VISITA
El País estuvo en la filmación de la versión femenina del programa de humor de La Tele y charló con sus protagonistas
Antes de entrar al estudio D de La Tele ya se escuchan risas, que se intensifican apenas se cruza la puerta. Luego de sortear trozos de escenografías antiguas y evitar pisar los enormes carteles con textos para las publicidades, se distingue la clásica escenografía redonda de La culpa es de Colón. Las chicas están en sus lugares, prontas para comenzar con la grabación, y apenas suena la música empiezan a bailar en sus sillas, como sucede en cada edición.
Allí están Catalina Ferrand, quien oficia de conductora, y las “colonas”: Leticia Cohen, Luciana Acuña, Lucía Rodríguez y Adriana da Silva, quien justo esta semana ocupa el lugar de Jimena Vázquez, ausente por un resfriado pero presente en la foto que ilustra esta nota (el hisopado dio negativo).
A lo largo de las 169 ediciones que lleva al aire la versión femenina de este programa de humor (mañana se emite la 170), se fue generando una confianza entre las comediantes que hoy se entienden con solo mirarse. Esa seguridad ha estado acompañada por un buen rating, lo que hace del ciclo una de las apuestas fuertes del canal que lo colocó en su horario central, y le dio hasta seis ediciones semanales (tres con mujeres y tres con hombres), todo un hito para el humor uruguayo.
En el estudio, durante la visita de El País, hay unas 15 personas entre camarógrafos, productores, sonidistas y claque, o sea reidores que, a decir verdad, necesitan poco esfuerzo para cumplir con su trabajo en este show. Los camarógrafos los acompañan y hasta comentan a los gritos los chistes; sin dudas, es un lugar divertido para estar un lunes a la tarde.
En las pausas, algunas “colonas” repasan los chistes que guardan en sus mesas o sillones, y otras dan sus opiniones sobre los comentarios de las colegas. Todo entre risas, siempre, pese a la grabación maratónica que hacen.
Los lunes las chicas graban las tres ediciones que se ven en la semana y los martes le toca a los varones (aunque la semana próxima habrá cambios por el estreno de Trato hecho: edición familia, que conducirán Lucía Rodríguez y Germán Medina, ambos integrantes de La culpa es de Colón). Son jornada intensas y una vez terminado cada programa hay que cambiarse, maquillarse y peinarse de nuevo para el siguiente.
Entre cambio y cambio, las “colonas” hablaron con El País.
Leti Cohen tiene un cuadernillo de varias páginas donde está el guion del programa y lo revisa una y otra vez para no olvidarse de nada. Repasar la letra es facilísimo, dice: “son todos chistes buenos, los míos”, y comienza a reírse. Ella es “la nueva del programa” como se define, pese a ocupar su silla desde hace ocho meses tras la salida de Manuela da Silveira.
“Yo lo que hago es traerme un trencito. Esto parece el liceo”, dice Luciana Acuña. “Yo sé toda mi letra”, la pelea Cohen y se vuelve a reír. Con voz seria, Acuña agrega: “Lo que hacemos es repasar los trencitos, y antes de empezar el programa estamos leyendo como desacatadas pero ya sabemos que no te queda nada de eso”.
Es que pese a tener un libreto, hay mucha improvisación en La Culpa es de Colón. “Eso hace que tengamos una punta para tirar y además todas se empiezan a meter, así que no sabés dónde termina el material que preparaste. Podés pensar que va para un lado pero si agarra para otro, se fue”, explica Acuña.
Llegar a ese nivel de confianza no ha sido sencillo, aunque después de un año trabajando juntas, hay cosas que ya no necesitan decirse. “Con Leti ya éramos amigas y obviamente nos conocemos más. Pero entre todas se generó un grupo de amigas real que es honesto y muy sincero”, comenta Lucía Rodríguez.
“Igual tenés que llegar a ese lugar de complicidad, porque ahora nos miramos y ya sabemos lo que va a decir la otra. Antes de que Lucía diga algo, ya sé para dónde va, porque se lo veo en los ojos. Eso te lo da el tiempo, y que nos juntamos dos por tres”, dice Acuña.
Y Cohen agrega: “Yo antes no intervenía mucho porque no las conocía. Ahora que ya sé que nos podemos decir cualquier cosa, ya sabés hasta dónde podés estirar una situación”.
“Pienso en los primeros programas y era tan diferente la dinámica”, repasa Catalina Ferrand. “Siento que ha crecido un montón La culpa es de Colón femenina y estamos felices por eso. Lo logramos por el público y porque nosotras decidimos hacer nuestro al programa, No somos argentinas, tampoco somos hombres, somos La culpa es de Colón, somos un grupo muy bien conformado y estamos enraizadas”.
Chistes al peso.
“Nos pagan por ser amigas y decir chistes”, dice Acuña, como una epifanía. “Nunca lo había pensado, es genial esto”, acota Cohen.
Claro que armar los chistes para el guion es un trabajo que lleva toda la semana. Rodríguez cuenta: “Nos dan las consignas el martes y el texto se entrega el viernes, y todos los días voy pensando y el viernes escribo todo junto y entrego. A veces no soy tan aplicada y lo mando el sábado haciéndome odiar por los guionistas”.
En esa logística, Ferrand es el timonel del programa, la que lanza las consignas y pone orden, aunque dice que ellas se encausan solas. “Estas minas son profesionales y no se cuecen en el primer hervor. Saben muy bien la dinámica, cuándo se jode, cuando se para, si se puede ir más allá o cortar antes”, dice. Por eso, ser la conductora es sencillo.
“Yo me divierto y ponerle límites es parte de mi juego con ellas, porque no lo necesitan”, agrega.
Igualmente, algo cambió en el programa desde el inicio hasta ahora. “Sabemos reconocer que al principio había un montón de variables que nos afectaban: el qué dirá la gente, o había chicas que estaban por primera vez en televisión como Lucía y Jimena. Empezamos a caminar torpemente y ahora ya corremos”, dice Ferrand.
Antes de que lo note, las chicas ya están sobre el escenario listas para grabar otro programa. Al salir del canal, en la puerta todavía se escuchan las risas que generan estas “colonas”, que se ganaron un lugar en la grilla televisiva y encontraron un trabajo donde, queda claro, todos se la pasan muy bien.