ENTREVISTA
Antes de las nueve funciones de "Una semana nada más", que presentará en setiembre en el Teatro Metro, el actor argentino dialogó con El País.
La agenda de Nicolás Vázquez está repleta. Es un lunes de inicios de agosto y el argentino llegó a Montevideo a las 6.00 junto a Benjamín Rojas, su compañero en Una semana nada más, la comedia que produce y protagoniza y en la que también se acompaña de su pareja, Gimena Accardi. Pasó por radios, canales de televisión y en la tarde, en el hotel Hyatt, se encuentra con El País.
El argentino promociona el espectáculo que ya llevó a 350 mil personas al teatro y que, entre el 1° y el 11 de setiembre, reunirá a otras miles en el Teatro Metro. Serán nueve funciones y la mayoría ya están agotadas. Las entradas se consiguen en RedTickets.
La historia, que se presenta como una sitcom teatral, es la siguiente: Pablo (Vázquez) y Sofía (Accardi) supieron ser la pareja perfecta, pero el panorama se modificó cuando se mudaron juntos. Cambio tanto que él quiere separarse, pero como no sabe cómo manejar la situación, le pide ayuda a Martín (Rojas), su mejor amigo. Y si la convivencia entre dos era difícil, entre tres es aún peor. Ese es el alimento de un montón de situaciones divertidas que la convirtieron en un éxito de taquilla.
A continuación, un resumen del diálogo de Vázquez con El País.
—La obra empieza con “Home Sweet Home”, de Los Pericos. Si trasladamos esa canción al teatro, ¿qué te brinda ese espacio como para que lo consideres tu hogar?
—El teatro es mi segunda casa. Si bien me encanta actuar en televisión, hacer series o cine; no hay lugar donde me sienta más cómodo que en un escenario. Y no solamente en el momento de actuar, porque yo soy bastante relajado en ese momento, pero sí soy muy metódico a la hora de trabajar. Llego tres horas antes al teatro, me gusta prepararme un matecito y estar con el equipo. Aunque no haya nadie en el teatro, en el escenario me siento muy a gusto y feliz.
—Una semana nada más promete risas cada poco segundos. ¿Qué valor le das a apostar por el humor luego de lo que significó la pandemia?
—Yo apuesto a la risa desde siempre porque, para mí, es una forma de vivir. Por eso siempre digo: “más humor, más amor”. Es verdad que en este momento la gente está apostando más a la risa, y considero que los espectáculos que hacen reír hacen muy bien porque es como una terapia, y no solo para el público, sino que también para el que lo interpreta. Más que una productora de teatro, siento que tengo una productora de risa porque ya son ocho años haciendo reír a tanta gente. Y esto me pasa desde muy pequeño porque en mi casa era igual: ya sea en las Navidades o en los domingos; si había un bache hacía imitación y buscaba la risa con mis abuelos, mis viejos, mis hermanos y mis amigos. El humor siempre fue parte de mi vida.
—¿Qué te produce escuchar la risa colectiva en un teatro?
—Es una medicina absoluta y una energía difícil de explicar. Es de lo más fuerte que te puede pasar cuando amás el teatro; no me podría imaginar una vida sin hacer comedia. Hace poco, un colega tuyo me preguntó cuándo iba a hacer un drama con un personaje más comprometido, y yo le respondí que aunque tengo muchas propuestas y ganas, me cuesta correrme de lo que hoy me genera hacer un espectáculo de esta magnitud. Me voy feliz a mi casa y veo que a la gente le pasa lo mismo, entonces es una doble satisfacción. Y en el medio nos cagó a palos una pandemia, pero la obra empezó a resurgir cada vez más fuerte. Siento que era necesaria después de tanto no salir, no abrazar, no reír y no compartir. Es muy fuerte.
—¿Cómo es la sensación y el desafío de volver a hacer reír? En el drama uno ya conoce las claves para llegar a la lágrima, pero la risa es lo más honesto y difícil de falsear.
—Durante mucho tiempo se ha bastardeado a la comedia. No se la ha valorado lo suficiente por la idea del comediante y del payaso. En realidad, hacer comedia es de lo más difícil porque te parás en esa línea entre quedar como un fenómeno o un ridículo; el drama te protege un poco más... (hace un largo silencio) Fijate la pausa que hice recién, mirá cómo entra, ¿viste?. Es mucho más fácil provocar un silencio incómodo que hacer reír. Y respecto de lo de volver después de la pandemia, para mí fue muy fuerte porque mi miedo era ver cómo iba a ser la risa porque la gente entraba con barbijo. Sin embargo, se escuchaba más fuerte. Y cuando terminaba el espectáculo y yo hablaba, veía solamente los barbijos y el aforo al 30%. Me faltaban las palabras y me miraba con Gime y con Benja porque parecía un capítulo de Black Mirror. Pero, de a poco, volvimos a la normalidad.
—Al respecto de la línea entre hacer reír o quedar en el ridículo: ¿en qué momento te dejó de preocupar?
—No fue hace muchos años. Yo soy muy exigente, pero recién hace poco empecé a escuchar un consejo que me dio Damián De Santo hace tiempo. Yo hacía Casi Ángeles y él estaba con Amor mío; él me veía que cada vez que terminaba una escena me iba a chequearla y pedía para hacer otra toma. Como teníamos 35 escenas al día y había que agilizar, me agarró Damián y me dijo: “Vení, geminiano, ¿Cuántos años tenés?”. Cuando le comenté que tenía 29, me respondió: “Despreocupate. Uno empieza a ser buen actor a partir de las 40. Vas a entender la vida de otra manera y te van a pasar cosas que te van a hacer crecer como persona y como actor”. Y, al final, tenía razón.
—¿Cómo te ves como actor hoy?
—Me siento feliz porque lo que pasó superó toda mi expectativa. Yo soñaba con vivir de la actuación; todo lo demás fue yapa: que me quieran, que me elijan, hacer espectáculos exitosos y programas tan buenos. Eso es un montón y no le sucede a mucha gente, por lo cual me da felicidad y soy muy agradecido. Y si hablamos técnicamente, soy muy distinto al Nicolás que empezó hace 26 años. Mi última ficción fue Mis amigos de siempre, en 2013, y en ese momento era otro actor. Lo mismo con el Nicolás que hacía el unipersonal Mutando y actuaba en la calle a la gorra. Pero si no hubiera sido ese, no podría ser este. Agradezco todo lo que me pasó y te aseguro que no fue fácil, pero también agradezco haber tenido otros trabajos, porque yo no tuve la posibilidad de Benja y Gime de trabajar solo de esto. Yo vendí seguros, fui mozo y hasta hice panchos y hamburguesas, pero todo eso me hizo lo que soy hoy.
—Supongo que eso te hace valorar aún más lo que conseguiste...
—Sí, pero Gime también es re agradecida y solo conoce esto. Lo que sí es verdad es que a los 14 años Gime y Benja ya hacían un éxito. Yo no sé qué es eso: golpeaba puertas y rebotaba en los castings, y mientras trabajaba porque si no, no me podía pagar el teatro. Esas cosas te dan armas para después salir a la cancha.
—Ya que hablamos de Gimena Accardi y de Benjamín Rojas, ¿qué significa trabajar con ellos?
—Es una bendición. Con Gime es increíble porque poder trabajar con tu pareja y entenderte tan bien es algo mágico. Con Benja es parecido: ya somos hermanos de la vida; él ha estado en los mejores y peores momentos de mi vida, y yo he estado en los de él. Eso nos da la posibilidad de tener tanta confianza. Son dos personas que disfruto mucho y sé que ellos me disfrutan a mí. Somos una familia y el que vea Una semana nada más va a sentir que hay algo distinto en el escenario: compartimos esa cosa del ponernos contentos por el aplauso que recibe el otro o de decir: "Este la rompe". Es muy lindo poder darle el lugar al otro.
—En setiembre van a presentar nueve funciones de Una semana nada más en el Metro. ¿Cómo analizás lo que sucede con el público uruguayo?
—Primero que tienen mucho sentido del humor porque si no, no se venden tantas funciones, y lo segundo es que en Uruguay me siento como en casa. Cuando venimos vamos a caminar por la Ciudad Vieja, me compro un matecito y me encuentro con amigos. Siempre nos han tratado muy bien.
—¿Qué esperás de este reencuentro?
—Que sea muy fuerte. Me animo a decirlo sin que sea soberbio: hay mucho amor por nosotros, y nosotros tenemos mucho amor por ustedes. El primer recibimiento cuando salimos al escenario uruguayo es tremendo. Se te eriza la piel y siento que Uruguay está en el top tres; le compite a lugares de nuestro país. Es muy emocionante lo que pasa.
Una sitcom teatral que llega a Montevideo
Nicolás Vázquez, Benjamín Rojas y Gimena Accardi llegan a Montevideo el 1° de setiembre para presentar nueve funciones de Una semana nada más, la comedia que es éxito en Argentina. Entradas a la venta en Redtickets, con precios de 990 a 2290 pesos.
Las funciones se celebrarán el 1°, 2, 3, 4, 9, 10 y 11 de setiembre. Todas son a las 20.30, pero el 3 y el 10 se agrega otra a las 22.30.