ENTREVISTA
Antes de presentar el espectáculo "Comedy Tour" en el Teatro El Galpón, el actor y humorista argentino dialogó con El País sobre la evolución de su carrera
Canciones, monólogos, juegos con la gente, duetos y escenas de comedia que se desarrollan durante la pandemia. Todo eso promete el espectáculo Comedy Tour que Martín Bossi presentará en Montevideo entre el jueves 25 y el domingo 28. “Creo que, por afano, es el show más potente que me tocó hacer”, le comenta a El País desde el otro lado de la llamada telefónica. “El concepto es que no se puede digitalizar el corazón; la vida y el amor son presenciales”.
Y para Bossi, que ya supo pasar por una exitosa experiencia de show en streaming —en agosto de 2020 vendió 25 mil entradas para Bossi Clandestino—, no hay nada más valioso que reencontrarse con su público. “Cada vez que subo al escenario siento un alivio”, asegura.
“Fue una desgracia hacer un show por streaming. Fue como hacerle el amor al colchón y que te digan que tu compañera está en su casa;no quiero recordar esa época y la única forma de repetirlo es que haya un maremoto y todos tengamos que estar encerrados de nuevo”.
Es por eso que Comedy Tour, la gira que inició hace tres meses en el interior de Argentina y que el jueves tuvo una parada accidentada en Paysandú —debió suspender la función tras quedar disfónico al inicio de la función—, tiene un valor extra. “Este es el momento más propicio para hacer teatro porque, cuando hay un elemento de identificación social tan grande como la pandemia, funciona como una catarsis colectiva. Es un poco lo que hacían los griegos: transformaban la tragedia en comedia”.
Sobre su regreso a Montevideo (entradas a la venta en Tickantel), la evolución en la manera de abordar sus espectáculos y su postura frente a los medios, Bossi habló con El País.
—Este es tu primer show sin usar máscaras sobre el escenario. ¿Cómo surge ese cambio?
—Es un cambio que vengo haciendo hace 10 años. De hecho, en el espectáculo Bossi Mastershow, ya hacía un 80% sin máscaras. El director y autor (Emilio Tamer) me fue llevando a este momento, que es el soñado para cualquier comediante: oficiar de showman. Estar adelante de 1000 personas sin máscara, jugando con la gente durante una hora y media es increíble. Eso se va dando con el estudio, por eso tuve que aprender a tocar el piano, a cantar mejor y bailar tap. Hay que manejar todos los géneros para prescindir de la parafernalia de la máscara.
—¿En qué momento notaste que estabas listo para dejar la máscara de lado y mostrar otra faceta de tu obra?
—Fue en 2014, cuando el director de Bossi Big Bang Show me dijo que recién sobre el final del espectáculo iba a agarrar la máscara. Al principio me agarró un julepe bárbaro, pero después entendí que la gente va evolucionando con uno y que ya no se ríe de que haga como Messi, Maradona o Fito Páez. Sería subestimar a la gente y peligroso pensar que se van a reír de lo mismo que hace 12 años. Antes de Bossi Big Bang Show, el director me dijo: “¿Te das cuenta de que te aplauden y te pagan por no ser vos?”. Cuando lo escuché me dio un ataque, pero después seguí su consejo: “Si querés tener una carrera próspera y que te sigan en masa, vas a tener que transformarte en comediante y en alguien que da contenido, no alguien que se parece a otro todo”.
—Eso me recordó al comentario de la China Zorrilla luego de que te viera tantas veces en el teatro...
—Me fue a ver 17 veces y yo me moría de amor, hasta que la última vez que me vio me dijo: “Vas, venís, te maquillás, cantás; qué fabuloso... ¡Y cuando aprendas a actuar!” (se ríe).
—Ahora que dejaste de lado las máscaras para construir tus espectáculos, ¿cómo evaluás tu evolución desde aquel comentario de la China?
—Es el camino de la verdad, ni más ni menos. Ya no tengo que andar mintiendo para decir la verdad ni tengo que esconderme para decir mi verdad. Es un tema muy personal eso de mirar a la gente a los ojos y poder decirles mi verdad. No tiene precio, amigo.
—¿Cómo te llevás con los medios argentinos? De vez en cuando te inventan algún romance.
—Yo le debo mucho a los medios porque, junto a las redes, permiten que se conozca mi trabajo. Pero sé que ese es un precio a pagar. En lo único en que me preocupé es en que las personas de mi entorno sepan que todo lo que sale en los medios sobre mí es absolutamente ficción. Lo que pasa es que yo soy un personaje de ficción y el único momento verdadero es el escenario. Incluso en esta nota nunca vas a saber qué es verdad y qué es mentira, ni qué estoy haciendo ahora; por ahí estoy re emocionado pero capaz estoy mirando un cuadro y contestándote de memoria. Mientras no hieran mi integridad y solo digan que ando con una chica o un chico, no me molesta. Es todo mentira, y el día en que salga en la tapa de una revista del corazón de la mano del modelo o de la modelo de turno sería un fracaso para mí. No pertenezco al show business ni a las redes sociales.
—¿Qué valor le das a tu apuesta por el arte en un momento en el que las redes sociales cambiaron las formas de hacer humor?
—Yo apuesto por el arte porque no tengo tiempo para andar mostrando mi parte más feliz, mis abdominales —que tampoco tengo— o hacer la mímica de una persona que habla en venezolano para que me den un like. Yo dedico mi tiempo a estudiar, perpetuarme con una obra y dejarle una pregunta en voz alta a la gente que me viene a ver. Soy un influencer teatral y, aunque no tengo muchos seguidores en Instagram, en 10 años me vieron 1.900.000 personas en el teatro. Eso vale más que cualquier like en las redes. Lo que presento no es La casa de Bernarda Alba, ni Chicago, ni Cabaret, que son clásicos; lo mío son espectáculos de dos horas con mi nombre. No me gusta hablar de mí, pero pocos actores en Latinoamérica llenan teatros solo con su nombre. Es también es una gran responsabilidad porque si yo lleno teatros es porque la gente me sigue, no porque sea lindo o tenga a la novia más linda.
—Mencionaste que no te gusta hablar de vos, pero, ¿por qué creés que la gente se identifica tanto con las propuestas de tus shows?
—Hay grandes actores que llenan teatros porque cuentan historias, pero mis shows tienen que ver con mi vida y son autorreferenciales. Ese es el secreto. La gente no me sigue porque imito bien a Fito Páez, sino porque se siente identificada con lo que cuento en mis historias.
—Recién mencionaste que te presentás como "un personaje de ficción". ¿Creés que para que no te afecte tanta exposición en los medios fue necesario crearte un personaje?
—En mi caso no, porque para mí los medios son como mi hábitat. Más que nada traté de proteger mi vida privada y, así como los medios juegan conmigo, yo también juego con ellos. Mirá, un día miré a una periodista a los ojos y le dije: "Yo voy a ser lo que vos necesites que sea. Puedo ser peronista, radical, homosexual, heterosexual, zurdo, de derecha, amante del fútbol o estar en contra de la política. Mi verdad la conoce mi entorno, los que me vienen a ver al teatro y yo. Quédate tranquila que voy a darte una gran nota, pero nunca vas a saber quién soy".
—En esta entrevista, ¿quién sos?
—(Hace un silencio) Y... andá a saber (se ríe). Ahora estoy mostrando una parte de mí con lo que decidí contarte, pero está bastante cercano a la verdad.
—Esa incógnita es lo que más me interesa de tu obra. Podés abrirte sobre tus miedos de dejar las máscaras, jugar con la duda y hablar de tu apuesta por el arte en tiempos de likes, y también podés aparecer en Showmatch imitando a Messi y Fito Páez. Eso suma bastante a tu personalidad, porque hay unos cuantos artistas "serios" que ven como una ofensa hablar de arte y luego participar de la apertura del programa de Tinelli.
—Sí, claro. Incluso podemos discutir qué es serio y qué no. Lo que pasa es que hay algo que nos contaron siempre y es que en la vida no hay que ser feliz, porque si te reís y te tomás la vida para bien significa que no estás comprometido. También está la idea de que el trabajo es para los sacrificados y, entonces, si laburás de lo que te gusta no es trabajo. Entonces eso que comentás viene de ese gen, pero vaffanculo a los que hacen Shakespeare y se piensan que son más serios que los que le sacan una sonrisa a 1000 personas a la vez. Además, al final, todos sabemos que nuestro final es trágico; la película no termina bien. Entonces, en el marco de un mundo tan trágico e injusto, hacer llorar es lo más fácil. La verdadera seriedad está en hacer reír.
"Si no me tocara vivir en Argentina, me iría a Uruguay"
Martín Bossi tiene una estrecha relación con Uruguay. “En mis épocas de gira he caminado de la mano de alguna chica uruguaya por la Rambla de Montevideo. Uruguay es un lugar muy romántico. La primera vez que actué en el Conrad, nadie lo sabía pero yo estaba de novio con una compañera que era bailarina”, le reveló a Sábado Show a finales del año pasado.
Más allá de sus romances, Bossi asegura que el vínculo con esta orilla del Río de la Plata crece en cada una de sus visitas. “Siempre digo que si no me tocara vivir en Argentina, que es el país que más amo, me iría a en Uruguay. Siento que somos muy parecidos y yo amo a los uruguayos”, le comenta a El País. “Tengo amigos uruguayos, he tenido novias uruguayas y Montevideo es muy romántico. Ustedes se quejarán, porque todos nos quejamos del lugar donde vivimos porque debe haber cosas imperfectas, pero cada vez que voy a Uruguay me siento en el paraíso”.
Desde el otro lado de la línea telefónica, el actor y humorista menciona algunos de los aspectos que más lo conectan con Uruguay:“Siento ese amor cuando voy a Carmelo, cuando juego al tenis, visito a Mario Morgan y a su novio, veo a amigos como Álvarito Navia o Sebastián Almada, o voy al Enjoy a laburar. Les tengo un gran afecto y respeto y por eso siento una gran necesidad de volver a visitarlos”.
Además del show que debió suspender en Paysandú, Bossi volverá a Montevideo para presentar el espectáculo “Comedy Tour” en el Teatro El Galpón. Las entradas se consiguen en Tickantel, y los precios van de 2000 a 2500 pesos. Las funciones tienen distintos horarios:las del jueves 25 y el viernes 26 son las 20.00; el sábado 27 habrá doble show (20.00 y 22.30)y el domingo 28 se presentará a las 20.00. “Mi expectativa para este reencuentro es abrazarlos nuevamente y cruzarlos por la calle”.