MIRÁ EL PROGRAMA
El periodista deportivo y relator fue el invitado de la nueva entrega del programa que se emite por la web y las redes de El País, y por Canal 10
"Me hicieron muy feliz, pero me hicieron sufrir”, fue lo último que dijo Alberto Kesman este viernes en la emisión de El legado. El periodista deportivo y relator vivió con la emoción a flor de piel la última entrega del programa que se emite por la web y las redes sociales de El País, además de por Canal 10. El recorrido por su vida y su historia estuvo lleno de las lágrimas de un homenajeado que ya había avisado, bien al inicio, que aunque la imagen colectiva que se ha construido de él es la de un hombre recio, en verdad es “muy sensible” y “llorón”.
La cuota emocional apareció incluso antes de ingresar al primero de los cinco actos en los que esta segunda temporada divide la continuidad de sus episodios. Kesman transitó por los distintos espacios del Teatro Solís, y al principio, frente al espejo de un camarín recordó, con un puñado de botones de colores, cómo fueron sus primeros pasos en el mundo del relato.
“Te armo un partido de fútbol, te lo relato, te lo comento y te hago la locución comercial, porque este fue el principio de mi profesión. En la cocina de mi casa había un espacio donde jugábamos a los botones, ponías la formación del equipo y del otro lado estaba el otro rival. Un botón chico hacía de pelota, uno grande lo utilizabas para atacar y yo transmitía los partidos imitando a (Carlos) Solé”, contó con detalle.
Estaba tan aceitado por relatar esos partidos imaginarios, que aseguró que cuando fue a hacer su primera prueba para ser relator radial, en 1967 en Radio Ariel, llegó al Estadio Centenario y no sintió “ningún esfuerzo, ningún cambio, absolutamente nada”. “Estaba acostumbrado y amalgamado porque los botones me dieron la vida”, aseguró, ya conmovido.
Kesman dijo que “es muy importante no olvidar los orígenes”, y en esa instancia compartió algunos recuerdos de su barrio, de los códigos y valores que aprendió, de las lecciones de su padre y el nacimiento de sus hijos. Invitado a decirle algo a su yo del pasado, la figura de La Tele y Radio Universal expresó: “Te diste el gusto. Hiciste lo que te gustaba. No lo hiciste mal. Con la gente todo, sin la gente nada, y la gente te acompañó”.
La sensibilidad también estuvo presente en el siguiente acto, cuando el relator tuvo que observar cómo dos actores representaban una escena de su vida, en la que él y su padre conversaban sobre la posibilidad de que dejara Universal y pasara a Sarandí por una importante mejoría económica. Ese montaje también sirvió para rememorar a Carlos Solé, de dos maneras. Por un lado, a través del inolvidable relato del gol de Víctor Espárrago ante la Unión Soviética con el que la selección uruguaya se clasificó a semifinales del Mundial de México 1970. Y por otro, a través de la recreación de ese momento bisagra en el que Kesman tuvo que decidir si ser para siempre el sucesor de Solé o si formar un estilo personal y propio.
“Siempre fui de quedarme en el mismo lugar. Hace 49 años que estoy en Radio Universal y casi 45 que estoy en el canal. Y siempre me quise quedar en Uruguay”, dijo Kesman, que a lo largo del programa contó anécdotas.
Una fue, justo, la anécdota de cuando el periodista argentino Fernando Niembro vino a Uruguay, en la década de 1980, para ofrecerle empleo en Buenos Aires. Y otra fue la de cuando en el Mundial de Sudáfrica 2010, tuvo que tomarse una botella de whisky con el responsable de un hotel para conseguir alojamiento, justo antes de salir al aire en vivo para la edición central de Telemundo.
Ya en el terreno del fútbol, Kesman recordó la agresión que sufrió a la salida del Parque Central tras la suspensión del partido Nacional - Villa Española en 2008. Opinó de Julio César Abadie, Diego Armando Maradona, Luis Suárez —“el mejor jugador al que yo he transmitido”—, Edinson Cavani y Diego Forlán. Y más adelante reflexionó sobre algunos aspectos de este deporte al que le ha dedicado su carrera, y al que definió como “lo más hermoso que se inventó para la distracción, la emoción, el disfrute, el placer, el entusiasmo, la impronta, la alegría, la expresión de júbilo”.
A nivel personal y ya hacia el final del recorrido sobre su vida, Kesman dijo estar orgulloso de su familia, reveló que hoy sus hijos son sus mejores amigos y admitió que antes era “bastante pícaro”, pero que el amor lo fue “ganando”.
También repasó un momento delicado que enfrentó cuando le detectaron un cáncer de piel, tuvo palabras de recuerdo para Alberto Sonsol (“un luchador, un tipo que la peleaba siempre y no aflojaba”) y reflexionó sobre la muerte. “Si no me va mal en la vida, si me muero por viejo, voy a pedir que pongan en el velatorio una buena botella de whisky, en lo posible 12 años, y que me despidan con alegría”, declaró.
Sentado sobre el escenario del Teatro Solís y emocionado como a lo largo de todo el programa, el relator dijo que le gustaría ser recordado “como una buena persona”. Y sobre el futuro, expreso: “(Quiero) Seguir haciendo lo que hago hasta que pueda. Esto es vocacional; es profesional, por supuesto, pero es vocacional. Yo no puedo hacer algo gratis, porque si lo hago estoy perjudicando al que viene atrás. Pero es vocacional. Va a morir conmigo, o va a morir cuando la gente quiera que muera”.
“Me siento en la obligación de ser caballero”
Sobre su fama de hombre de la noche, Alberto Kesman dijo que le gustaba salir, que disfrutaba y respetaba. Y aclaró: “Jamás le falté el respeto a una dama. Quizás soy antiguo. Hoy día, la inquietud de la mujer es ser igual que el hombre, y me parece que la mujer tiene muchos valores como para tener las mismas oportunidades que tiene un hombre, y más todavía. Una mujer que es madre, que sabe lo que es engendrar un hijo, que tiene la experiencia de cuidar, de sanar, de aconsejar, de enseñar, está en condiciones de desarrollar cualquier tipo de actividad de la misma manera que lo puede hacer un hombre. No tengo ninguna duda. Pero yo me siento en la obligación, quizás por deformación de edad, de ser caballero. Y me la aplaudo. Y cuando te dicen: ‘Sos machista’, el machista es el machista. El que le pega a una mujer, el que destrata, no. El machismo, en mi vocabulario, es ser hombre respetuoso, caballero. No hay cosa más linda que decirle algo lindo a una dama”.