Se codeó con talentos del cine desde la niñez, probó suerte en el exterior y brilló en "Todos detrás de Momo"

Gabriela Freire se enamoró de la cámara a los 9 años, en los sets de grabación a los que la llevaba su hermana. Protagonizó "Todos detrás de Momo", está rodando una película con César Troncoso y sueña con trabajar con sus amigos realizadores.

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La actriz uruguaya Gabriela Freire.
La actriz uruguaya Gabriela Freire.
Foto: Leonardo Maine

Se crio en un hogar que alentó con fuerza su sueño de ser artista. Gabriela Freire (36) pisó por primera vez un set a los 9 años, de la mano de su hermana Valeria Tanco, que en ese entonces estudiaba Comunicación en la Universidad Católica y tenía dificultades para encontrar niños para los rodajes. En esos cortos (y otros de la Escuela de Cine) se codeó con realizadores y guionistas que luego fueron exitosos profesionales (Federico Veiroj, Daniel Hendler, Gonzalo Delgado e Inés Bortagaray), y así descubrió su amor por la cámara.

Se formó como actriz en Uruguay, se fue a ampliar sus horizontes a México y Argentina, pero el destino siempre la trajo de vuelta a su país. Debutó profesionalmente en la exitosa serie Adicciones (Teledoce), filmó Tres (Pablo Stoll) y Dios Local (Gustavo Hernández), pero la primera vez que se sintió cerca de la fama fue después de Todos detrás de Momo, el policial carnavalero dirigido por Stoll y Adrián Biniez, con guion de Carlos Tanco.

"El público del Carnaval abrazó mucho esa serie y no me lo imaginaba. Nunca había participado en proyectos en los que alguien me manifestara cosas espontáneamente, y con Todos detrás de Momo me pasó. Fui ese febrero al Teatro de Verano y me di cuenta de que la gente había visto la serie, y fue reloco", asegura Gabriela Freire en charla con El País.

La protagonista, al igual que muchos televidentes, se quedó con las ganas de una segunda temporada de esta ficción llena de guiños y personajes típicos del Carnaval. La buena noticia es que TV Ciudad volvió a emitirla, y se la puede disfrutar los martes a las 21.00.

En paralelo, Gabriela está filmando Cuando yo existía, película escrita y dirigida por Alejandro Damiani y Martín Avdolov, donde hace de hija de César Troncoso y comparte elenco con Néstor Guzzini, su compañero en Momo, y la argentina Silvia Kutica.

Está ansiosa por el estreno de Guerra de verano, una coproducción entre Chile, Uruguay y Argentina dirigida por Alicia Gerson, donde encarna a una chilena, un personaje que le permite entrenar cierta plasticidad en el decir, algo que, dice, le apasiona.

Entre sus anhelos profesionales está trabajar con sus amigos directores (Matías Ganz, Agustín Banchero y Lucía Garibaldi), y también con elencos uruguayos: "Si tuviera que soñar, soñaría con poder recuperar instancias de creación colectivas bien nuestras. Seamos profesionales, hagámoslo increíble y trascendamos desde lo que tenemos acá", expresa.

Una actriz de aquí y de allá

La actriz Gabriela Freire
La actriz Gabriela Freire
Foto: Leonardo Maine

En su casa se consumía mucho cine, shows en vivo y Carnaval, y a nadie le extrañó que, a sus 12 años, Gabriela dijera que quería aprender teatro. Es más, asegura que el apoyo para que tomara el camino del arte fue hasta excesivo: "Crecí en un hogar en el que me decían que todo era posible, entonces nadie me previno de que, tal vez, no era el mejor camino o el más redituable. Y persistí".

Se formó en la Escuela del Actor, el Instituto de Actuación de Montevideo (IAM) y al terminar la carrera, se mudó a México, convencida de que allá tendría más chances de filmar.

Logró vivir de la publicidad, algo que nunca hizo en Uruguay, y se probó en el teatro profesional, aunque rápido comprobó que el lenguaje audiovisual era donde se sentía más cómoda.

"Quería filmar ficción y no me resultó tan sencillo. Me encontré con la barrera del acento, tuve que trabajarlo mucho y aún así empecé a rodar en Uruguay viviendo en México. Vine dos meses a filmar Dios local, empezaron a surgir proyectos acá que me interesaban más de lo que hacía allá y volví tras tres años", cuenta.

También vivió un año y medio en Buenos Aires, donde solo hizo publicidades. Estudió en la escuela de Nora Moseinco y entrenó con actores como Justina Bustos y Ezequiel Campa. "Está bueno para formarse, ver teatro y conocer colegas que vibran alto y resultan ser de primera línea", dice sobre su estadía en Argentina.

Momo, una oportunidad única

Gabriela Freire y Néstor Guzzini, la pareja estelar de este policial uruguayo.
Gabriela Freire y Néstor Guzzini, la pareja estelar de "Todos detrás de Momo". Foto: Archivo

No es casual que los roles principales de Todos detrás de Momo lleven el nombre de los actores que finalmente protagonizaron la serie. Según cuenta Gabriela, los guionistas (Tanco, Stoll y Biniez) escribieron la historia sabiendo que ella y Guzzini encarnarían a estos dos policías, y "no se complicaron cambiando los nombres porque tenían otras complicaciones".

Aclara que fueron los directores quienes la invitaron a sumarse, y no su hermano: "A Carlos (Tanco) casi ni lo vi, salvo una vez en un ensayo".

Y continúa: "Cuando me mandaron los guiones, me enloquecí porque son muy atípicas las situaciones en las que una actriz uruguaya puede encontrarse con 10 capítulos de casi 50 minutos donde poder desarrollar un personaje y colaborar para contar una historia. Son oportunidades únicas que deseas que la coyuntura, el mercado y la política pública lo vuelvan a hacer posible".

El léxico murguero, la marcha camión, el ritual de Momo y Montevideo están muy presentes en esta comedia policial que gira en torno a dos agentes (Gabriela Silenzi y Néstor Maidana) que ven alterada su rutina laboral cuando Néstor debe infiltrarse en una murga para resolver un crimen.

"Hay historias que hemos escuchado todos los que alguna vez fuimos al Carnaval, que están adaptadas. Los personajes de la murga fueron minuciosamente construidos, basados en arquetipos de murguistas. Por suerte tuvimos la posibilidad de tener actores murguistas. Néstor es parte de la BCG y se muere con la murga. De hecho, deseaba que vinieran las escenas con la murga", cuenta entre risas.

Gabriela mantuvo viva la esperanza de una segunda temporada hasta último momento, ya que era la intención inicial, pero dilemas presupuestales la volvieron imposible: "Tengo la sensación de que quedó trunco. De todas formas, queda un material precioso que atesora muchas cosas que tienen que ver con el anecdotario de la cultura popular uruguaya", reflexiona.

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