ARTE
Nacida en Las Piedras, María José Serrano vive en Valencia desde 2019, donde estudia arte y como economista trabaja en una consultora energética. Su obra pictórica llegará a Florencia este viernes.
María José Serrano (42 años) había estado en España allá por el 2010, pero en esa oportunidad su objetivo fue perfeccionarse como economista haciendo un Máster. Siete años después regresó, pero esta vez para estudiar arte. Su tercera visita a la madre patria fue en febrero de 2019 y fue para quedarse y consolidarse como artista plástica.
“Decidí que no quería quedarme en Barcelona y como ya me había contactado con la Universidad Politécnica de Valencia para hacer un Doctorado, me mudé a esa ciudad en junio de 2019”, cuenta esta artista nacida en Las Piedras y formada en el Uruguay tanto como economista como en sus inicios en el arte siendo alumna de diferentes artistas y talleres.
Hoy es una de las diecisiete artistas que está presentando en Florencia, Italia, la segunda edición de la muestra Dirty Pink. Es la única uruguaya de un colectivo integrado mayoritariamente por inglesas, pero en el que también hay estadounidenses, una italiana, una kuwaití y una australiana.
Cuando María José conoció a estas realizadoras estaban presentando Dirty Pink en Valencia. Logró sumarse al grupo y formar parte de la muestra inaugurada ayer en Il Conventino, un antiguo convento dedicado a Santa Teresa en Florencia.
“Participo con el políptico El jardín de mi abuela, que son cuatro obras pequeñas de una serie en la que estoy trabajando últimamente y que forma parte de mi proyecto de Doctorado, que es la pintura sobre una tela que ya está estampada”, señala.
Dice que cuando comenzó el proyecto trabajaba con la pintura que en general utiliza, acrílico muy diluido, muy libre, “dejando correr la mancha sobre la tela”, y además experimentaba con distintas texturas de la tela.
“En un momento se me ocurrió trabajar a partir de un patrón y con la pintura abstracta comenzar a generar una composición final que no tuviera nada que ver con ese patrón original, pero que estuviera incluido. Entonces se va generando una especie de eco, de murmullo, de algo que había y ya no está”, explica a El País.
El patrón que eligió fueron telas que ya estuviesen estampadas y que buscó en mercadillos de Barcelona, ciudad en la que estaba cuando tuvo esta idea. Así se hizo de telas de algodón y lino con motivos florales, sobre todo que le recordaban a las cortinas, empapelados o decorados de las casas de las abuelas. De ahí el nombre de su trabajo.
Multifacética.
María José no tenía una gran conexión familiar con el arte, salvo por una tía que no conoció, pero sí tuvo contacto con sus pinturas o porque su padre y su tío alguna vez habían tomado clases de pintura. Algo de eso la entusiasmó y decidió estudiar cerámica. Lo hizo hasta los 15 años, interrumpió un tiempo y ya estando en Facultad retomó el contacto con el arte, pero esta vez desde el lado de la pintura.
“Como había hecho cerámica le tenía un poco de miedo a la pintura. La cerámica es diferente, tridimensional, metés las manos. El pincel me parecía muy lejano, pero también me daba curiosidad. Entonces como a los veinti y tantos fui al taller de Rosa Fourment, enseguida me sentí muy bien y nunca más volví a la cerámica”, recuerda.
Si bien eligió la pintura abstracta, la relación con ella también ha tenido sus atibajos. “”Hay momentos en que me he peleado un poco con la pintura o que he estado más distanciada, pero como también tengo la necesidad de hacer cosas me he metido en otras disciplinas. Hice teatro en algún momento y escribir es una de las cosas que me gusta bastante”, comenta.
Es así que es autora de dos libros: Lo escondido no duerme y Holy no, no. “Uno son pequeñas reflexiones, juegos de palabras que creo que tienen mucho que ver con el proceso artístico, y el otro es un proyecto que hice sobre la vaca en el que me di la libertad para buscar referencias sobre cosas muy distintas. Iba a ser una especie de performance, pero al final se plasmó en un libro que creo que surgió por estar lejos de Uruguay dado el significado que la vaca tiene para nuestro país”, reflexiona sobre esta otra faceta que la une de otra manera al arte.
Mujeres que se expresan sobre el color rosa
“A lo largo de los siglos la percepción sobre el color rosa ha ido cambiando. En algunas épocas ha sido considerado un color femenino, etéreo, naif; mientras que en otros momentos se ha asociado a lo erótico, kitsch, sofisticado o transgresor”. Así comienza la presentación de Dirty Pink, la muestra de diecisiete artistas que estará en Il Conventino de Florencia, Italia, desde el 14 de octubre con curaduría de Tina Mc Alan, organización de Francesca Ricci y Erica Briani Pereyra y apoyo de Josie McCoy y Rosana Tempestini de La Corte Contemporánea.
La uruguaya María José Serrano integra la misma con el políptico El jardín de mi abuela, obras pintadas sobre tela estampada con motivos florales.
En Uruguay, Serrano se formó en talleres de artistas e instituciones independientes, además de recibirse de Economista en la Universidad Católica y trabajar en UTE. En Valencia, donde reside actualmente, trabaja en una consultora energética y cursa un Doctorado en Producción Artística.
Para saber más sobre ella se puede consultar su web mariajoseserrano.com
Así cuenta su camino en el mundo de las artes
“Los orígenes de mi educación artística están en Uruguay, país en el que nací. Asistí principalmente a talleres de artistas e instituciones independientes. También la formación en economía me llevó a un ejercicio frecuente de pensamiento abstracto que está presente en mi obra. A través de este ejercicio se despierta, al mismo tiempo, la curiosidad por lo singular, por el detalle perdido en la búsqueda de lo general. En 2017 me traslado a Barcelona donde curso el programa de Metáfora Studio Arts. Anteriormente acudí a talleres con Diego Piriz (en Casa Blanca, escuela fundada por Ignacio Iturria), Gabriela Acevedo y Sisto Pascale, entre otros”.
Entre sus reconocimientos tiene el primer premio en el XXXII Concurso de Artes Plásticas para la Juventud (2013).