La historia y obra de Julia Guarino, el legado de una arquitecta rebelde

Fue la primera mujer en recibirse como arquitecta en Uruguay. Este año se cumplieron 100 años de su egreso.

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Julia Guarino junto a otros estudiantes de arquitectura
Foto: archivo de la familia Guiarino, cedida a Mariana Añón por el Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la UdelaR

Cubo del Norte 3596 esquina Carmelo, Atahualpa, Montevideo. Una casa de dos plantas, con un balcón que da vuelta la esquina, ventanas en forma de arco, rejas llenas de ornamentos, un muro de piedras que la rodea en su parte inferior. La casa se llama Domus Emilia. Allí vivió Julia Guarino Fiechter, la primera mujer en recibirse de arquitecta en Uruguay y en el Río de la Plata, y una de las primeras en Latinoamérica. Esa vivienda -que se llama así en homenaje a su madre- es solo una de las obras suyas que se pueden ver hoy en Montevideo. Gracias a una propuesta de la arquitecta especialista en intervención patrimonial Mariana Añón, la casa de Julia está por ser declarada Bien de Interés Departamental.

Pero hay más: un edificio de apartamentos en la calle Simón Bolívar que la arquitecta hizo para sus sobrinos, otro en José Enrique Rodó 1819, una casa en Avenida Millán 3114 que hizo para una amiga, la Escuela N° 90 Pedro Figari en General Flores.

También está su marca en distintos departamentos de Uruguay, sobre todo en centros educativos en Maldonado, Canelones y Durazno. Esos edificios fueron el fuerte de su obra: la Escuela N°4 de San Carlos, la Escuela Nº 129 de Toledo, la Escuela N° 110 de Canelones, las Escuelas Rurales Nº 15, 45 y 60, la Escuela N° 39 de Pueblo Centenario, la Escuela al aire libre en Trinidad, la Escuela Agropecuaria en Durazno, y la Escuela de Vitivinicultura Presidente Tomás Berreta en Las Piedras.

En julio se cumplieron 100 años de su egreso de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República. Sobre ella se sabe poco. Sobre su carrera, también.

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Casa de Julia Guarino
Foto: Leonardo Mainé

Una pionera italiana en Montevideo

Julia Guarino nació en Italia. Llegó a Uruguay siendo una niña junto a su familia.

La Facultad de Arquitectura se creó en 1915. Julia ingresó un año después. Sin embargo, los estudios en arquitectura habían empezado antes, en la Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas. Hasta que Julia egresó, en 1923, casi cuarenta años después de que la carrera existió en Uruguay, no hubo ninguna mujer recibida de arquitecta.

Además de ser pionera, dice la arquitecta Mariana Añón, fue “dibujante, feminista, tía, migrante, rebelde y una moderna”.

“Trabajó junto a otras profesionales en pos del acceso de la mujer a la educación terciaria, y por las desventajas que estas tenían con respecto a los hombres -Julia debió solicitar un permiso para realizar los llamados esquicios de 24 horas en su hogar, evitando permanecer durante la noche en el recinto educativo junto a sus compañeros ya que era la única mujer en su clase-, así como el rol que estas profesionales debían ocupar en la sociedad. No solo se recibió sino que trabajó luego para que más mujeres pudieran estudiar y convertirse en colegas”, dice.

Julia trabajó en enseñanza secundaria y participó en distintas organizaciones y causas sociales. “En 1928 integró la Comisión Directiva de la Alianza Uruguaya de Mujeres (fundada en 1919 por Paulina Luisi, Isabel Pinto y otras mujeres a favor del voto femenino). En 1935 fue cofundadora junto a Paulina Luisi de La Asociación de Mujeres Tituladas de la Universidad. Luego integró la Organización Open Door, una asociación internacional apolítica y no religiosa de defensa de los derechos de las mujeres”, cuenta Laura Cesio, profesora agregada del Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura de Udelar.

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Julia Guarino
Foto: archivo familia Guarino, cedida a Mariana Añón por el Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura.

En las primeras décadas del siglo XX, dice la docente, “los trabajos que la sociedad admitía para la mujer fueron escasos y en general las que trabajaban fuera del hogar eran obreras. En particular, la arquitectura era una disciplina donde los varones estaban acostumbrados al dominio de ese escenario. Según relatos, era común que a las mujeres se les dijera que no podían ser arquitectas porque a ningún hombre albañil le gustaba que una mujer lo dirigiera”.

Aún en ese contexto Julia trabajó en el Ministerio de Obras Públicas. Entró como dibujante en 1920 cuando todavía estaba estudiando. Después trabajó como arquitecta, como jefa de departamento y, finalmente, como subdirectora.

Sobre Julia apenas se habla, apenas se sabe. Su obra no se estudia en la carrera de arquitectura. No está en libros. No se hacen conversatorios sobre ella, ni su nombre está dentro de los arquitectos que proyectaron programas educativos que fueron elegidos para homenajear el próximo Día del Patrimonio.

Sin embargo, algo está empezando a cambiar. En marzo de este año se inauguró el curso y la muestra itinerante Atlas Colectivo de Arquitectas del Uruguay, para visibilizar el trabajo de mujeres arquitectas. Además, la Intendencia de Canelones y la Sociedad de Arquitectos del Uruguay inauguraron el ciclo Julia Guarino, con distintas actividades para conocerla.

En el título que le entregaron a Julia cuando se recibió decía: Julia Guarino, arquitecto. La revista de arquitectura de la época la nombraba de la misma forma: “Señorita arquitecto”. Si uno se acerca a sus obras, las recorre y mira con atención las fachadas que todavía pueden verse, notará un detalle. Julia siempre firmó así: Julia Guarino, arquitecta.

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