SALUD
Las terapias oncológicas causan efectos secundarios en varias partes del cuerpo para los que se puede estar preparado. No abordarlos puede hacer que se interrumpa el tratamiento.
La piel de los pacientes oncológicos es una piel sensibilizada por los tratamientos que recibe, sea quimioterapia o radioterapia. Cada tratamiento presenta sus efectos adversos. Es importante saber qué tratamiento se recibe y qué efectos adversos se pueden esperar de manera de poder prevenirlos y mejorar la calidad de vida desde el inicio.
“Siempre les digo a los pacientes que se tienen que amigar con el tratamiento, que es lo que les va a salvar la vida, y tratar de llevarlo lo mejor posible. Y que tienen que interpretar el daño de la piel como un daño colateral, secundario; como un mal menor”, explicó la dermatóloga Sofía Nicoletti.
La especialista hizo hincapié en que el paciente oncológico debe tener un equipo multidisciplinario que lo sepa llevar y apoyar mientras transita por todo el tratamiento, que puede ser largo y va a pasar por diferentes etapas. Integran ese equipo oncólogos, dermatólogos, enfermeros y asistentes sociales, entre otros profesionales.
“Al paciente hay que explicarle el concepto de autocuidado, el ‘me cuido y me cuidan’; eso es fundamental. Porque hay cosas que van a depender mucho del propio paciente, el cuidado de la piel sobre todo”, remarcó Nicoletti.
Por ello la educación y la información son muy importantes. “Lo peor que te puede pasar es enfrentarte a lo desconocido. Si ya sabés lo que te va a pasar, es mucho más fácil que lo puedas prevenir. La idea es tratar de que la piel llegue bien para no tener que suspender el tratamiento”, insistió a El País.
Y si no se hizo la consulta previa y el paciente nota que al comenzar la terapia aparecen las reacciones, lo que se aconseja es consultar de inmediato.
Hay que preparar la piel para la radioterapia
“Tenemos que imaginar la piel como una barrera cutánea formada por células y por sustancias que las unen. Es como si fuera una pared de ladrillos y cemento”, describió la dermatóloga Sofía Nicoletti.
Si se le va a practicar un tratamiento de radioterapia, no hay que colocarle nada por lo menos en las cuatro horas previas.
Se aconseja que la piel esté limpia y seca, sin perfumes ni desodorantes. Se pueden usar jabones Syndet, que son mucho menos irritantes que los comunes.
Tampoco se recomienda usar esponja porque cuando se refriega la piel, se la estimula y queda más gruesa.
Reacciones.
“El tumor maligno es la replicación celular descontrolada, por eso crece rápidamente. Pero nosotros tenemos además otros tejidos que muestran un crecimiento continuo, como el pelo y las uñas. La piel se recambia y las células que recubren las mucosas también. Por eso se van a alterar secundariamente, porque muestran una actividad celular acelerada, pero no descontrolada como los tumores”, explicó Nicoletti.
Los tratamientos oncológicos van a afectar entonces la piel, las mucosas, el pelo y las uñas.
“No quiere decir que te vaya a afectar todo y que aparezcan todos los efectos secundarios. Depende de cómo responda cada paciente, del sector de la piel, del tipo de droga y de la combinación de tratamientos”, detalló la especialista.
Un efecto secundario muy frecuente es la xerosis, que es la sequedad cutánea extrema derivada de la quimioterapia.
Otro es la radiotermitis, producto de la radioterapia. “La radiación va a atravesar la barrera cutánea para poder llegar al tumor y así destruirlo, entonces la piel se daña y aparecen como si fueran quemaduras, que pueden ir desde un eritema muy leve hasta un edema. Se pueden infectar, aparecer ampollas y el último grado son úlceras y costras necróticas. Va del grado uno, el más frecuente, al cuatro”, señaló la dermatóloga.
Hay determinadas características que pueden favorecer que pase, como ser la zona del cuerpo que recibe radioterapia. Si es una parte de piel fina, es mucho más sensible. No es lo mismo irradiar una zona que ya fue irradiada anteriormente, que tiene un daño solar intenso o que presenta una quemadura o una cicatriz.
Además es un proceso acumulativo, así que la radiodermitis se puede agravar conforme avanza el tratamiento o puede aparecer meses o años después y llegar a un daño crónico.
La forma de combatir la radiodermitis es usando cremas emolientes, descongestivas, hidratantes, con ácido hialurónico o aceites. Por ejemplo, la crema de caléndula es antinflamatoria e hidratante. También hay que usar productos de protección solar ya que con los años en las zonas irradiadas puede aparecer cáncer de piel.
El tercer efecto colateral que puede aparecer es el síndrome mano-pie, que es una reacción inflamatoria que se ve tanto en la quimioterapia como en las nuevas terapias dirigidas.
“Afecta tanto las palmas de las manos como las plantas de los pies. No tiene por qué afectar todo, pero siempre es bilateral. O sea, si es en las palmas, afecta a las dos palmas y, si es en las plantas, las dos plantas. Puede ser muy invalidante para la calidad de vida de la persona”, indicó Nicoletti.
Para combatirlo se recurre a cremas hidratantes y cremas que ayudan a producir una descamación de la piel para poder afinarla, recuperarla y que la persona pueda apoyar mejor el pie.
Un cuarto daño son las erupciones acneiformes, que se diferencian del acné clásico porque no presentan puntos negros ni comedones, sino que son granos o pústulas monomorfas (igualitas).
“Se ve sobre todo en las zonas donde hay más glándulas sebáceas, como la cara, el tronco y a nivel de cuero cabelludo. Van de grado uno a cuatro y en el cuarto se indica suspender el tratamiento”, detalló la especialista.
Se las combate con hidratantes, antialérgicos y antibióticos. Si avanza se recurre a corticoides como la prednisona. “Lo que ocurre es que muchas veces la prednisona se administra en conjunto con la quimioterapia y también produce reacciones acneiformes”, advirtió Nicoletti.
Estéticamente estas erupciones son muy invalidantes porque es como si se tratara de acné severo.
En lo que respecta a las mucosas, aparece la mucositis, que es muy molesta y dolorosa y se da mucho en el tracto digestivo (desde la boca hasta el ano).
“Puede ir desde una simple molestia cuando se come o toma alguna bebida, hasta llegar a úlceras necróticas y la persona muchas veces no se puede alimentar. Va de un grado uno a un grado cuatro en el que muchas veces hay que suspender el tratamiento. Para prevenirla se recetan buches antisépticos y calmantes. Existe además toda una línea de pastas de dientes para tratamientos oncológicos, sin componente alcohólico.
Qué hacer si se cae el pelo, las cejas y las pestañas
“Lo primero que pregunta el paciente a un oncólogo cuando va a empezar un tratamiento es si se le va a caer el pelo. Yo siempre les digo: ‘el pelo crece’”, señaló la dermatóloga Sofía Nicoletti sobre un aspecto que repercute muchísimo en la calidad de vida del paciente.
La especialista explicó que la alopecia derivada de la quimioterapia no es cicatrizal, así que el folículo piloso entra en un estado como inactivo. “Es un efecto que nos dice que el tratamiento está haciendo efecto”, acotó como noticia alentadora. Luego de uno o dos meses de finalizada la quimioterapia, vuelve a crecer, aunque quizás no lo haga de la misma forma que antes. “A veces es más enrulado y de otro color”, apuntó.
Lo que recomienda es que después de la primera sesión de quimioterapia la persona se rape por completo para evitar pasar por ese impacto de caída abrupta y abultada del cabello. Hay lugares en Uruguay que rapan brindando mucha contención al paciente. Además, hoy existe una buena oferta de pelucas.
Siempre es fundamental hidratar mucho el cuero cabelludo.
La caída también se da en cejas y pestañas, aunque en forma más tardía que el pelo del cuero cabelludo.
Para las cejas, Nicoletti recomienda recurrir a la micropigmentación antes de empezar la quimioterapia; en medio del tratamiento no se puede hacer nada por los riesgos de infección.
En cuanto a las pestañas, que a veces no se pierden del todo, lo que se hace es enseñar al paciente a maquillarlas.
Las uñas caen, se quiebran o cambian de coloración
Las uñas son un blanco para los tratamientos de quimioterapia porque la matriz de donde nacen tiene una gran proliferación celular. Se puede alterar la lámina de la uña o la piel que la rodea.
“Puede que se vuelva más frágil, más quebradiza o más rugosa. Se puede desprender tanto del sector discal (lo que cortamos) como del proximal (pegado a la piel)”, detalló Nicoletti.
Se pueden oscurecer o quedar blancas y también acanaletar.
Agregó que hay que cuidarlas mucho, así que la hidratación es fundamental. Existen lacas protectoras y recuperadoras.
Hay que buscar un buen podólogo médico.