Muscari: su origen humilde, la paternidad, los actores que quiere convencer y las ganas de enamorarse

El director argentino vuelve a Uruguay el 16 y 17 de noviembre para presentar "Perdida Mente" y esta obra sobre el deterioro cognitivo es la excusa ideal para repasar su trayectoria, hablar de su reciente paternidad, y los sueños por cumplir.

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El director argentino José María Muscari
El director argentino José María Muscari
Foto: Estefanía Leal

Llegaba corriendo de la escuela para darse panzadas con las telenovelas de la tarde y apenas pudo empezar a armar elencos recurrió a esas actrices que tanto admiraba. José María Muscaritiene un don para los castings: ha logrado a reunir a figuras que nadie hubiera imaginado juntas, y rescatar a esas divas televisivas de antaño que perduran en el corazón de la gente. Por citar un ejemplo: en La casa de Bernarda Alba hizo que Norma Pons y Cristina Alberó compartieran marquesina con Dalma Maradona y Flor Torrente.

Perdida Mente es la obra número 70 que dirige y no es la excepción. Dos instituciones como Leonor Benedetto y Ana María Picchio se mezclan con la mediática Iliana Calabró y el resultado es explosivo en esta obra escrita por Muscari y Mariela Asensio que aborda con humor el deterioro cognitivo desde la perspectiva de la neurociencia.

"Creo que el éxito es que todas entendieron que el gran hit radicaba en contar muy bien esa historia y no en que prime la individualidad", asegura Muscari a El Pais sobre este espectáculo que celebró tres años en cartel y se convirtió en la tercera obra de mayor permanencia en la calle Corrientes, detrás de Brujas y Toc Toc.

Perdida Mente vuelve a Uruguay después de dos años y lo hace con elenco renovado: Calabró, Emilia Mazer y Mirta Wons reemplazan a Patricia Sosa, Julieta Ortega y Karina K. Se presentan el 16 y 17 de noviembre en el Teatro Movie. Las entradas están a la venta en la web del Movie. "La obra es otra, está remixada. Cada actriz reinaugura el trabajo y lo remasteriza a su manera", expresa este enamorado de Uruguay. 

Siempre quiso tener un año sabático y en noviembre del 2023 estuvo cerca con la llegada a su vida de Lucio, su hijo adoptivo de 15 años. Decidió abocarse a la paternidad y dejó de lado el trabajo por seis meses. En mayo retomó su veta creativa con el estreno de Muscari in the house, unas cenas privadas en varios pasos donde es orador. En noviembre, anuncia, volverá a dirigir teatro independiente con Irreverentes, una obra con talentos mayores de 60 años.

Sobre su origen humilde, la pasión por el arte, la paternidad, Perdida Mente y los sueños que le quedan por cumplir va esta charla con El País.

Detalles sobre "Perdida Mente"

Perdida Mente surgió por una inquietud de Muscari en la neurociencia y quiso que el texto tuviera un sustento científico. Investigó para lograrlo: se reunió con el médico y experto en el tema, Facundo Mane, y recibió la supervisión del Instituto de Neurología Cognitiva.

"Quizás el público no lo nota pero cada uno de los cinco personajes están basados en el funcionamiento de un diferente tipo de cerebro", señala el director.

El de la justicia aparece a través del personaje de la jueza que encarna Benedeto, la humildad se ve en la dama de compañía que hace Picchio, y la corrupción con la abogada mediática y sin escrúpulos que interpreta Calabró: "Es la primera vez que hace una mala en teatro", acota Muscari.

El de las adicciones lo representa el personaje de la hija de la jueza, que encarna Mazer, y el cerebro emocional se ve en la hermana de la jueza, rol que hace Wons y "roza la bipolaridad", según el director.

La obra que es la tercera de mayor permanencia en la calle Corrientes vuelve a Uruguay para presentarse el 16 y 17 de noviembre en el Teatro Movie. Las entradas están a la venta en la web del Movie.

Director por vocación

El padre de Muscari era verdulero y carnicero y su madre limpiaba casas. Es hijo único y en su familia no hay un solo antecedente de alguien vinculado al arte. Fue el primero, y desde los ocho años le insistía a su madre con ir a aprender teatro, pero en su casa no estaban en condiciones de semejante lujo.

"Un día pasamos por el centro cultural del barrio, decía clases de teatro gratis y le pedí a mi mamá que me llevara. En la primera clase me di cuenta de que era eso y nunca más me detuve", asegura.

Debutó como actor a los 16 años en Necesitamos oxígeno, y como todo lo suyo fue a lo grande: escribió y armó el texto con otros dos adultos, y se presentaron en el desaparecido Parakultural, un sitio emblema para la cultura emergente porteña, aunque antaño Muscari no lo conocía.

"Es el lugar donde surgieron Las gambas al ajillo, Verónica Llinás, Urdapilleta y Tortonese, gente muy grosa con los que incluso compartía camarines, porque actuaba antes o después que ellos, sin saber quiénes eran, ni lo que significaban", rememora.

No tiene pulsión de actor ni de autor. Escribe por necesidad, no por inspiración: se dio cuenta de que es mucho más orgánico redactar las ideas que se le ocurren a contarlas y que otro lo haga. Su única vocación, asegura, es la de director: "Es mi columna vertebral".

Fue Marta Serrano, profesora de la Escuela Municipal de Arte Dramático, la que captó ese talento en Muscari. Vio cómo marcaba a su compañera Paola Barrientos y le dijo, 'usted se tiene que ir a dirigir'. Le hizo caso, juntó actrices de diferentes cursos con gran ojo (Barrientos, Lola Berthet, Moro Anghileri, Monina Bonelli) y armó el suceso Mujeres de carne podrida: ganaron premios Estrella de Mar y agotaron todas las noches.

—Te diste el lujo de trabajar con un montón de figuras, ¿quién te queda pendiente?
—Me encantaría trabajar con Mercedes Morán y Ricardo Darín. Verónica Llinás me parece una gran actriz, estuvimos a punto de hacer algo y nunca lo concretamos.

El refresh de Leonor Benedetto a los 80

Uno de sus sellos es someter a los actores a desafíos impensados. Entre sus méritos está haber logrado que Leonor Benedetto debutara en una comedia a los 80 años. La actriz estaba convencida de que no era para ella, pero Muscari la vio en un reportaje y pensó, 'es muy picante, tiene mucha onda'. Y se tiró al agua.

—¿Qué te dice Leonor Benedetto? ¿Por qué aceptó el reto?
—Está chocha. Cuando la llamamos, hacía tres años que rechazaba obras que no le gustaban: le ofrecían cosas que ya se habían hecho, o que hablaban de cosas que ya había dicho. Para Leonor es muy importante dejar algo con lo que dice en escena cada noche. Carlos Rottenberg la llamó a las 22:00, le mandamos el texto, y 23:45 llamó diciendo que lo hacía. Pasó algo muy loco: ella siente que la obra dice cosas que ella tenía ganas de decir.

La paternidad y los sueños por cumplir

Muscari en uno de los viajes que hizo con su hijo Lucio.
Muscari en uno de los viajes que hizo con su hijo Lucio.

Soñaba con ser papá y en noviembre del 2023 se concretó con la llegada de Lucio, un adolescente de 15 años que pidió en un video viral ser adoptado. Muscari fue una de las 140 familias que pulseó por su custodia. En ese video, dice, vio a un chico sano, mentalmente despejado y despegado.

Lucio dio un vuelco a la vida del artista y reorganizó sus prioridades: dejó de estar pendiente de sí mismo todo el tiempo para ocuparse de su hijo. Cuenta, además, que Leonor Benedetto le dio buenos consejos, ya que también es madre adoptiva.

Lucio es gran consumidor de arte: disfruta de ir al teatro (la primera obra que vio fue Perdida Mente) y va al cine una vez por semana, pero no se imagina dentro del mundo del espectáculo. "Lo suyo es la biología", según su padre.

—Te fuiste de la casa de tus padres con 18 años. A la distancia y siendo papá, ¿sentís que te apuraste?
—No, hasta el día de hoy estoy convencido de que soy quien soy por el resultado de haberme adultizado tan rápido. En ese momento dormía en un entrepiso dentro de la habitación de mis padres, la falta de intimidad e independencia era mucha. No es el caso de Lucio que tiene su propio cuarto con baño. Pero si él decidiera independizarse de joven lo apoyaría.

—¿Lo mejor que te dio la profesión fue poder regalarle una casa a tu mamá?
—Primero fue poder comprarme mi propio departamento que era un legado familiar que tenía pendiente porque mis padres trabajaron toda la vida y nunca pudieron tener techo propio. Poder comprarle un departamento a mi mamá fue un logro aún mayor, así que estoy desde siempre agradecido al público y mi profesión.

—¿Qué te queda por hacer? ¿Tenés pendientes?
—Sí, miles. Un viaje recorriendo países que no conozco, dirigir en Nueva York, hacer una película y tener un amor película donde perdés la cabeza por el otro, que nunca me pasó, porque siempre fui muy mental con mis relaciones y mis emociones.

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