ENTREVISTA
El comediante habla de su presente, sus nervios y anhelos, y adelanta el unipersonal "Gracias" que realizará en diciembre en el Antel Arena
El café está caliente pero eso no parece frenar a Germán Medina. Toma despacito y, todo indica, se está quemando. "Son pequeños sorbos de ansiedad", intenta explicar. "Me apasiono mucho al hablar porque me gusta lo que hago, entonces me pongo medio loco y me quemo".
Medina se encuentra con El País para hablar de Gracias, el espectáculo que presentará el 17 de diciembre en el Antel Arena y para el que ya se agotaron varios sectores con tres meses de anticipación. La ansiedad, por lo visto, es compartida con su público.
"Más allá que para la gente es un show, para mí es un sueño y estoy como en el aire. Así que estoy feliz y sorprendido, también muy nervioso", dice.
Está, además, en un momento de mucha actividad: es parte de La culpa es de Colón, de Trato Hecho y Las cosas en su sitio en Radio Sarandí.
—¿Por qué Gracias?
—Es un nombre que me resulta contundente porque es una palabra maravillosa. Me mata cuando vas a comprar algo y quien te atiende no te dice “gracias”. El ser agradecido es un don que no todos tienen y yo trabajo para tenerlo. También el título tiene la lectura que este espectáculo, esta locura, es indudablemente gracias a que el público te sigue. Siempre planteo el reírnos juntos, pasarla bien, festejar y la primera parte del espectáculo es agradeciéndole a la gente por juntos lograr este sueño de hacer un Antel Arena. No se me ocurre otra forma de titularlo.
—¿Por qué elegiste ese lugar?
—Porque es muy grande, es un espacio donde se puede hacer lo que quieras técnicamente hablando. Además es techado, y los espectáculos internacionales van ahí, ¿por qué yo no?
—Hace más de dos años decidiste que ahí iba a ser tu siguiente show. ¿Siempre sos tan decidido?
—Tengo el privilegio de que trabajo y vivo de lo que amo, entonces al cumplir sueños profesionales también se cumplen mis sueños personales. Además con esto le estoy respondiendo al Germán guacho cuando le dijo a sus padres que quería ser comediante. Es una respuesta a eso y también al seguir un camino imaginado. Cuando bajé del Teatro de Verano, lo primero que pensé fue en mi siguiente desafío y me dije: “el Antel Arena”. Pensé hacerlo en 2020 y mi nivel es tal que la contraseña del Wifi de casa era AntelArena2020. Fue para demostrarme a mí que lo iba a hacer. La pandemia atrasó todo, y en 2021 continuaba la inseguridad del público en aglomerarse. Y si la gente está con miedo no tiene sentido hacer funciones porque uno las hace para el público.
—¿Sos de ponerte metas así de grandes?
—Hay colegas y amigos que me hablan del Antel Arena como un final. Como que más de esto no podés, y hay mil cosas para hacer que no tienen que ver con el tamaño del lugar sino con seguir siendo feliz en lo que me gusta hacer: escribir espectáculos nuevos, explorar temas de los que no hablé, subir al escenario cosas distintas. Siento que recién arranqué, tengo 36 años y realmente me siento en total plenitud de seguir haciendo cosas porque, además, recién hace 10 años que hago esto. No es que estoy con esto hace medio siglo. Por eso me hace ruido eso de “llegaste”, porque en el arte no se llega a ningún lado. Esto es un camino que tenés que disfrutar.
—Desde que empezaste a soñar este show llegaste a la televisión con dos programas semanales, La culpa es de Colón y Trato Hecho, y también hacés radio. Si bien antes de esta exposición habías llenado un Teatro de Verano, ahora tenés más visibilidad.
—Sí, la televisión para cierto público te da una verificación. La televisión, incluso con las redes siendo tan fuertes y la cantidad de espacios y formatos que se generan para la comunicación, sigue sosteniéndose en una cantidad de público. Yo disfruto de la tele enormemente. La paso bien, tengo compañeros maravillosos, y lo que más celebro y valoro es que debuté con La culpa es de Colón. Empecé en un programa que estaba hecho a medida del humor. De nosotros cinco, ellos son geniales, y además me abrieron la puerta y no me hicieron pagar derecho de piso. Nunca fui el guacho recién llegado, me incluyeron y pude sostenerme en el programa porque al principio mis compañeros, la producción y el canal me acompañaron y me dieron un lindo espacio.
—¿Te sentís igual en televisión que sobre el escenario?
—Sí, la tele es un lugar donde se me permite hacer y decir lo que quiera, y trato de decir mucho con el humor. Después te puede gustar o no, y una de las cosas que más me ayudó a la hora de hacer humor fue comprender que está bien que a una cantidad de gente no le guste lo que hacés, y no tiene nada de malo, es parte del proceso.
—Ya sea en televisión o radio, aparece la esencia de Germán Medina.
—Sí, siempre intento ser yo. Es el camino que quiero seguir transitando: ser auténtico y comprender que esta versatilidad se permite gracias a la gente. Soy un obsesivo del trabajo, no estoy tan orgulloso de eso pero así me nace. Soy apasionado e intento ir al encuentro con el público, creo que eso es lo que define a un artista.
—Hace más de una década que estás dedicado al humor, ¿Cómo ves ese camino recorrido?
—De verdad siento que no despegué de ningún lado. Soy el mismo que antes de llegar a la televisión, la radio o el carnaval, igual. La vida son momentos y situaciones puntuales, pero cuando hacía shows en boliches allá por el 2010, disfrutaba mucho, me ponía muy nervioso, y me bajaba con frustración cuando no me iba bien. Lo que sí cambió es que en ahora no siento que cuando me va bien soy un crack y cuando no me va tan bien soy una porquería. Supe relativizar los resultados. En eso sí cambie y radicalmente porque nada ni nadie, ni yo mismo, va a impedir que continúe con este camino. Hace unos seis años había un Germán que se autoflagelaba a niveles de anulación y cambié. Estoy más equilibrado abajo del escenario, arriba soy un loco y voy a seguir así porque no encuentro otra forma de hacerlo. Lo que cambió es que estoy disfrutando del camino.
—Has hecho de todo, ¿hay planes para hacer algo nuevo?
—Quiero hacer un late night show. Que haya un entrevistado y sacarlo de la zona de confort. No quiero que venga a contar lo que todos ya sabemos, quiero conocer partes distintas. También que haya humor de actualidad. Por ahora es solo un sueño.