ENTREVISTA

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Entre las fechas que Álvaro Navia tiene marcada a fuego, el 11 de enero de 1996 ocupa un lugar especial. Fue el día que llegó a Telefé. Meses antes, cuando trabajaba con Omar Gutiérrez en Canal 4 lo vieron productores de Videomatch que estaban haciendo una cámara oculta para La mesa de Andrea y le dijeron que hiciera un casting para que se sume al nuevo elenco del programa de Marcelo Tinelli.

Dejar su vida armada no era sencillo, pero una frase como: “Tinelli te vio y te quiere ya”, fue más fuerte que todas las resistencias. En esa nueva camada de humoristas que llegaron a Videomatch, Navia fue el primero que le hizo una cámara oculta a Tineli como un mozo pesado que le contaba chistes y le tocaba el pelo.

“Ser uruguayo es una carta de presentación que te abre puertas”, dice Navia quien llegó a Telefé con un bolsito en la mano y “era como si pasara de un equipo de la D a jugar en River o Boca”. Mientras caminaba por los pasillos y miraba a figuras como Francella o Susana a su lado se decía: “qué hago acá”. A los tres días ya conocía a los técnicos y a sus compañeros que hoy son amigos: Pachu, Pablo, Carna, todos. También a Marcelo Tinelli. “Mi primera caminata por Telefé era un pasillo largo y de frente venía Tinelli y pensaba ¿lo tengo que saludar?, porque ni me conocía. Se paró y me dijo: ‘vos sos Álvaro, viniste de Uruguay’. Me dijo: ‘bienvenido, gracias por sumarte al equipo’ y pensé que me estaban jodiendo”, recuerda.

Desde entonces nunca paró de trabajar. Pasó por todos los canales y compartió pantalla con las estrellas de la televisión. También hizo teatro con figuras como Moria Casán o Nito Artaza. “Me veía en las marquesinas del teatro y decía: ‘qué loco’, porque son marquesinas imponentes en Calle Corrientes. Todavía me sigo sorprendiendo”.

Conoció a su esposa, Vanina Escudero haciendo teatro. “A Vanina la conocí en un espectáculo donde era el productor. Desde entonces estamos juntos. Me enamoró de Vanina la sencillez y lo talentoso que es, porque además de bailarina y actriz es arquitecta y siempre me fascinó cómo combinaba las dos profesiones, la responsabilidad en el trabajo y así formamos nuestra familia siempre teniendo claro que lo principal era la familia, no los medios ni el trabajo. Somos una familia con dos hijos, como cualquier familia de Uruguay”.

Los viernes, Navia trabaja mucho en las versiones de Argentina y Uruguay de Polémica en el bar. “A veces me cuesta creerlo. Es increíble cómo uno estaba en un momento de un lado del televisor y al siguiente del otro”, dice Navia que miraba el programa en San José en una televisión blanco y negro a la que le tenía que acomodar la antena para que se sintonizara la imagen. “No puedo creer que laburé con Gerardo Sofóvich y después estar en Polémica, a veces me cuesta creerlo”, agrega.

Polémica en el bar es un programa perfecto. “Es un producto interminable, una fórmula perfecta de hacer televisión hoy que tiene una sola escenografía, tres cámaras en frente y gente hablando de temas de actualidad. Lo podés hacer acá, en la China, en Rusia, donde sea”, dice. También el formato implica que hay discusiones acaloradas entre los panelistas. La semana pasada se vivió una polémica entre Patricia Madrid y Alberto Sonsol.

—¿Crees que en nuestro país no se entiende aún que las peleas son para la televisión y cuando el programa termina también lo hacen las discusiones?

—Cuando Gustavo Sofovich me da los productos de su padre para negociar fuera de Argentina, voy a Canal 10 con Gaspar Valverde para hacer Polémica en el Bar. En seguida le gustó la idea a la gente del canal porque es un formato que tiene que ver con la mesa del bar y la discusión. Ahí también les expliqué que Polémica es un formato que parece sencillo pero no lo es.

—¿Por qué?

—Para que funcione como lo hace porque nos va muy bien, tiene que estar la polémica. Para que eso funcione se tiene que traspasar la cuarta pared para que la gente que lo esté mirando, esa calentura o discusión, le llegue. Además tiene que tener los distintos colores políticos o miradas sobre un tema determinado. Lo que pasó con Patricia y Sonsol, o a veces que se cruzan otros, es lógico que siga pasando. Nosotros representamos las distintas voces de la gente que nos está mirando. Es un proceso de entendimiento para todos. Lamento que Patricia se haya sentido así porque es una gran profesional y una gran compañera, Alberto también es un gran profesional y compañero. Ya quedó todo claro y esto es parte de un aprendizaje.

—¿Cómo se construyen los personajes que hacés, donde se mezcla humor con actualidad y algunas canciones?

—Por los años que trabajo en esto, tengo mi método de trabajo. Me levanto muy temprano, hago un pantallazo de los temas que se hablan y establezco con mi equipo de guionistas y con el productor, hacia dónde encaramos el tema del día. A partir de ahí le digo que se me ocurrió una canción que hable de la justicia, entonces agarro una canción de Rafael que dice “Escándalo”, y me pongo a trabajar editando la música. Hago la letra, buscamos una peluca y vestuario porque produzco todo lo que hago en Argentina. En Uruguay tengo la dicha de tener un equipo genial que me ayuda. El viernes hice de un abogado porque depende del invitado. Ayer hice una canción por el día del padre.

—Cómo es trabajar y hacer humor por Skype?

—Es complicado. Como buen uruguayo siempre tenés un as bajo la manga. Cuando pasa lo de la pandemia y quedo aislado en Argentina enseguida empezamos a ver cómo hacíamos y decidimos salir por Skype o Zoom porque hay que saber adaptarse a todo lo que te toca. Hace más de 100 días que no puedo salir de mi casa acá en Argentina y de igual forma encontramos la manera de seguir en Polémica y hoy estamos haciendo uno de los éxitos de la televisión uruguaya.

En Argentina, Álvaro Navia fue uno de los primeros artistas en criticar las medidas adoptadas por el gobierno que no permitía que los actores trabajaran en la televisión. “Yo podía sentarme siendo Álvaro pero no me podía poner una peluca. Y llega la altura de la vida de uno con un camino recorrido que digo lo que siento. Y gracias a que agarré esa bandera somos unos cuentos que estamos trabajando en esta crisis fenomenal que hay de laburo y de trabajo en el medio artístico. Trabajo haciendo muchos shows, fiestas, casamientos porque hago un humor familiar, y todo se cortó”, dice.

También generó polémica que se pintara la cara para hacer un homenaje a Louis Armstrong.

—¿Cuál es el límite para el humor?

—Mi límite es cuando uno ofende o provoca algo. Cuando trabajo quiero que la gente se divierte o se emocione, cuando no provoco eso, o le duele lo que estoy haciendo es mi límite.

—¿Qué opinión te generan las críticas que surgieron por esa parodia que hiciste en “Polémica” Argentina?

—Sé cuando cruzo un límite de la ofensa y pido perdón. Si tengo que pedir perdón y disculpas no pasa nada, es parte de la vida. Le hice un homenaje a Louis Armstrong de corazón y con todo el respeto posible. Se dijeron cosas que no tienen nada que ver con lo que hice en televisión. Eso no me parece bien.

—Con todo ese revuelo, ¿no les dan ganas de venirse a vivir a Uruguay?

—Si es por Vanina nos hubiésemos ido hace dos años, pero tengo un compromiso de trabajo y agradecimiento con América y Gustavo Sofovich que no me puedo ir ahora. Pero cuidado cuando se abran las fronteras, ahí puede cambiar. Es una de los primeros ítems que tenemos para cuando se afloje la cuarentena.

—¿Para pasear o quedarse?

—No lo sé, estamos evaluando eso.