El sábado 19 de noviembre de 2022, Montevideo se parecía demasiado a una sucursal del circuito teatral porteño. Facundo Arana se subía al escenario del Teatro Metro para interpretar y conmover. A 10 cuadras, Julio Chávez era la travesti Charlotte en tiempos nazis en las tablas de El Galpón. A seis calles del último destino, Rodolfo Ranni, sus 85 años y su doble oficio de actor y director, lideraba una comedia sobre el divorcio. A 15 minutos del centro, Julieta Díaz, Gloria Carrá y Paola Krum cerraban, en el Movie, una noche absolutamente inusual.
Los productores responsables de varias de las obras argentinas que llegaron este año a Uruguay aseguran a El País que nada cambió. Que siempre fue más o menos igual: que las estrellas de esta talla, de este nivel de exposición, de esta popularidad televisiva, siempre frecuentaron las salas locales. Que aunque la economía en crisis del país vecino puede haber inferido en algo, esto es menos tendencia y más buena costumbre.
Sin embargo, Facundo Arana, Rodolfo Ranni, Julio Chávez, Julieta Díaz y Paola Krum y Gloria Carrá. Y también Juana Viale, Nicolás Vázquez, Nicolás Cabré, Mauricio Dayub, Patricia Palmer, Cecilia Dopazo, Verónica Llinás, Soledad Silveyra, Roberto Moldavsky, Luis Machín, Gustavo Garzón, Favio Posca, la troupe de José María Muscari en Sex, Luciano Castro, Gonzalo Heredia, Iliana Calabró, Pedro Alfonso, Sebastián Wainraich, Dady Brieva, Fátima Florez, Nito Artaza, Miguel Ángel Cherutti, Alejandro Fiore, Pablo Rago y así. Por si fuera poco, Susana Giménez.
Nunca, en una temporada teatral uruguaya, habían venido tantos artistas argentinos como este año. Las cifras oficiales se mantienen bajo llave: ni Agadu, que recauda lo correspondiente por derechos de autor, ni el área de Espectáculos Públicos de la Intendencia montevideana pudieron confirmar a El País la cifra exacta de visitas. Un repaso rápido por la cartelera anual da un mínimo de 60.
En el número frío caben cinco claves de un fenómeno que convocó, causó ciertas molestias entre teatreros locales, y marcó a fuego 2022.
La otra Carlos Paz
El primer verano pospandémico hizo que Punta del Este se convirtiera en una suerte de Carlos Paz uruguaya, tímida pero atractiva con una pequeña temporada teatral importada para animar a los visitantes. Así, Roberto Moldavsky se instaló en el Enjoy con un unipersonal que fue el plato fuerte, y compartió casa con Cabaret, otro espectáculo escénico que se mantuvo en cartel a comienzos de año.
En la Sala Cantegril, en tanto, Juana Viale encabezó El ardor, una propuesta que dividió opiniones entre la audiencia y aún así viajó mucho: de Maldonado se fue a seis departamentos del interior y luego al Auditorio del Sodre. Volvió en agosto y recorrió otras dos ciudades y la capital.
Para este flamante verano, la tendencia es la misma: Moldavsky volvió al Enjoy, ahora con De Punta a Punta; y también está Mauricio Dayub con su triunfal El equilibrista. Desde el 7 de enero, además, Martín Seefeld hará el music hall Holter en la Cantegril.
Una diva en escena
Este año, Susana Giménez decidió volver al teatro y lo hizo en su propia casa, que ahora es Punta del Este. Protagonizó Piel de Judas, que estrenó en julio en el Enjoy y tuvo funciones hasta setiembre. La acompañaron sus compatriotas Antonio Grimau, Julieta Nair Calvo, David Masajnik y los lugareños Patricia Álvarez y Sebastián Slepovich, además del interés mediático. “Es un placer enorme. Es la primera vez que trabajo en Uruguay así, y fue un placer”, le dijo entonces a El País.
El mayor éxito
En setiembre Una semana nada más, la comedia de Nicolás Vázquez, Gimena Accardi y Benjamín Rojas que llegaba con la ambiciosa promesa de risas cada 10 segundos, desembarcó en el Teatro Metro para consagrarse como la visita más popular del año. Agotó 10 funciones —llegaron a hacer dos por día—, convocó a 10 mil personas y hasta tuvo la visita de Luis Suárez, que se subió al escenario a agradecer y bailar “Viva la Vida” de Coldplay junto a su esposa y sus hijos. Con la mitad de funciones (5), Desnudos y su team estelar —Gonzalo Heredia, Luciano Cáceres, Esteban Lamothe, Brenda Gandini, Sabrina Rojas, Mercedes Scápola— fue el otro suceso de mayor convocatoria.
El humor solitario
Con otro modelo de funcionamiento y con entradas agotadas casi que pura y exclusivamente por la difusión en redes sociales, el stand up y el humor argentino también coparon la escena local. Dady Brieva recorrió 15 ciudades y Sergio Gonal, nueve. Y entre varios otros vinieron Favio Posca, Sebastián Wainraich, Dalia Gutman, Juampi González, Martín Dardik y Las chicas de la culpa (Malena Guinzburg, Fernanda Metilli, Connie Ballarini y Natalia Carulias), todos con sold out. Hubo más: Luciano Mellera, Lucas Upstein, Nicolás De Tracy, Carla Laneri, Diego Reinhold, Vale con Bigote, Esteban Menis, Dani La Chepi. Es apenas un recorte.
De nivel
Con el circuito comercial como espejito de colores, lo más interesante del teatro argentino también logró colarse este año en la cartelera local. En febrero, Ojalá las paredes gritaran, versión de Hamlet que Paola Lusardi convirtió en fenómeno independiente y llevó del living de su casa a la cima, pasó por el Solís. Luego, el Festival Internacional de Artes Escénicas (FIDAE) ofreció un puñado de títulos alabados por la crítica, que circularon entre Montevideo y el interior como Las cautivas, Imprenteros, Fuck Me, La vida extraordinaria. Pero como lo de Pompeyo Audivert en Habitación Macbeth, hay quienes dicen que no hubo nada igual. Nada, en un año en el que pasó todo.
Producción: Rodrigo Guerra, Nicolás Lauber