Adamari López es una de esas actrices que ha crecido frente a la pantalla. Comenzó su carrera en su Puerto Puerto Rico natal -tenía seis años cuando trabajó en Cristina Bazán junto a José Luis Rodríguez, “El Puma”-, y luego de graduarse en Comunicaciones (porque su familia le dijo que tenía que tener un plan B) dio el salto a México, donde fue parte de telenovelas como Amigas y rivales, Alma de hierro o Gata salvaje.
Esa actriz bajita, de sonrisa enorme y con una mirada que pasa del cariño al enojo en segundos, estuvo en Montevideo para grabar ¿Quién caerá?, una adaptación del ciclo ¡Ahora caigo! que en Uruguay conduce Gustaf. Se transmitirá en 2024 en Televisa de México y Univisión de Estados Unidos.
Ambas señales adquirieron el formato y López vino a grabarlo a los estudios de Canal 4. No era extraño verla por los pasillos o bromeando con los técnicos uruguayos que cumplieron funciones en las versiones que se grabaron, una con premios en pesos mexicanos y otra con dólares. Desde aquí también se realizaron los trabajos de producción y logística para la propuesta que significó el debut de López al frente de un programa de entretenimientos.
Al final del penúltimo día de rodaje, la actriz se sentó en un sillón ubicado en su camarín y se dispuso a charlar con El País. Lo primero que pidió fue que se la tuteara. “Si no, siento que me tratarías como a una señora vieja”, comentó entre risas. Esta es parte de la charla.
—Has hecho telenovelas y conducido un magazine. ¿Cómo es estar en un programa de entretenimientos?
—Ha sido una vida tan bonita dentro de la televisión... Empecé desde muy pequeña y me he ido ganando diferentes oportunidades dentro de esto que para mí es mi vida. Al principio pensaba que jugaba, que los grandes jugaban conmigo. ¿Y qué niño no quiere jugar con los adultos? A medida que fui creciendo, ese juego tomó una seriedad en la que me seguía divirtiendo, pero sabía que era algo importante. Empecé a tener disciplina, a entender realmente de qué se trataba, y me fui abriendo paso. Hice la universidad, no en actuación porque mis papás me pidieron que estudiara algo alternativo, por si no me podía ganar la vida en lo que me gustaba.
—Igual ya lo venías haciendo.
—Sí, pero de todos modos querían que tuviese una carrera. Hice Comunicaciones y una maestría en Relaciones Públicas. En ese momento surge un casting en México. En ese país estuve 15 años muy felices, después regreso a Estados Unidos porque descubro que tenía cáncer; me recupero, me caso, sigo trabajando en la televisión, y me dan la oportunidad para conducir un programa, Un nuevo día, en el que estuve 11 años. Ahí crecí mucho en la conducción. Igual no es un programa como el que estoy haciendo ahora, pero sí me abrió una ventana. Quizás fue una preparación para hacer el programa que estoy haciendo ahora, de concursos, juegos, y creo que por primera vez en el mercado hispano a una mujer se le da la oportunidad de hacer un programa como este. Por lo general los programas de concurso son conducidos por un hombre.
—En las telenovelas, en tanto, has sido villana. ¿Es divertido ese trabajo?
—Me porto malísimo en esas novelas (se ríe). Es muy divertido. Creo que me puedo describir como un buen ser humano, pero en las novelas puedo disfrutar de un lado villano que emerge y uno reprime porque sabe que no es una buena manera de comportarse.
—¿Conocías Uruguay?
—No había conocido Uruguay antes. Sabía dónde quedaba porque tengo una amiga muy querida, Laura, que es uruguaya y es quien me ayuda cuando no puedo llevar a mi niña a la escuela. Vive en Miami y me ayuda muchísimo en términos de facilitarme el transporte y bienestar de mi hija en muchos momentos. Se ha convertido en alguien muy querido y hasta indispensable para mí. Laura nos habla mucho del país, nos ha dado direcciones. Por ejemplo, a mí las palmitas alemanas me fascinan. Nosotros le decimos “orejitas”, y ella me dijo cómo las tenía que pedir y dónde las iba a comprar. Me dio lugares para visitar, tipos de comida o cosas que me podían gustar como el arrollado de pollo, la pizza, y cosas que no comer. No tenía el gusto de conocer el país, pero sí tenía una persona cercana que me hablaba de las tradiciones y las culturas.
—Y cuando llegaste, como entre casa, hasta fuiste a ver a la selección.
—Ya me sentía en mi casa. Cuando me ofrecieron lugares para quedarme, (Laura) me dijo: “Te recomiendo este lugar porque estás en un sitio bonito para ver y a poca distancias de distintos sitios”. Tenía una dirección antes de llegar. No es lo mismo que cuando llegas y no sabes nada del lugar.
—¿Qué te sorprendió de Uruguay?
—Me han sorprendido muchísimas cosas, pero para bien. La gente me parece muy respetuosa, muy cariñosa y a la vez cercana. Ustedes se divierten, aunque de entrada son serios, respetuosos. He visto mucha fanaticada que viene y les da como pena acercarse. En otras partes se acercan y no importa dónde estás, si estás bien o mal: es “dame una foto”, “dame un autógrafo”. A mí no me molesta eso, pero sí me sorprende el grado de respeto que tienen los uruguayos a la hora de acercarse a otra persona. No transgredir el espacio, evitar que se sienta incómoda, y eso me parece muy lindo. También me encanta la comida, he llegado en primavera y el clima ha estado más fresquito. Los primeros días fueron bastante fríos para ser primavera, pero ahora que se acerca más el verano hace un poco más de calor, sin que todavía me agobie. Es bonito tener diferentes estaciones, que en Puerto Rico no hay: hace calor, o calor con un poquito de brisa.