Está convencido de que no hay un Gran Hermano igual al anterior, y si tuviera que definir la última edición con una palabra, esa sería "violenta". Ha sido, a juzgar por Alejandro Ripoll, director general de Gran Hermano Argentina, una temporada intensa.
Resultó, además, una entrega histórica: se batieron récords de votos, de estadía en la casa y un uruguayo se consagró campeón por primera vez. ¿Fue justo que ganara Bautista Mascia? Ripoll opina que Gran Hermano es como el fútbol: los goles no se merecen, se hacen.
"Bautista lo ganó porque es el campeón. ¿Por qué ganó? Porque afortunadamente ganan los buenos en la tele, no sé si en la vida. Cuando tuvo que plantarse se plantó y lo hizo desde el respeto. Me encantó que haya ganado porque es una esperanza. No estamos perdidos como sociedad", aseguró a El País.
Reveló también que este año hubo una convención de Gran Hermano en Holanda y representantes de un canal uruguayo viajaron a hacer averiguaciones con miras a realizar la versión local del programa. Sin embargo, un tema económico hace inviable esta posibilidad: tanto si se construyera una casa de cero (cuyo costo no bajaría de dos millones de dólares) o si se pusieran de acuerdo con Kuarzo Producciones para alquilar la propiedad de Argentina, como hacen desde Chile, los números no dan.
"Hoy los costos están muy elevados y la recesión que hay a nivel mundial no lo permite. Ha hecho un esfuerzo muy grande Canal 10 al comprar los derechos de Argentina para tenerlo acá y les ha ido muy bien a ambos", apuntó. Así, no están dadas las condiciones para un GH Uruguay ya que se requiere respetar un protocolo técnico que implica más de 50 cámaras de alto costo, 12 islas de edición y honorarios de unos 140 trabajadores (operadores, directores, productores, vestuario) para cubrir 24 horas, los siete días de la semana.

—¿Qué tiene que pasar para que pueda concretarse una edición uruguaya?
—Tenemos que mejorar todos económicamente, que no se estaría dando a nivel mundial. Si los canales pudieran tener mejores valores de pauta comercial en Uruguay, y obtener mejores rendimientos, seguramente lo reinvertirían en un Gran Hermano. Desde el momento que fueron a Holanda a decir: "Quiero comprar los derechos, ¿nos acompañan?", desde Banijay, la dueña del formato, le contestaron: "Te hacemos un precio especial para que lo hagas en Uruguay, somos socios, vamos con las ganancias, ni siquiera te ponemos un fijo".
La alternativa más efectiva sería que una empresa privada hiciera el patrocinio, como sucedió en la última temporada en la vecina orilla. Según detalló Ripoll, el reality estaba a punto de cancelarse cuando apareció DIRECTV como auspiciante máster, ayudó mucho con los costos e hizo posible la salida al aire.
"Hubo una redundancia en la ganancia: la empresa ya tenía cuatro millones de suscriptores pagos y pasó a tener cinco. Tiene que haber un ganar-ganar", explicó. Y confirmó que habrá nueva temporada del reality en Argentina. Si bien resta definir la fecha, ya se abrió la inscripción al casting.
El también director de la consultora Research Analytics y exdirector de Showmatch pasó por Trimax para dar un seminario intensivo de métricas de televisión y charló con El País sobre el éxito del reality, el fenómeno "Furia" (Juliana Scaglione), y el fracaso de Marcelo Tinelli a nivel de rating.
—Este Gran Hermano batió récord de estadía en la casa y de votos, ¿por qué cautivó así?
—Porque Gran Hermano es un pequeño espejo de nuestra sociedad, y se da en todos los países con distinta idiosincrasia. Cuando vos ves Gran Hermano Argentina, ves lo que está pasando: una Furia muy libertaria, muy agresiva, muy prepotente, como gran parte de la sociedad argentina. Y por otro lado, dentro de la casa una parte sumisa callaba para no discutir: forman parte de la segunda minoría, la que trabajaba, lavaba los platos, limpiaba día a día pero sin confrontar.
—¿Se buscó que esta temporada fuera más intensa y violenta que otras?
—No. La gente de casting busca los distintos perfiles de acuerdo al formato. Después la química que se produce no la tenemos controlada ni dirigida porque es un reality, es convivencia. Tenemos gente con carácter fuerte, pero no tan fuerte, gente que es sumisa, no tan sumisa; a medida que van conviviendo hay cosas que son muy profundas. El secreto de este programa, que la gente nunca termina de entender, es el aislamiento: no reciben información del exterior, no saben si subió el peso, el contexto social, cómo está su familia. No leen, no tienen internet ni tele. El microclima se achica.

—¿Qué buscaban cuando eligieron a Furia?
—Se buscó alguien disruptivo, desde lo histriónico hasta la propia imagen (con sus tatuajes y piercings). Con Gran Hermano se trata de ser lo más inclusivo posible en todas las áreas, desde lo físico, el pensamiento, las clases sociales. Somos un espejo: en la sociedad hay Furias, Thiagos, gente como Marcos Ginocchio de clase alta conservadora. La idea era tener un amplio espectro de lo social.
—Furia manejaba una agresividad inusual, ¿en algún momento se les fue de las manos o pensaron en frenarla?
—No, primero que nunca le decimos lo que tienen que hacer, o bajá un cambio. La única vez que ejerció violencia física tocó de forma leve a Mauro, y se mostró. Eso fue lo máximo que sucedió, no era motivo para una expulsión, de acuerdo al formato, pero sí para una sanción, y quedó nominada hasta el final. De hecho, a partir de ese momento, todos los días se quejaba y venía a reclamar al confesionario que le levantáramos la sanción. Era eso o retirarse del juego, pero todo tiene un límite.
—Telefé y Furia llegaron a un acuerdo de rescisión de contrato mutuo, ¿por qué?
—No formo parte de Telefé sino de Kuarzo, pero no era del agrado de ninguno de los dos, parece.
—También se enfrentó a una periodista en un evento en Uruguay y generó gran revuelo...
—Ella no puede pasar desapercibida y su manera de mostrarse al mundo es generando conflicto, lamentablemente por ella.
—¿Qué tipo de público consume GH en Uruguay?
—Primero están las mujeres de 60 y más, que lo ven por identificación o para criticarlo. Argentina y Uruguay lograron sumar mujeres jóvenes y son la moneda de oro de todos los auspiciantes que buscan mujeres de 25 a 34, y en Gran Hermano son el segundo target.

—Trabajaste con Tinelli en el mejor momento, de 2005 a 2018. Hoy los números no lo acompañan y le levantaron Primos de América en la segunda emisión. ¿Crees que perdió la magia?
—Desde el 2018 algo se quebró entre Marcelo y la audiencia. En 2010 o 2012 hicimos 29,9 puntos de promedio anual de rating y tuvimos un pico de 49,9. Era una locura. Era una de las cinco personas más influyentes del país: decía algo y era palabra santa. Eso, en algún momento, se quebró. No sé si fue una sola cosa o una sumatoria, pero la gente lo dejó de elegir. No hay nada más democrático que la tele: te dejaron de elegir. Es durísimo, pero también es lo más real que existe. Cuando no te miran, no te miran, y por algo no te miran. ¿Qué es? No lo sé. Primos de América, con El Tirri, llegó a 1,8 y con Messi hizo 2,6. Si Messi no tracciona, hay algo que estudiar, modificar, y aprender, porque a veces se gana y a veces se aprende, dice Bielsa.
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