Coco Echagüe: "La gente cree en lo que hago, ese es el mayor rating que se puede tener"

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Coco Echagüe. Foto: Leonardo Mainé

ENTREVISTA

Se estrena en La Tele "El último pasajero", programa de entretenimientos que conducen Echagüe junto a Camila Rajchman

Cuando terminaron las grabaciones de El último pasajeroen Buenos Aires, el equipo se reunió alrededor de un fogón cerca de los estudios. Allí un productor les dio un papel para que escriban una palabra y la tiren al fuego.

“Mi palabra fue equipo”, le confía a El País, Coco Echagüe, el conductor del ciclo que hoy La Tele estrena a las 17.00. “Combinar producción uruguaya y argentina en poco tiempo y lograr un producto de esta magnitud, si no conformás un buen equipo, no lo conseguís”.

Para Echagüe es la forma en la que le gusta trabajar, y así lo siente ya sea en una obra de teatro, cuando fue parte de Nietos del futuro, en Desayunos informales o La culpa es de Colón. "Cuando lográs un buen equipo hay más chances que salga un buen producto. En El último pasajero pasó eso. Hay un equipo que realizó un producto del que me siento orgulloso", dice.

Ese equipo debió afrontar la complejidad de grabar un programa de entretenimientos donde tres equipos de adolescentes compiten en distintas pruebas por un viaje a Bariloche. A eso hay que sumarle la logística de hacerlo en Argentina.

Y el ritmo de trabajo, agrega Echagüe. Los pasaban a buscar al hotel a la mañana y eran jornadas de 12 horas para grabar dos programas por día.

“Cuando empezás el segundo programa ya estás un poco cansado pero eran tantas las ganas y la motivación que transmitían los chiquilines para jugar que se sentía como una inyección de energía”, dice Echagüe.

Coco Echagüe. Foto: Leonardo Mainé
Coco Echagüe. Foto: Leonardo Mainé

Ya había trabajado con chicos en Loco de vos (que Canal 10 produjo entre 2004 y 2010) y ese fue otro de los motivos para que se sumara al proyecto.

“Es un volver a ese origen que me dio muchas satisfacciones”, dice y aclara que en El último pasajero todo es más grande. “En cada programa hay 75 chicos distribuidos en tres tribunas de 25, y una producción de 60 técnicos. Así que en un abrir y cerrar de ojos estabas con más de 100 personas dando vueltas en el estudio”.

—Conducís con Camila Rajchman. ¿Cómo fue el trabajo para amoldarse el uno al otro?

—Es la primera experiencia de Cami, y hay un gran trabajo de su parte. Ese era uno de los desafíos que tenía el programa. Hace tiempo que soy conductor, pero para Cami son sus primeras armas. Por eso, sumado a mi impronta y forma de ser, intenté no pasarla por arriba. Soy impulsivo, de mucha energía y a veces no me doy cuenta y soy como una topadora. Me cuidé para que Cami se luciera porque ella estaba un poco nerviosa. Pero descubrí que los nervios que ella tenía, que muchas veces pueden ser un obstáculo, a ella le jugaban a favor. Realmente van a descubrir una Cami fresca y distinta. No parece que es su primer trabajo a nivel de conducción. El entendernos favoreció el producto final porque para mí era fundamental lograr equipo.

—Para hacer el programa tuviste que ir a Buenos Aires varias semanas. ¿Cómo fue el dejar tu trabajo y familia?

—Cuando el canal me propone hacer este programa me dije: “Ya lo hice”. Pero es distinto por el desafío de ir allá, son juegos grandes, y también el alejarme de mi familia. Sobre todo pesó la familia que siempre me apoya en todo. Pero alejarme de ellos es lo que más me cuesta. Soy muy casero y de estar atrás de mis hijos. Nos combinamos mucho con mi mujer pero me gusta mucho levantarlos, llevarlos al liceo, al fútbol. Soy el que los va a buscar y está hasta las once de la noche si uno tiene una actividad paralela al estudio.

—¿Entonces te costó mucho estar alejado?

-Mirá, me vine de Buenos Aires después de grabar 10 programas para ver a mi hijo jugar al fútbol un domingo y me volví el lunes. Sí, soy un enfermo. Me pude haber quedado allá descansando porque estaba hecho paté pero sin embargo necesito compartir con ellos esas cosas. Estoy en esta etapa en mi vida donde hago las cosas que me gustan, y lo que no me hace feliz lo dejo al costado. En mis otras actividades y trabajos siempre tratan de apoyarme en todo. Calculá, hace 15 años que trabajo para una empresa de impermeabilizantes y para ellos es más importante que siga con mi carrera artística a que salga a vender. Estoy en un lugar donde me siento un privilegiado. Tengo el apoyo laboral, de la familia y me siguen convocando para este tipo de proyectos.

—Por tu trabajo fuera de la televisión estás mucho en la calle, ¿qué te dice la gente?

-Lo que me han dado es crédito de credibilidad. La gente cree en lo que hago, ese es el mayor rating que se puede tener. Hace 15 años que estoy en la calle, trabajo en todos los barrios, de Carrasco al Cerro, y todo el mundo me habla del programa de la mañana, de lo que se ríen cuando hago La Culpa es de Colón, que tendrían que poner un asiento más, y eso me pone muy feliz. No sé si a nivel del rating que necesitan los canales, porque esto no deja de ser un negocio y tenés que medir bien, pero yo lo mido por lo que la gente me dice en la calle.

—Imagino que también se han de acordar de tus antiguos proyectos.

—Sí. Hay algunos que todavía me dicen: “Uka Shaka” y algunos se acuerdan cuando le comí la boca a Florencia Peña. Cuando la gente tiene la necesidad de contarte lo que estás haciendo, significa que te ven. Y yo estoy todo el tiempo en la casa de la gente. Estoy de mañana, a veces a la noche y ahora empiezo en la tarde. Siempre estoy en la vuelta y la gente me lo dice contenta, con cariño. Para mí eso es el mejor rating que puedo tener. No me pesa para nada, me encanta que el canal siga confiando en mí.

—Igualmente son facetas distintas las que mostrás en los programas que estás.

—Me gusta hacer cosas distintas porque en la mañana le ponemos humor, pero si hay que encarar un tema serio como fue la etapa de la pandemia lo hicimos con seriedad y respeto. Me encanta salir en un programa a las once de la noche donde te pasás de la raya, me gusta eso. Y si el canal sigue apostando en mí porque de alguna manera salvo con buena nota.

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Tres equipos de adolescentes, muchos juegos y la oportunidad de viajar hasta Bariloche

Hoy, a las 17.00 se estrena en La Tele El último pasajero. Se trata de un formato de entretenimientos en el que tres equipos, conformados por 25 adolescentes de liceos de nuestro país, compiten en divertidos juegos, y el grupo ganador recibe como premio un viaje a Bariloche.

Para las antiguas generaciones, es un programa similar a aquel Feliz domingo que condujo Silvio Soldán por varias décadas en Argentina, y que también se pudo ver en nuestro país.

El objetivo no ha cambiado en este tiempo: hacer que la mayor cantidad de integrantes del equipo suba al ómnibus para hacer el viaje. Para lograr eso tienen que superar pruebas en desafíos, respondiendo preguntas o haciendo prendas.

Cuando un equipo logra subir a los participantes, menos a El último pasajero del título, se tendrá que elegir entre varias llaves para encender el ómnibus. Si la llave elegida es la correcta, el bus se pone en marcha. El primer equipo que elige la llave correcta gana el viaje.

Como el programa se graba en Argentina (la versión del canal eltrece la conducen Nicolás Occhiato y Flor Vigna), para los participantes uruguayos, el concursar ya es una aventura.

“La experiencia de ir a hacer el programa es fantástica”, dice Echagüe. “Había muchos que no conocían Buenos Aires y otros que no habían entrado a un estudio de televisión. Entonces, por donde lo mirases era fantástico, para ellos y para nosotros. Para mí particularmente porque fue volver a esa energía que te dan este tipo de programas”.

En la grabación de uno de los programas, el productor del ciclo, Gustavo Landivar le dijo a los participantes que Echagüe era el cantante de “Uka Shaka”, y que también había sido el creador de la coreografía de la canción “Mayonesa” de Chocolate. “No lo podían creer”, dice Echagüe. “La cara de los chicos fue genial”.

Echagüe tiene una frase de cabecera: atrevido profesional. Es, dice, en el sentido de atreverse. “La vida te da desafíos desde que te levantás, cuando elegís qué ponerte ya estás eligiendo y seguís así todo el día”.

Ese atreverse lo siente como una ventaja para asumir nuevos desafíos, como conducir El último Pasajero. Pero también para verse objetivamente.

“Soy muy crítico conmigo”, dice, “porque me gusta. No soy de los que dicen que no les gusta verse en televisión. A mí me gusta verme para corregirme. Quiero ver las macanas que me mando, porque a veces me mando alguna. Siempre intento corregirme, todo el tiempo, en pos del producto y del equipo porque por sobre todas las cosas, me gusta mucho trabajar en equipo”.

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