Las enfermedades cardiovascularesson la principal causa de muerte en Uruguay y, en particular, la primera causa de discapacidad y muerte en las mujeres y por eso cada 9 de marzo, un día después del Día Internacional de la Mujer, se conmemora el Día de la Concientización de la Salud Cardiovascular de la Mujer. Según datos nacionales, se registraron 4.702 fallecimientos de mujeres en 2021.
¿Estas enfermedades se pueden prevenir? El doctor Juan Cárdenas, médico internista y director de la práctica médica internacional de Clínica Mayo en Jacksonville, Florida (Estados Unidos), señaló que hay muchas cosas que todas las personas, independientemente de su género, pueden instrumentar en su vida para reducir los riesgos y así conducir al corazón a una vida saludable. No obstante, las mujeres suman otros que están vinculados a su ciclo vital como la menarca, las complicaciones del embarazo y las vinculadas a la menopausia.
“Los cuatro factores de riesgo principales para la enfermedad del corazón son tener antecedentes de presión alta, de diabetes, de tabaquismo y de una elevación en los niveles del colesterol en la sangre”, informó el especialista en un encuentro con periodistas latinoamericanos del que participó El País.
Cárdenas indicó que no existe una edad establecida para que se presenten los factores de riesgo.
“Podemos empezar a tenerlos desde la infancia, como por ejemplo es la obesidad infantil. En general se recomienda que a partir de los 18 años las personas empiecen a hacerse chequeos del colesterol, de la presión, del azúcar en la sangre... todo con la guía de sus médicos locales”, señaló refiriéndose tanto a médicos de familia como médicos generales o internistas.
Lo ideal es hacer un chequeo anual y lo que ese control incluya va a depender de la edad y los antecedentes del paciente.
“Generalmente recomendamos empezar a chequearse el azúcar a partir de los 45 años y de ahí cada año; el colesterol desde los 40 años, cada año o cada dos años, y la presión a partir de los 20 años, cada dos años, y desde los 40 años todos los años”, aconsejó.
En todos los casos, si hay antecedentes familiares de enfermedades los chequeos deben comenzar a edades más tempranas.
En cuanto a las señales que podrían estar indicando que hay riesgo de tener un infarto, Cárdenas comentó que no solo hay que prestar atención a las manifestaciones más mencionadas, como son dolores en el pecho o adormecimiento del brazo izquierdo, sino que también hay una serie de síntomas muy inespecíficos o atípicos que merecen nuestra atención.
“Por ejemplo, en mujeres mayores de 50 años se han manifestado ciertos síntomas gástricos o dolores en la boca del estómago. Puede aparecer un simple reflujo, náuseas o algún desmayo. Otros síntomas cardíacos pueden ser mareos que aparecen de la nada, por ejemplo cuando uno está viendo televisión o leyendo un libro. También tener palpitaciones o hipertensión no controlada a pesar de tomar medicamentos”, mencionó.
Añadió que hay casos en los que ni siquiera hay síntomas y se produce lo que los médicos llaman un infarto silencioso. Por eso es tan importante que las personas realicen chequeos periódicos.
Para tratar de evitar llegar al infarto, Cárdenas aconsejó que empecemos a implementar pequeños cambios en nuestra vida diaria que tienen que ver con la dieta, el ejercicio físico, dejar de fumar y dormir bien.
“Es mejor hacer estos cambios de a poco y mantenerse constante, que hacer un cambio repentino difícil de sostener”, remarcó.
La dieta
Cárdenas estableció que las dietas más efectivas para combatir las afecciones cardíacas son la dieta mediterránea y la dieta DASH (sigla en inglés de Enfoques Alimentarios para Detener la Hipertensión).
“Están basadas en tratar de evitar lo más posible las carnes rojas porque se ha visto que son alimentos que tienen mucha grasa, sobre todo la grasa mala que llamamos trans fat. Entonces debemos enfocarnos más en comer carnes blancas, como el pescado o el pollo. Yo siempre recomiendo a mis pacientes que traten de escoger la opción asada a la opción frita”, indicó.
Además recomendó ingerir más verduras y más frutas, y tratar de incorporar las leguminosas, el trigo y el frijol. “En general buscar elegir todos los alimentos bajos en grasas, en carbohidratos y en azúcar”, apuntó.
En contrapartida, se debe intentar evitar todo lo que se conoce como fast food, es decir hamburguesas, pizzas, panchos, papitas y todo lo que entra dentro de la definición de comidas rápidas.
La idea es que la alimentación sea lo más balanceada posible.
“Vamos a necesitar carbohidratos, pero no una cantidad excesiva; vamos a necesitar proteínas, pero no una cantidad excesiva, y vamos a necesitar grasas, pero no una cantidad excesiva”, dijo al destacar que hay que comer de todo.
También es importante tomar mucha agua, por lo menos 2 litros por día.
“Estamos hablando de fluidos, o sea que no tiene que ser agua natural solamente sino que se le puede agregar limón o un poquito de naranja para darle sabor. Hay que tener cuidado de no agregar suplementos muy azucarados porque ahí estamos promoviendo aumentar el azúcar en sangre y eso puede evolucionar a una prediabetes o una diabetes”, alertó el médico. El café entra dentro de los fluidos, pero siguiendo un consumo adecuado y cuidando el uso del azúcar.
“No podemos decir lo mismo de los refrescos o sodas porque ya tienen químicos y azúcar agregados”, aclaró el internista.
Otro punto importante son las tradiciones en materia de alimentación, propias de cada cultura, que no siempre son muy saludables.
“Que una receta se vaya pasando de generación en generación no quiere decir que sea algo bueno o saludable. Hay que comenzar a intervenir en los padres o las personas encargadas de cocinar los alimentos en la casa para cambiar estos hábitos. La dieta también es una forma de educar a los hijos”, remarcó.
¿Qué pasa con las dietas veganas o vegetarianas? Cárdenas informó que hasta el momento no hay evidencia real de si están asociadas o no con una disminución del riesgo cardiovascular, pero hay mucha investigación en curso para encontrar respuestas a futuro.
Otro tema sobre el que prefirió no explayarse mucho porque también se está en etapa de investigaciones, es la incidencia que tiene el covid-19 en el desarrollo de las enfermedades cardíacas.
“Todavía no hay evidencia real. No tenemos una asociación directa específica con que el covid puede aumentar el riesgo cardiovascular o que se tome en cuenta como un factor de riesgo mayor para la enfermedad cardíaca”, aclaró.
Actividad física
“La American Health Association recomienda tratar de hacer actividad física por lo menos 150 minutos a la semana. Eso sería una actividad tan leve como caminar 30 minutos cinco veces a la semana o 50 minutos tres veces por semana. Si es una actividad física más fuerte, como trotar o correr, con 75 minutos semanales sería más que suficiente. Eso combinado con un poquito de levantamiento de pesas, lo que es el ejercicio anaeróbico”, aonsejó Cárdenas.
El especialista recomendó ir de a poco porque son cambios de hábito que no se generan de un día para el otro, por lo general tardan entre cuatro y seis semanas si se es constante.
“Pueden empezar con 10 minutos cada tercer día y después aumentar a 15 minutos, 20 minutos, hasta llegar al target que nosotros recomendamos para que los resultados se empiecen a ver de una forma más temprana”, explicó el especialista.
Puede ocurrir que la persona no disponga de ese tiempo para hacer ejercicio, entonces el profesional propuso combinar con algunos ejercicios en el trabajo, como diez minutos subiendo y bajando escaleras. También las tareas de la casa ayudan, ya se trate de limpiar o cortar el pasto. “Todo suma, cualquier tipo de actividad extra cuenta”, apuntó.
Cárdenas dijo estar de acuerdo con algunos estudios que dicen que sería bueno que así como los médicos prescriben medicamentos y en las recetas indican cómo administrarlos, se hiciera lo mismo con la actividad física.
“Nosotros tratamos siempre de explicar y detallar el tipo de ejercicio que recomendamos, por eso creo que sería una excelente idea poner en las prescripciones la cantidad, duración y el tipo de ejercicio que se aconseja realizar”, comentó.
Tampoco hay un horario mejor que otro para hacer actividad física, aunque para Cárdenas es preferible no hacerla muy tarde en la noche porque los músculos quedan contraídos y eso puede dificultar conciliar el sueño. Según el médico, lo ideal sería hacerlo antes de las 18:30.
Sueño y estrés
Tener un buen descanso también es clave para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y afecciones graves como hipertensión, diabetes y colesterol alto.
Cárdenas aconsejó dormir por lo menos de 7 a 8 horas por día.
“Hay ciertos mecanismos o procesos fisiológicos que ocurren durante la noche en los que también se recupera lo que es la energía que vamos a necesitar para el siguiente día”, detalló el especialista.
Aclaró que si no se puede dormir en la noche porque se tiene un trabajo nocturno, sirve también dormir durante el día.
“Lo que recomendamos es que siempre se tenga un horario específico y se respete. Lo ideal es que se vaya a dormir a la misma hora y se despierte a la misma hora”, señaló.
No dormir lo suficiente puede ser además causa de estrés, que es otro factor de riesgo que puede provocar un incremento en la frecuencia cardíaca o en la presión arterial.
“Eso a la larga puede dañar la función del corazón y hacernos más propensos a tener una enfermedad cardíaca más adelante”, advirtió.
Tanto dormir bien como hacer ejercicio físico pueden además contribuir a canalizar el estrés. A esto el especialista le sumó realizar técnicas de relajación, meditación o yoga. Muchas veces también hay que recurrir a ayuda psicológica o de psicoterapeutas.
“Lo que siempre les digo a mis pacientes es que debemos enfocarnos en las cuestiones que podemos controlar y tratar de no pensar mucho en las que no podemos controlar. Eso es algo que lleva tiempo procesar y analizar, y requiere de un entrenamiento también”, explicó al destacar la importancia de demandar ayuda profesional cuando sea necesario.
Finalmente otro cambio que es fundamental adoptar es dejar de fumar, y evitar el humo de segunda mano o exponerse al humo de otras personas. En esto también entra la práctica del vapeo. “Se ha visto que puede generar efectos a corto y a largo plazo, cambios inflamatorios en los pulmones”, acotó el especialista.
Como consejo que resume todo lo expuesto, Cárdenas expresó que no hay que esperar a que nos dé un infarto para tratar de cambiar nuestro estilo de vida, sino que hay que comenzar a hacerlo desde ya.
“Yo creo que la medicina tiene que ser preventiva, que evite llegar al punto de tener un infarto cardíaco, porque una vez que se tiene es una cuestión irreversible, ya hay un daño en el corazón”, concluyó.
Especialista en medicina interna
El doctor Juan Cárdenas Rosales es médico de medicina interna y líder médico de la práctica de Medicina Internacional de Mayo Clinic en Jacksonville, Florida (Estados Unidos).
Su enfoque clínico incluye, entre otras responsabilidades, aplicar el conocimiento científico y la experiencia clínica al diagnóstico, tratamiento y atención compasiva de adultos en todo el espectro, desde la salud hasta las enfermedades complejas.