Lucía Rodríguez: su rol en Asaltantes con Patente y el día que renunció a un call-center para seguir su sueño

La humorista dialogó con El País sobre su llegada a la murga con Asaltantes con Patente, adelantó que este año volverá a la televisión para un proyecto de Canal 12 y recordó los primeros pasos de su carrera.

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Lucía Rodríguez en el Teatro de Verano.
Foto: Jope Delgado.

El año pasado fue Figura Máxima del Carnaval gracias a su parodia de Gilda junto a Los Muchachos, y ahora sorprendió con su rol de cupletera con Asaltantes con Patente. Sin embargo, hasta hace un tiempo no se imaginaba al frente de una murga. “Podría haber seguido con Los Muchachos, pero hubiese sido quedarme en la zona de confort”, asegura Lucía Rodríguez. “Así que acepté el desafío de hacer murga. Podía salir bien, mal o más o menos, pero quería probar”.

La humorista, que le adelanta a El País que este año será parte de un nuevo proyecto de Teledoce (“Todavía no puedo decir nada, pero nos vamos a ver”, desliza), dice que está sorprendida con “la pasión que despierta la murga” en los tablados y que se encontró con un “carnaval distinto”.

Sobre eso, va esta entrevista.

—Hace poco dijiste que lo que define tu camino es que, al principio, podrás tener miedo de aceptar un proyecto pero que eso no te impide tomarlo. ¿Qué tan importante ha sido esa convicción en estos años?

—Lo que pasa es que hay una gran diferencia entre la Lucía que está arriba del escenario y la Lucía de verdad. Yo soy muy tímida, tranquila e insegura, que es lo contrario a lo que muestro cuando hago mis personajes; entonces, cuando viene una propuesta tan nueva e importante mi cerebro me juega una mala pasada y me viene el pánico de sentir que no voy a poder. Por suerte, estoy rodeada de gente que me da confianza para animarme. Me pasó en su momento con Trato hecho, que en Teledoce confiaron en mí y me guiaron, y luego con el equipo creativo de Los Muchachos para hacer Gilda. Ahora, con Asaltantes con Patente, pasó lo mismo: la murga era tan ajena a mí que yo no tenía idea de qué era un popurrí o un salpicón. Y me encantó que nos dieran el lugar junto a Celina Pereyra para poder hacer el cuplé de la maternidad y decir cosas que no se suelen escuchar tanto en el género murguero. No es que esté diciendo algo brillante, pero sí invita a cuestionarnos.

—Ese cuplé retoma una temática que estuvo presente en tu unipersonal Antes muerta que sencilla. ¿Qué herramientas te brinda el humor para desidealizar el concepto de la maternidad?

—En el humor encontré un espacio para decir las cosas que me pasaron hace 15 años con mi primera maternidad. A mis hijos los amo, pero mi maternidad estaba lejos de ese cuentito rosa que me habían vendido. Y cuando empecé a hablar de eso a través del humor y veía que algunas mujeres se sentían identificadas, encontré una puertita que se abría. Además, el humor sana. Ahora ya no pasa tanto, pero antes la maternidad era muy solitaria. Recuerdo haber pasado noches sin dormir y dando la teta mientras pensaba que no la estaba pasando tan bien, pero tenía esa cosa de que no lo podía contar porque quedaba mal...

—Y ahí es donde entra la culpa o la idea de que sos la única que se siente así...

—Claro. En algún momento estaba triste y pensaba: “¿Por qué me pasa esto si tengo un hijo, que es lo que quería?”. Eso me movilizó a hablar a través del humor, que es un canal para decirlo de una manera más suave y que ayude a alguien.

—¿Cómo fue el proceso para llevar ese tema al espectáculo de Asaltantes con Patente? Es un asunto sumamente importante pero, como dijiste, no abunda en la murga.

—Fue divino que Maxi Pérez, el “Hueso” Ibarzábal y Camilo Fernández, que son los letristas, me dieran ese espacio. Maxi tenía claro que quería hablar del cuidado de la infancia porque tenía esos datos demoledores sobre que los niños en nuestro país son 12 veces más pobres que los adultos mayores. Eso también tiene que ver con la maternidad y la paternidad, porque nos piden que tengamos más hijos pero no tenemos los recursos necesarios. A partir de ahí empezamos a crear juntos, y ellos me dieron el lugar para escribir y luego llevar el cuplé adelante con Celina, que es de una generación que está entrando en el mundo adulto, mientras el resto de la murga lo cuida de atrás.

—Ya pasaste por cuatro rubros de carnaval y hace tiempo que trabajás en televisión. ¿Qué sentís que destacan de vos al momento de convocarte para un proyecto?

—Siento que para la tele y para la gente soy como Sheila de Los Chobys: una persona común y corriente que tiene un trabajo distinto, de más visibilidad. Yo me siento así: la vecina que llegó a la tele y que dice las cosas que nos pasan a todas las personas comunes y corrientes. Es increíble todo lo que me ha pasado porque soñé todo desde que soy muy chica y me sigo sorprendiendo con todo lo que me propone la vida. Cuando me siento cansada, porque es tan físico lo de la murga, siempre pienso que hace cinco años estaba trabajando en un lugar donde no quería; ahora estoy viviendo de lo que soñé.

—¿Cómo recordás el momento en que renunciaste a tu trabajo para empezar de cero?

—Creo que ayudó mucho que fuera un call-center. Yo, además, trabajaba atendiendo reclamos de internet, así que recibía toda la descarga del mal día que tuvo la persona. Pasé por momentos muy difíciles hasta que pensé que si esto me hacía tan triste no podía seguir malgastando mi vida ahí. En ese momento yo estaba en la obra Rescatate y había arrancado con el stand-up, y me la jugué. El día que fui a renunciar estaba contenta, entonces me dije: "Bueno, si me pongo aí por abandonar esto significa que acá hay algo". Me tiré al vacío. Trabajé mucho en el comienzo y no era que me iban a ver cien personas; a veces hacía shows para cinco o seis. Andaba con mi parlantecito y mi micrófono haciendo shows por todos lados. El primer diciembre en que me empezaron a salir los trabajos y empecé con muchas despedidas de soltera y baby showers, sentí que estaba pasando algo: al menos a ese micromundo le gustaba lo que hacía. Después, cuando entré a la revista House, le empecé a poner más humor y notaba que la gente se reía, así que me decía: “Bueno, empezamos bien”.

Lucía Rodríguez.
Lucía Rodríguez será la conductora de "Veo cómo cantas"
Foto: Leonardo Mainé.

—Ya sea por La culpa es de Colón, el teatro o por tu trabajo en carnaval, ¿sos consciente de que formás parte de una camada de artistas a quienes la próxima generación de mujeres humoristas van a tomar como referencia?

—Ojalá que así sea y que cada vez seamos más. Mis referentes cuando yo era chica eran mujeres muy valientes como Imilce Viñas, Laura Sánchez, Graciela Rodríguez y Mary Da Cuña, que hacían lo suyo en un contexto totalmente distinto. Ellas nos allanaron un montón el camino, y está buenísimo que haya niñas que vean posible hacer esto. El carnaval pasado, que salí con Los Muchachos, le dije a Leti Cohen y Denise Casaux que no era habitual que tres mujeres llevaran una de las parodias adelante y que dos se encargaran de hacer humor, como lo hicieron ellas; antes se creía que en parodismo los personajes de mujeres los tenían que hacer varones. Siento que cada vez estamos más cerca de que no se cuestione que las mujeres no hacen reír. Yo siento que la generación que viene nos va a salvar porque varones y niñas ya tienen el chip de la igualdad, la paridad y de que todos podemos hacer todo. Tenemos que aprender mucho de ellos.

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