ENTREVISTA

Hizo la escuela en el Colegio de Hermanos Maristas, la secundaria en el José Pedro Varela y cuando tenía 18 años sufrió de ansiedad por su futuro. “Queriendo hacer tanta cosa, no sabía por dónde arrancar. Antes eras médico, abogado o contador, no había muchas más opciones, pero cuando tenés todo en el menú, te volvés loco”, dice Ignacio Gonzáleza El País.

Luego de estudiar en la ORT y hacer un posgrado en Babson College en Boston, donde conoció gente de todo el mundo, regresó a Uruguay con una idea: traer lo mejor a su país. Así fue como inició el foro global de líderes American Business Forum que este año tendrá una nueva edición y otra exclusiva para jóvenes. Sus planes no se agotan allí: planea exportar el foro a otras partes del continente, y tiene un proyecto documental junto a Sergio “Maravilla” Martínez, en negociaciones con distintos servicios de streaming.

“Cada vez estoy mas convencido de que el uruguayo es crack, pero que se tiene que creer crack. Si nos ponemos a pensar, tenemos grandes políticos de todos los partidos, grandes científicos, deportistas, músicos que son elogiados en todo el mundo. Y la gente dice: ¿Qué tiene de especial el Uruguay que tiene tres millones y no para de sacar tanta gente valiosa y talentosa? El uruguayo tiene que levantar la cabeza, sacar el pecho para ser el más protagonista del mundo, para contagiar de entusiasmo a los demás y demostrar que en un país chiquito también se puede”, dice González.

Con la intención de decodificar ese ADN que hace únicos a los uruguayos es que nació El legado, el programa de televisión que conduce, que estrenó el año pasado y que el viernes 9 de julio a las 22.30 regresará a la pantalla de Canal 10 con un formato renovado. Este año también se verá a través de la página web de El País.

—¿Qué balance hacés de la primera temporada de El legado?

—Fue impensada. Pensábamos que el formato iba a funcionar, pero no de la forma que funcionó en el rating y las redes. En las redes sociales, cada domingo era trending topic y de lo que se hablaba era de eso, se notaba en los comentarios en la calle. También era demostrarnos a nosotros que se puede hacer algo así en Uruguay, que se puede producir televisión en formato cine, es un formato que cuesta mucho y fue un gran esfuerzo y todo. Y que la gente lo termine abrazando es la cereza de la torta y es la recompensa anímica, eso fue lo más importante.

—La primera temporada se emitió los domingos y la segunda, que se estrenará el 9 de julio, se pasa a los viernes. ¿Por qué este cambio?

—Tiene que ver con una búsqueda. Los viernes son días donde uno está más relajado porque terminó la semana y está más propenso a consumir este tipo de historias. Si salía el domingo a última hora de la noche, el programa pasaba a ser tema de conversación de la semana, pero en la semana entrás en la vorágine y el tema de conversación cambia. Como son entrevistas reflexivas, estaba mejor que sea el viernes a la noche para tener todo el fin de semana para verlo.

—También se va a emitir por streaming en la web de El País.

—Sí, es una apuesta nueva y distinta, salir por streaming a través de la página de El País donde va a haber contenido diferenciado para las redes sociales, entendiendo que cada audiencia y franja etaria consume el programa de diferente manera. Y nos sorprende la cantidad de jóvenes que miran el programa por Youtube. Es tener un archivo histórico del Uruguay y me gustaría que El legado lo vean algún día mis hijos o nietos para entender cómo era el Uruguay de esta época.

—¿Qué otras novedades tendrá esta segunda temporada?

—Primero nos mudamos al Teatro Solís, para seguir mostrando el patrimonio histórico de todo el Uruguay. Parte de esto tiene que ver con mostrar lugares icónicos que tiene nuestro país y que hay gente que solo conoce por afuera o por fotos. El Palacio Legislativo cumplía con esa premisa, al igual que el Solís, que es el escenario más emblemático. Y de la mano del Solís la temporada cambió, el formato está totalmente rediseñado; es una mezcla entre televisión, cine y teatro.

—¿Quién será el primer invitado?

—El Loco Abreu. Iba a ser otro, pero como se retiró, tiene especial relevancia. El Loco tiene el penal ante Ghana (en el Mundial de Sudáfrica) que de alguna forma quedó marcado en la historia y ha de ser de los momentos más felices que hemos vivido todos, y que nos une. Todos recordamos dónde estábamos, cómo lo gritamos, cómo festejamos. Tiene una épica muy particular. Los demás invitados los iremos revelando semana a semana, pero van a haber presidentes, intendentes, jugadores de fútbol, artistas, músicos, escultores, vas a tener un poco de todo en esta temporada.

—¿Alguno más podés adelantar?

—Vamos a tener a un joven rupturista, Peke 77, que tiene una historia de vida apasionante. Es alguien que sale de un entorno muy difícil y con una fuerza y coraje tremendo. Desde ahí, hasta musicalmente el Negro Rada -ya te doy otro invitado-, son dos artistas en distintas etapas, uno en su consagración y otro recién empezando, pero la idea es mostrar eso, que Uruguay es todo.

—¿Cuál considerás que es tu legado?

—Mi legado está en construcción. Todavía no pienso en términos de legado. Entiendo que mi compromiso con el Uruguay, mi pequeño granito de arena, es hacerle homenaje a nuestra identidad. Recoger lo mejor de nuestra herencia cultural, y me siento un articulador entre generaciones. Tengo 29 años y hay gente con 18 que piensa muy distinto a mí, y poder ser un articulador entre las generaciones, me apasiona y me gusta ese rol.

—¿Cómo eras en la escuela? ¿Eras el alumno aplicado?

—Era bastante inquieto. Siempre tuve facilidad para hablar, entonces me compraba a la maestra, no era muy aplicado. De la escuela tengo grandes recuerdos. Atravesaba todos los grupos, y era amigo de los más rebeldes y los más tranquilos. De hecho tengo un grupo de cuatro amigos con quienes nos juntamos religiosamente todas las semanas desde hace como 20 años. Todos somos muy diferentes, pero son mi cable a tierra, ellos son la familia que uno elige.

—¿Te sentís un privilegiado?

—Sí, al cien por ciento. Soy muy agradecido de la gente que se porta bien conmigo, agradecido de los amigos que tengo. Soy muy amigo de mis amigos y soy incondicional con la gente que está cerca de mí. Y si alguien me traiciona, me cierro rápido. Me cuesta dar segundas oportunidades. Soy un agradecido de estar bien física, mentalmente y de poder hacer lo que me gusta.

—¿Hubieras llegado al mismo destino de haber nacido en una familia con carencias?

—No, y por eso algo que me parece importante es igualar el punto de partida para que todos los jóvenes tengan las mismas oportunidades, sin importar en qué barrio o familia naciste, para que después cada uno haga lo que lo haga feliz.

—¿El futuro se juega ahí?

—Sí, me parece que el futuro va por ahí. Por darle las herramientas a los jóvenes, y a todos los jóvenes, que no sean solo los que tenemos la suerte de nacer en el seno de una familia que nos pudo dar cierta educación o contención para seguir nuestros sueños. Eso es algo que me parece importante y creo que el futuro del país se juega ahí.

—¿Cuál ha sido el momento determinante en tu vida?

—Creo que mi tiempo afuera, en Estados Unidos, me cambió la cabeza. El enfrentarte al mundo solo y conocer otras cosas y realidades, fue cuando sentí que el partido ya había empezado. Ahí empezaron estas ganas de hacer cosas y he tenido suerte. Aunque no creo en ella, las cosas se me han dado con cierta facilidad.

Ignacio González adelanta que esta nueva temporada, filmada en el Teatro Solís mantendrá el recorrido por la vida de los invitados, pero tendrá intervenciones artísticas.

“El personaje llega, hay un piano y queda sentado frente al telón del teatro, y ahí arranca el viaje de su vida”, dice.

Entre los cambios, el invitado se enfrentará a un espejo que lo va a hacer viajar en el tiempo. “Ese ejercicio de introspección en el que se miran hace que pasen cosas muy interesantes desde lo emocional, por lo que implica enfrentarse a uno mismo”, comenta.

Después irán al palco para ver una obra de teatro en el escenario, será una escena que marcó la vida del invitado y que tendrá música, actores y un guion hecho para cada uno. “ Es muy removedor y emotivo y en más de una ocasión hice fuerzas para no ponerme a llorar con ellos”, agrega. Después caminarán por un espacio lleno de maniquíes, sombras y oscuridad, donde estarán todos los roles de la vida de ese invitado. “En un momento, un maniquí cobra vida, hace un gesto y se genera una reacción de sorpresa. Eso desencadena una charla sobre los demonios y grandes miedos que cada uno de nosotros se enfrenta. Luego se levanta el telón del escenario y nos vamos al acto final donde hablamos de temas como el éxito, fracaso y lo que se aprendió”, resume.

Cada episodio termina con una película sobre el invitado que resume en dos minutos su vida.