Inti Lencina terminó su participación en Ahora caigo sin perder la sonrisa que lo caracterizó a lo largo de todas las ediciones en las que participó del programa de Canal 4 que conduce Gustaf. En sus redes sociales, Lencina publicó un mensaje donde le dice a sus seguidores que se anoten al programa, ya que se van a divertir. Eso se notó en el participante que hasta bromeó con armar una cama para quedarse a dormir en el estudio.

Lencina, de 48 años y con un conocido recorrido por varios programas de preguntas y respuestas, nació en Montevideo y vivió buena parte de su adolescencia en el Chuy, aunque siempre regresó a la capital, a la casa de sus abuelos en Punta de Rieles, en febrero para ver el Carnaval.

—No es la primera vez que participas en un programa de preguntas y respuestas, porque has estado en Pasapalabra y además en Pasapalabra Mundial. ¿Hay una historia detrás de este camino por los programas?
—Mi locura empezó en el 2008 cuando me anoté a Tiempo límite, un programa que conducía Víctor Hugo Morales. Creo que gané tres programas y me gustó la experiencia, porque básicamente mi motor es divertirme, y si hay dinero de por medio y se gana, mejor. Después me quedé tranquilo y no me presenté a otro programa. Con el tiempo vino Pasapalabra a Uruguay, y jugábamos un Trivia con unos amigos y el que ganaba tenía que anotarse, gané y fui al programa.

—Desde entonces has estado en varios programas más.
—Sí, después estuve en Los 8 escalones de Canal 4, y durante el encierro por la pandemia, algunos jugadores argentinos de Pasapalabra decidieron organizar, entre ellos, distintos roscos. Hacían roscos y se los pasaban entre ellos, y decidieron invitarnos, porque conocieron a Patricia Scalone, la primera ganadora del rosco uruguayo. Jugábamos entre nosotros y lo transmitían por internet, algo así como el regreso de los campeones. Después se sumó la gente de Chile y de otros países, incluso de lugares donde no se había hecho el programa. Se formó una comunidad relinda de personas que jugábamos Pasapalabra, y ahí la gente de Chilevisión organizó el mundial de Pasapalabra.

—¿Cómo te convocaron para el mundial?
—Un día me llama una persona de Chile diciéndome que era de Chilevisión, que se iba a hacer un rosco y querían que participe. Pensé que me estaba tomando el pelo algún amigo chileno. Le digo, “dale, ¿quién sos, Pipe, Eduardo?” No, esto es verdad, me decía. Trabajo frente al Cementerio del buceo, y venía caminando por ahí, porque es más cómodo llegar, y me dice: “necesito que estés en un lugar tranquilo”. Le digo, mira, más tranquilo que donde estoy no voy a conseguir, y me hicieron ahí un rosco. Contesté 22 de las preguntas y hasta que no tuve el pasaje y el seguro médico, no creí que fuera cierto.

—¿Cómo fue esa experiencia?
—Brutal. Llego al aeropuerto y había alguien con un cartelito con mi nombre. Me dio una vergüenza terrible, me quería llevar la valija y que viaje atrás, y le pedí para ir adelante porque como no conocía Santiago, y así podía ver y preguntarle por los lugares. En Chile como que todo es muy protocolar, es otra televisión, y a otra escala. Me hicieron sentir como un rockstar. Y cuando llegué al hotel había mucha gente a la que solo conocía de manera virtual, y fue como estar en un viaje de egresados. Éramos un montón de gente en un hotel, lo que era impensado un año atrás. Yo fui a divertirme, pero todos estaban tirándose palabras. Ahí me hice amigo del panameño José Rueses, que estaba como yo, para divertirse. Y en el mundial jugué contra el argentino Bryan Parkinson, que me ganó.

Foto: Gentileza.

—Tu reacción se hizo viral.
—Sí, porque con Bryan somos amigos, y en el programa nos habían puesto camisetas de la selección a cada uno, y lo vendieron como el enfrentamiento del Río de la Plata, pero cuadno anuncian que ganó, salgo corriendo, paso por atrás del conductor y lo aúpo a Bryan, porque me emocioné, y hasta me puse a llorar. Eso hizo que al año siguiente me invitaran de nuevo a jugar. Así que mi experiencia mundialista fue más por diversión que por juego.

—Y después volviste a Pasapalabra de Uruguay.
—Sí, porque en 2023 convocaron a los campeones, y volví a participar por 11 programas.

—¿Eras de mirar programas de preguntas y respuestas?
—Sí, soy un gran jugador de sillón. Ahí no me gana nadie, soy imbatible en el sillón. Soy un cúmulo de información innecesaria. De hecho, tengo 48 años y antes que existieran los buscadores de Internet, mis amigos me llamaban para preguntarme cosas.

—¿Cómo qué?
—Me pasó de estar en mi casa y que me llamara un amigo de noche para preguntarme los nombres de los integrantes de Don Gato y su Pandilla. Eso lo recuerdo clarito, porque le di la respuesta, lo escucho decir: “vieron que tenía razón” y me cortó, ni gracias me dijo. Siempre fui de acumular mucho dato innecesario y en un momento empecé a capitalizarlo.

—Además de todo esto, profesor de fotografía.
—Tengo vocación por la docencia, estudié magisterio, todavía sigo dando materias porque no lo termine y trabajo con personas con discapacidad intelectual desde hace 13 años. Unos amigos tienen un taller de fotografía, Taller el ojito, y necesitaban a alguien para dar una clase abierta en una plaza, para que pudiera explicar las cosas de una manera entendible, y pensaron en mí. Ahí me arrimé al taller, me dieron tips para esa clase y me apasioné por la fotografía. Empecé a formar parte del taller y empezamos a dar clases de fotografía. Hoy trabajo como fotógrafo deportivo.

—Y a todo esto, ¿se gana plata en estos programas?
—Menos de lo que uno piensa. Porque en realidad, hasta el momento, en el programa que más dinero llevo ganado es Ahora caigo. Pero lo importante es divertirse. Después, en Los 8 Escalones gané 50 mil pesos, y en la última etapa en Pasapalabra, fueron 70 mil pesos.