en la vida y por eso me paso el verano en Punta del Este, porque la Mansa es mi segundo hogar. Ando en bicicleta, camino mucho y me cuido. El cuerpo, por suerte todavía responde.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar