Cacho de la Cruz habla de su vida, sus personajes, y cuenta el origen de la canción de Cacho Bochinche

Una charla con el actor y conductor de 83 años en la que repasa algunas de sus más recordadas creaciones y el papel de su padre en su ética

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Cacho de la Cruz
Nota a Arturo de la Cruz, comediante, actor, presentador, productor y musico argentino nacionalizado uruguayo mas conocido como Cacho de la Cruz, en su domicilio en Montevideo, ND 20230629, foto Leonardo Maine - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Mi carrera está en ese momento en que te despedís de la oficina”, exagera Cacho de la Cruzsobre la coincidencia en estas semanas de entrevistas y homenajes. “Me pone orgulloso ver cómo me ponderan pero no lo merezco: solo hice el trabajo que tenía que hacer”.

A pesar de ser porteño, Cacho —es de esos con que solo el nombre de pila alcanza para identificarlo— tiene una modestia bien uruguaya.

Parte del secreto de la permanencia de Cacho, que en mayo cumplió 86 años, se debe sin duda a su ética de trabajo, también heredada de sus padre, su perseverancia y a personajes inolvidables. Vivió en el living de millones de uruguayos, a los que entretuvo con sus creaciones.

“No tuve maestro así que me las que tuve que rebuscar aprendiendo solo”, cuenta y enseguida se rectifica: sí tuvo un “gran maestro”, su padre. Le dejó, dice, una suerte de decálogo: “La vida es muy estricta; hay que conservarse; no sabés con quién te encontrás; la noche es oscura, el que te conoce a la noche, al otro día no te saluda; la delincuencia se esconde en la noche porque la oscuridad es muy linda para esconderse”.

-Con esos consejos, ¿le fue fácil no tentarse con la noche?

-Sí, porque tenía ese cancerbero atrás mío que fue mi padre. A la hora que llegara, cuando abría la puerta de mi casa y se prendía la luz del dormitorio de mi padre. Se levantaba y ya tenía preparada la mesa con un plato y un sartén para hacer un churrasquito y empezaba a hablarme. Tenía mucha experiencia porque fue carcelero y llegó a ser subdirector de Institutos Penales. Sabía cómo era la cosa.

-¿Y ese fue su modelo?

-Sí, y lo respeté siempre. Igual era otra cosa. Estaban los guapos, pero se maquillaban y se lustraban las uñas y eso que eran guapos de facón y pistolas. Pero eran muy lineales. Yo era menor y cuando aparecía la droga me decían “rajá de acá”. Ahora está todo disparatado, es al revés.

-Hablemos de sus personajes y quiero empezar con mi favorito, Julio Pedemonte....

-Nació a través de de un gran productor, Jorge Giordano, que siempre traía cosas. Un día se apareció con un tape de un periodista muy bruto pero en serio. Ahí salió la cosa de hacer lo que hacía ese tipo que iba con un cameraman que no se veía quién era y nosotros lo fuimos exagerando. Y después de varias reuniones decidimos hacerlo con Rodolfo Rognone.

-¡Qué bueno que era Rognone!

-Un genio. Ahora sería primerísima figura. Entendía tan bien las cosas.

-¿Vio muchos que iban para primeras figuras y no llegaron?

-Esto es como la carambola: la embocás o no la embocás. A vecés la pegas con una sola cosa y vivís toda la vida de eso y de repente hacés 20.000 cosas buenas y quedás ahí del montón.

-¿Hay un factor suerte?

-Sí, suerte y aquellos que me ayudaron a esforzarme más. Había mucha gente muy importante haciendo lo que hacía yo que no tuvieron esa mano que todo el mundo necesita. Me enseñaron a respetar al público, por ejemplo.

-¿Cómo se formó?

-Lo mío fue todo muy “deportivo”. En Argentina para que alguien te contratara tenías que tener antecedentes importantes. Eso llevaba tiempo y era gratis porque nadie te iba a pagar un peso si no te conocían. El trabajo era así. Alguien venía y te decía: “pibe, ¿no querés hacer unos chistes, algo de fonomímica con unos discos, pero no hay plata?”. Y yo preguntaba quien venía y eran, por ejemplo, Alberto Castillo, D’Arienzo y ahí me interesaba pero pedía que no me pusieran último. Esos eran los antecedentes. José Marrone fundó la Unión Argentina de Artistas de Variedades para todos los rascones como yo. Y Perón pone una ley que todos los cines tienen que tener dos números artísticos por el mismo precio. De ahí salió gente muy importante. Al principio fuimos un poquito relegados porque la gente iba a ver cine, pero después nos aceptaron.

-Volviendo a los personajes. Está el mago.

-Fue un accidente. Trabajaba en la boite Bonanza en Bartolomé Mitre y Sarandí donde venían muchos artistas importantes. Entre ellos, un magazo, John Parker, quien un día me dice que tenía un fiesta por la que le pagaban muy bien pero iba a tener que faltar a la boite. Le dije al dueño y me ofrecí para ocuparle el horario. Así que salí y dije que Parker había tenido un accidente y que yo era mago y ahí empecé con el “chan chan charara chan chan chan” porque cuando miré a los músicos, se habían ido. Fue tirarse a una pileta sin agua.

-¿Y Chichita?

-Había varios programas de cocina. En el 4 estaba Cordon Bleu, en el 10, Gori Salaverry y en el 12, estaba Cristina Scheck. Todas cocinaban lo mismo aunque la que se distinguía un poquito era Cristina. Así que con Alejandro Trotta se nos ocurrió hacer algo con la cocina. Trotta hacía de Gori, “Pendota” Meneses, un gran actor, hacía a Cordon Bleu y yo a Cristina, quien siempre terminaba con “esto se aromatiza con tres gotitas de Remy Martin”, un cognac que salía carísimo. Era una parodia para hacer solo una o dos veces y lo abandonamos. Pero Horacio Scheck nos dice por qué no seguíamos haciendo eso de la cocina que caminaba tan bien y propuso seguirlo con Chichita. Y Giordano empieza con eso de los invitados. Y ahí seguimos. Todos los políticos, futbolistas, artistas extranjeros pasaron por ahí.

-Este año se cumplen 50 años de Cacho Bochinche...

-¿Ah sí? Mirá vos. No sabía.

-Sí, empezó, entiendo, en 1973. ¿Cómo surgió?

-Nació de un percance. Nosotros trabajábamos al mediodía y llegaron las restricciones eléctricas después de las inundaciones y la televisión empezaba a las seis de la tarde. Así que me fui a buscar trabajo a Maldonado donde había muchos cabarets. Allí estaba cuando me llamaron de Canal 12 que Carlos Restano y Horacio Scheck querían hablar conmigo. Carlos se fue para allá y yo lo esperé con una botella de whisky. La terminamos a la una de la mañana después de siete horas de tratar de ver qué encontrábamos para que yo hiciera. Ahí quedamos en reunirnos en el canal con Horacio a ver qué podíamos hacer y pensar algo. Ahí ofrecí un programa para niños. Pensaron que estaba loco pero aceptaron probar dos meses. Y quedó.

-¿De dónde salió eso de Bochinche?

-Mi madre era una tana muy divertida y jugábamos que éramos la familia bochinchera. Cantábamos eso de “somos los bochincheros, sí señor” con toda la familia en la mesa.

-Perdón, ¿una de las canciones más recordadas por los uruguayos era una que usted cantaba de niño?

-¡Era de mi vieja!

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