CARLOS REYES
En la Sala Atahualpa de El Galpón se está presentando los jueves y viernes "3Nô", un trabajo que lleva adelante Ana Pañella sobre textos del escritor japonés Yukio Mishima, en un montaje que incorpora teatro de animación.
El Nô es una de las formas del teatro clásico japonés: en general son dramas líricos que presentan tragedias con leyendas chinas o japonesas, en las que hay muchos elementos simbólicos, coro, músicos, servidores de escena, y actores que a la vez son cantantes y bailarines. A partir de esos textos, Mishima compuso una serie de piezas que mezclan elementos tradicionales y contemporáneos, algo que en su país le fue muy criticado.
Tres de esas piezas son las que suben a escena en El Galpón, con un elenco integrado por Susana Anselmi, Fernando Hernández, Javier Perazza, Victoria Silva y la propia directora, que también realiza algún personaje. La primera pieza está inspirada en el mito de Penélope, y cuenta la historia de una mujer que todos los días va a esperar, inútilmente, a su amado a una estación de trenes.
La segunda es una historia de amor con ribetes eróticos y policiales, mientras que la última cuenta episodios de una vagabunda que junta puchos en un parque de Tokio, aunque cuando la obra fue escenificada en Nueva York, en 1958, con asesoramiento del propio autor, la ambientación recreaba el Central Park.
En cada una de las partes, el teatro de objetos trabajará de un modo diferente. En la primera se utiliza teatro de sombras, con fuerte carga simbólica, para representar los recuerdos. En la segunda aparece una muñeca casi de tamaño natural, que representa a una mujer internada en un psiquiátrico. Y en la tercera el teatro de animación se utiliza para poner en juego pequeños muñecos, que dan cuenta de los recuerdos de la vagabunda.
Tanto las actuaciones como los rubros técnicos buscan transitar entre lo oriental y lo occidental, evitando caer en chinerías. "Tratamos de rescatar la elegancia, la austeridad y la belleza de cada una de las obras, y creo que el mismo material te va llevando. Para eso utilizamos una cámara negra, despojada, que subraya lo onírico", comentó a El País la directora.
También el vestuario (a cargo de Paula Villalba y Cecilia Bello) juega con la mezcla de culturas, ofreciendo siempre algún color que destaca del conjunto, y que cumple además una función simbólica. "Fue un desafío hacer la obra encontrando su esencia sin usar kimonos o pintarnos ojos rasgados. Pueden suceder estas historias en cualquier lugar: lo que va a conmover al espectador son esos personajes, los temas y como se tratan", sostiene Pañella.
Yukio Mishima (1925-1970) es conocido por sus novelas (y su insólita biografía), aunque fue también un prolífico ensayista y autor teatral, además de sus trabajos en cine como actor y director. Cinturón negro de kendo y jefe de un ejército propio, su principios éticos y políticos lo llevaron a rebelarse contra una sociedad a la que consideraba sumida en la decadencia moral, matándose a los 46 años, frente a las cámaras de televisión, según el ritual del hara-kiri, como un auténtico samurai.
Si bien por muchos de sus compatriotas fue considerado un revolucionario, él era a la vez un espíritu conservador, seguidor de las viejas tradiciones japonesas, de la narrativa de Edo y de las formas tradicionales del teatro japonés. Pero paralelamente fue un estudioso de la literatura occidental, y en ese sentido sus obras son un punto de encuentro entre sus tradiciones y su pasión por la cultura europea. Ahora, con la incorporación de este estimulante autor a la cartelera local, se multiplica la difusión de su obra en una plaza teatral que no lo ha tenido muy presente.
El montaje, que tiene iluminación de Claudia Sánchez y música de Carlos Cotelo, va los jueves y viernes a las 21 horas en El Galpón (18 de Julio 1618, tel. 2408 3366). Entradas: $ 200.
"Arréglense ustedes"
Ana Pañella (1961) se formó con docentes como Eduardo Schinca, y hoy encuentra que muchos de aquellos profesores ya no están, y que el ambiente teatral cambió. "No es que no encuentre valores en la gente joven, pero estamos quedando casi sin maestros, sin directores de actores".
"La gente joven está haciendo cosas maravillosas de dramaturgia sobre la escena, que es algo que en mi época casi no se hacía. Estoy pensando en Gabriel Calderón, pero él mismo a los actores les dice `arréglense ustedes, porque yo no sé como`. Él no dirige al actor, sí al espectáculo y la dramaturgia. Hoy se hace mucho más teatro, lamentablemente no siempre acompañado de calidad", reflexiona.