Juana Viale y Luciano Cáceres hablan sobre "El Ardor", la obra que traerán a Uruguay

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Luciano Cáceres y Juana Viale. Foto: Leonardo Mainé.

ENTREVISTA

Los actores argentinos dialogaron con El País sobre "El Ardor", la comedia dramática con la que girarán por ocho ciudades uruguayas durante todo enero

Juana Viale ruge. Expande los brazos, abre la boca, se saca los lentes oscuros, fija la mirada al techo y deja salir un largo grito gutural. Luciano Cáceres, que está sentado a su lado, la mira con sorpresa mientras sonríe. “Así es El Ardor, tiene mucho poder. Es como un rock and roll que suena muy fuerte”, dice Juana y retoma el tono cálido y reflexivo que define la mayor parte de su diálogo con El País. Se vuelve a colocar los lentes y le da paso a su colega, el director de la obra que protagoniza y cuyo regreso a las tablas es la excusa de esta entrevista. “El Ardor no para, no tiene descanso”, agrega el hombre de pelo enrulado y camisa floreada.

Los argentinos pasaron gran parte del día promocionando la gira de la obra que llevarán a varias ciudades uruguayas durante enero. Sin embargo, cada vez que reciben a un periodista en una de las salas de conferencias del Hotel Hyatt, se entusiasman mientras narran los detalles de la historia escrita por Alfredo Staffolani. “Acá hay ganas de laburar en equipo. Nos acompañamos, nos empujamos. Cada uno tiene la camiseta puesta y la va a jugar toda”, dice Cáceres sobre el equipo que, en escena, completan Juan Gil Navarro, Joaquín Berthold y Santiago Magariños.

Todas esas ganas y esa pasión que fluye cuando hablan sobre la propuesta, se esfuma cuando la charla intenta moverse hacia otros terrenos profesionales. Es por eso que en esta entrevista no se habla de cómo Juana ocupó el preciado sillón de su abuela Mirtha Legrand, o de cómo Cáceres llegó a la popular tira de Pol-ka La 1-5/18. El foco es otro.

Y El Ardor, como adelanta su título, se alimenta de una energía que quema, pero no es la que produce el entusiasmo; es la de la angustia. “Es un ardor que quema porque está todo apagado; arde de comezón”, asegura el actor. “Es como la llamita del TNT antes de explotar”, agrega Viale con una pequeña carcajada.

Juana Viale. Foto: Leonardo Mainé.
Juana Viale. Foto: Leonardo Mainé.

El relato de la obra, que durante enero girará por ocho ciudades (ver recuadro) se construye sobre todas esas situaciones que hace años están por explotar, pero que sin embargo se mantienen igual, inamovibles pero en tensión constante. La historia es la siguiente: hace un calor insoportable en el apartamento donde viven Rita (Viale), una maestra de apoyo escolar; Marco (Gil Navarro), un escritor de artículos en blogs;y Manu (Magariños), su hijo adolescente, en pleno despertar sexual. Hablan todo el tiempo, pero no dicen nada. Llenan el vacío con alcohol y la esperanza de que algo rompa su rutina asfixiante.

Es ahí donde entra Antonio (Berhold), un primo del Paraná que revuelve viejas tensiones familiares y lleva a la familia a replantearse el camino. Manu da a conocer cosas que había experimentado y que sus padres nunca tuvieron en cuenta; Rita confirma que está en una relación que ya no le da lo que necesita; y Marco descubre que para sostener su relación deberá cambiar.

Puede parecer un drama digno de ser llevado al cine de la mano de un director de fotografía que conozca los secretos de la riqueza expresiva que brindan los colores oscuros, pero, en realidad, El ardor es una comedia. “Contar estos dramas a través de la risa puede verse como algo ridículo o atroz, pero después va a decantar en un análisis”, explica Viale. “La comedia es una gran herramienta para atravesar estos temas”.

Luciano Cáceres. Foto: Leonardo Mainé.
Luciano Cáceres. Foto: Leonardo Mainé.

—Después de tantos proyectos de actuación, ¿qué desafíos los motivan a meterse en la vida un personaje?

Luciano Cáceres (L.C.): La motivación nace del juego, de poder ser otro para transitar otros roles. Por ahí es mucho más interesante que la vida propia, entonces está buenísimo vivirlo. Me divierte mucho y si además genera entretenimiento, reflexión y posibles despertares sobre cosas que estaban adormecidas en el público, es todavía más increíble. El Ardor nos trajo grandes conversaciones con los espectadores, como un chico que se sintió identificado con el personaje del adolescente (Manu) y trajo a sus padres al teatro para contarles lo que le estaba pasando y que aceptaran su elección de vida. Que la obra les haya servido para eso y que sus padres estén agradecidos y conmovidos, hace que tenga sentido la tarea que venimos haciendo hace años.

—Juana, ¿vos cómo lo definirías?

Juana Viale (J.C.): Que te permitan seguir haciendo esto es como cuando uno ve a sus hijos jugar. Están disfrutando y pueden pasar horas creando mundos. Es un poco lo que nos pasa a nosotros en el plano profesional, aunque en el teatro tenés un límite porque hay un texto para aprender. Pero lo delicioso es cuando el personaje arma un contexto con lo que no se cuenta pero que está ahí. Puede ser la pregunta de por qué usa un dije, por qué es tartamudo o por qué tiene un tatuaje. Es inabarcable y tiene ese poder de jugar constantemente. Claramente, es mucho más entretenido que nuestra vida... Si la contamos, cambian de canal (risas).

Luciano Cáceres y Juana Viale. Foto: Leonardo Mainé.
Luciano Cáceres y Juana Viale. Foto: Leonardo Mainé.

—Y si vamos al título de la obra, ¿cómo explicarían ese ardor en sus propias vidas?

L.C. : Es la comunión del teatro, lo eventual y lo único de ese ritual; esas cosas se generan solo con el intercambio. Durante la pandemia hubo experiencias por streaming, pero costaba mantener la llama encendida. Pero esta pausa hizo que se juntaran más fuerzas y que se disfrute el presente a más no poder. Nos sentimos libres al salir del país, recorrer ciudades y ver a otros públicos.

J.C.: El ardor viene de algo de esencial, que es sentir que algo te quema para poder tener esa acción. Puede ser que un contador público decida saltar al vacío y transformarse en un artista plástico, hasta despertarte todas las mañanas y ponerle energía y buen humor a todas sus tareas. Me parece que la pulsión interna, esa que te quema adentro, tiene que estar presente siempre. El día que eso se apague, uno tiene que cuestionarse por qué hace lo que hace.

—¿Qué admiran del trabajo del otro?

L.C : Me encantaron las dos experiencias que tuve como director de Juana y ver  cómo ella se manda al desafío. Quería sacarla de ese lugar de confort para verla en un lugar lúdico y brillando. En los dos trabajos que hicimos juntos, vi a una actriz plena, y eso lo disfruto mucho.

J.V.: Lu es un gran ser humano, más allá de todos sus títulos profesionales. Cuando uno trabaja con alguien que tiene una capacidad humana mucho más arriba que la de la media, eso me hace decir: "Ah, ¿querés hacer esto? Sí, vamos". 

—Esa confianza es fundamental para animarse a cada proyecto, ¿verdad?

J.V.: Sí, pero además es un director súper exigente, que sabe lo que quiere y para qué lo quiere. Nada está librado al azar porque es muy puntilloso y muy detallista; yo soy bastante colgada y volada, y él te trae al proyecto y a sus exigencias. Tengo una anécdota: cuando estábamos por estrenar dos obras, no me daba más el cerebro por los textos de ambas. La otra obra era muy física y tenía tres cambios de vestuario; entonces llegué a un límite. Todos mis compañeros me preguntaban si estaba bien y yo les decía que sí, pero un día... ¿Te acordás, Lu? (sonríe)

L.C.: Sí, ya sé todo... (risas)

J.V.: Empecé con que no iba a poder...

L.C.: ¿Y qué te dije?

J.V.: Me dijiste: "Qué bueno, me encanta que te caiga todo esto como un manto de realidad". (risas)

L.C.: Es que yo sentía que no se daba cuenta de lo que tenía que hacer...

J.V.: Todavía tengo el recuerdo de estar llorando mientras abrazaba a la mesa.

L.C.: Sí, pero cuando vean El Ardor se van a encontrar con una Juana en total plenitud, porque ella representa toda esa energía femenina que la obra requiere; desde lo más apagado hasta lo más encendido. Es una obra con un arco muy grande a desarrollar, de momentos muy tristes a muy efusivos y alegres; es de mucha hondura y de humor, y creo que eso es algo que habita Juana como persona y como artista. Para mí, Juana es como la Pachamama: tiene toda la tierra y todos los pájaros volando.

¿Qué esperan de su gira por Uruguay?

L.C.: Vamos por todo. Esperamos que el público nos acompañe y que sea una linda experiencia. Además, sé que en Uruguay se están cuidando y que se manejan con mucha responsabilidad. Va a ser espectacular, no puede fallar.

J.V.: No puede fallar aunque Tusam haya dicho lo contrario (risas).

teatro

"El Ardor", la obra que girará por ocho ciudades

El Ardor, la obra que recibió los Premios Estrella de Mar 2018 a Mejor Comedia Dramática, Mejor Autor (Alfredo Staffolani) y Actor Revelación (Santiago Magariños) regresará a las tablas con una gira uruguaya que pasará por ocho departamentos. La agenda se iniciará el 7 de enero en la Sala Cantegril de Punta del Este, y el elenco se presentará cada noche hasta el 16 (entradas en AccesoYa). La noche siguiente, o sea el 18, llegarán a Paysandú para presentarse en la Sala 1 de Cine Shopping (AccesoYa).

Luego, el 20 de enero, llegarán al Teatro 28 de Febrero de Mercedes (Mi Entrada); el 21 se presentarán en el Teatro Uamá de Carmelo (AccesoYa); y el 22 lo harán en el Teatro Bastión del Carmen de Colonia del Sacramento (AccesoYa).

Hay más. El 23 le llegará el turno a Rosario, donde los argentinos actuarán en el Centro Cultural de Rosario (AccesoYa); el 25 se presentarán en el Teatro Municipal de Treinta y Tres (AccesoYa); y, por último, cerrarán su gira en Montevideo con una función en el Auditorio Nacional del Sodre (Tickantel). El Ardor promete. 

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