Los amigos de Pablo Magno no acreditaban que el humorista estuviera en la final de Fuego Sagrado Famosos porque jamás tomó la posta de la parrilla en un asado. Lo cierto es que la invitación a participar del reality culinario de La Tele le cayó del cielo: estaba sin trabajo y necesitaba pagar las cuentas. Aceptó de primera, también por ser fanático de la cocina, aunque sin gran expectativa. Nunca pensó que sería el cuarto maestro asador, pero la vida da sorpresas, y este jueves a la noche se llevó el botín mayor.
El premio son 10.000 dólares, un iPhone, 100.000 pesos en órdenes de compra, el cuchillo del gran maestro asador y productos de los sponsors. Su plan es pagar algunos pendientes y guardar un resto para hacer un viaje a Machu Picchu (Perú) con su novia Viviana de Virgilis.
Vaya si ella se lo merece: De Virgilis le enseñó a prender el fuego antes de que arrancara el programa, con la estufa de su casa. Ese y otros cuentos hizo a El País el que se coronó campeón de Fuego Sagrado, tras una pareja final contra Denise Causax y Cande de la Cruz, dos rivales de calidad.
—¿Cómo amaneciste? ¿Pudiste dormir?
—Pude dormir porque estaba detonado: los nervios que pasé no los había pasado nunca en mi vida. No dormí las noches anteriores. Hoy me levanté descansado, más relajado y supercontento.
—¿Recibiste muchos mensajes? ¿Alguno inesperado?
—No te puedo decir porque todavía no los pude leer. Tengo el teléfono estallado de mensajes. Vi nombres de excompañeros con los que había perdido contacto, y me alegró.
—¿Qué sentiste cuando te convocaron para el programa?
—Me emocioné pila. Además estaba en un momento complicado: me agarraba sin pantalla (mitad había dejado y mitad me dejaron) y sin laburo. Cuando me llamaron me encantó. El formato me parece genial. Nunca pensé que iba a llegar hasta donde llegué. La productora me explicaba cosas y yo le decía: "Sí, no importa, yo estoy".
—Te rescató, entonces, el programa. ¿Qué estabas haciendo?
—Seguía con los shows de stand up y algo de teatro, pero es muy inestable, hay épocas muy buenas y otras donde hay que remar. Fue un salvavidas. Y haber ganado, ni te digo.
—Todos los finalistas repetían que el programa les dejó muchas enseñanzas. ¿Qué aprendiste vos?
—Se aprende un montón ahí y en tu casa, porque yo estudiaba. Te abre pila la cabeza respecto a ingredientes. Me decías parrilla y yo pensaba en tira de asado, chorizo, una papa al plomo. Acá empezás a hacer un ananá, una salsa de yogurt con menta: sabores que me explotaban el paladar.
—¿En algún momento te viste ganador?
—Nunca me vi en ese lugar, siempre era un día a día, programa a programa.
—¿Veías a algún competir ganador?
—No veía a nadie ganador pero algunos se destacaban. El Pelusa (Magallanes) cocina muy bien, vivió en el exterior, tiene otra cultura gastronómica. Cande (de la Cruz) estudiaba pila y el jurado la elogiaba en todos los programas. Nunca dije: "este o esta va a ganar", pero había competidores fuertes.
—Durante la final decías que no lo estabas disfrutando, que te temblaba todo, ¿tan nervioso estabas?
—Me puse nervioso como nunca. Me explotaba el pecho y tenía las piernas flojas, pensaba que me iba a caer en cualquier momento. Un segundo antes de que abrieran el sobre me vino esa sensación de "ni quiero que lo abran, terminemos acá". Lo disfruté, pero con todos esos nervios.
—Después lo gritaste como un gol...
—Para la segunda prueba, el menú completo, teníamos 75 minutos, y pensé que no llegaba a emplatar. Me fui organizando, Fede (Desseno, uno de los jurados) me dio mucha calma, estaban mi hermano, mi pareja y un amigo que me tiraban alguna indicación. Cuando se terminó el tiempo y vi delante mío las tres preparaciones terminadas, le empecé a dar con el repasador a la mesada gritando de la emoción. Vino uno de los productores y me preguntó: "¿Qué pasó? ¿No llegaste? ¿Te enojaste?". Y no era de enojo, era una liberación.
—También mencionaste que fue lo más lindo que te tocó hacer en televisión, ¿por qué?
—Sí, he hecho muchas cosas que me gustan y disfruto. Me he divertido mucho trabajando en tele, pero esto fue diferente. La presión era la de la competencia y cocinar, no la de un trabajo. La producción te trata impecable. De hecho, el día de la final estábamos todos tristes de que se terminara.
—Te agarró en un momento sin pantalla, ¿creés que puede ser una puerta de entrada? ¿Recibiste alguna propuesta de Canal 12?
—Del canal todavía no me han dicho nada, pero recién fue ayer la final. Ojalá que abra puertas y que sirva también para que pueda sacar de un cajón y hacer realidad proyectos que tengo guardados. Tengo un par de ideas para tele y redes.
—¿Te dio ganas de incursionar en un proyecto gastronómico?
—Mucha gente me ha dicho: "abrí una parrilla", "poné un foodtruck". Tuve el placer de trabajar con varios cocineros profesionales en televisión y es un mundo: tenés que estar preparado para poner un restaurante o cocinar para mucha gente. No me puse a pensarlo todavía, pero me gusta la cocina, y en un futuro podría surgir algo.
—¿Qué vas a hacer con el cuchillo del gran maestro asador?
—Ayer llegué a casa, abrí la caja y lo acaricié un montón de rato. Me llevé dos cuchillos: el que usé toda la competencia con mi nombre, que lo voy a seguir usando para cocinar en mi casa, y el del premio, que lo voy a dejar en la caja como exposición.
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