Crítica de la serie "The Crown", una producción original de Netflix.
Este año Netflix ha tenido una gran producción de series propias. Algunas bien logradas (como la argentina Estocolmo: identidad perdida o el regreso de las Gilmore Girls) y otras que han dejado con gusto a poco (como The get down o Fuller house). Entre tanta producción original, el servicio de streaming acierta con una serie histórica sobre un relato para muchos desconocido.
Creada por Peter Morgan, The Crown cuenta los pormenores de la familia real a partir de los primeros años de la monarquía de la actual soberana, Isabel II. A esta altura Morgan es todo un experto en la vida de la monarca. Escribió el guión de La reina (Stephen Frears, 2006) que contaba lo que sucedía dentro del Palacio de Buckingham tras la muerte de la princesa Diana. Y también la obra de teatro The Audience (de 2013) que describía alguna de esas audiencias que la soberana mantenía con sus primeros ministros. Esa pieza fue la inspiración para esta serie que ya se encuentra disponible en Netflix.
En The Crown, Morgan construye su relato contando esa transición entre lo terrenal y lo divino. Uno de los mayores logros de la serie es humanizar esa institución que para algunos resulta vetusta y anticuada. Claro que también se cuenta esa delicada relación que se da entre la monarquía, el poder político y el pueblo británico. Una relación que comienza endeble y se va solidificando con el correr de los años, así es que The Crown también podría entenderse como el camino de una joven que lucha por mantenerse humana, sabiendo que pierde la batalla contra esa solemne institución.
En la serie se muestran las inseguridades, miedos y anhelos de la joven reina en esa lucha interna entre la mujer y la monarca que conviven en el mismo ser humano. Y todo se logra a partir de la magnífica actuación de Claire Foy, quien interpreta a esta mujer que debió convertirse en una figura que solo responde ante Dios, como se cuenta en un episodio.
Otro de los aciertos es John Lithgow como Winston Churchill quien, gracias al maquillaje, logra ser ese político ya en decadencia y visto como un símbolo de la antigua Inglaterra, que logra convertirse en mentor de la inexperta monarca, enseñándole las reglas de la política.
Sin dudas no fue sencillo asumir el reinado en la década de los 50, cuando el Reino Unido ya no era una potencia mundial como en las décadas pasadas. En la época que asume Isabel, la monarquía se encontraba endeble (un rey abdica, el otro muere y queda una joven mujer al mando), y lo que la serie muestra es el crecimiento de esa soberana que quiere seguir siendo hermana, madre y esposa.
La historia comienza con el monarca Jorge VI (Jared Harris) tosiendo sangre. Lo que al principio era resfrío, resultó ser un cáncer de pulmón que acabó con su vida al poco tiempo. Así es que la joven Isabel (tenía 26 años) tuvo que asumir el peso de la monarquía y encima lidiar con su caprichosa familia. Desde su madre, que no estaba preparada para convertirse en reina madre a su edad, pasando por su detestable tío (el antiguo rey Eduardo VIII) quien es retratado como un buitre al acecho de dinero.
También con la princesa Margarita (Vanessa Kirby) y su relación con el capitán Peter Townsed (Ben Miles), uno de los primeros amoríos que cubrió la prensa sensacionalista inglesa que salpicó a la corona ya que Townsed era divorciado.
Con estos ingredientes, preciosos vestuarios y una magnífica reconstrucción de época se cuentan esos años. La producción no escatimó en gastos, ya que se trata de una de las series más caras (costó más de 120 millones de dólares), y lo demuestra en cada escena. Como la magnífica reconstrucción del Palacio de Buckingham con esas interminables escaleras, o la recepción en honor al presidente Eisenhower (que nunca se realiza), donde se presenta una mesa con toda la parafernalia que una cena de la monarquía requiere.
The Crown [*****]
2016. Título original: The Crown. Creador: Peter Morgan. Directores: Stephen Daldry, Philip Martin, Benjamin Caron y Julian Jarrold. Guión: Peter Morgan y Tom Edge. Fotografía: Adriano Goldman. Música: Rupert Gregson-Williams. Diseño de producción: Martin Childs. Diseño de vestuario: Michele Clapton. Con: Claire Foy, Matt Smith, Vanessa Kirby, John Lithgow. Duración: 10 episodios de una hora.
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