La Nación/GDA
La selva amazónica está repleta de vida. Entre su vegetación exuberante habitan especies de insectos y animales que rara vez son vistas por el público. En lo que va del siglo XXI se descubrió nueva fauna que contribuyó a entender y conocer en profundidad esta región de América del Sur. Uno de los hallazgos más importantes fue el de la anaconda verde del norte, que terminó con diferentes teorías sobre su existencia.

Gracias a que el científico y biólogo neerlandés Freek Vonk se sumergió en un lago brasileño, se halló este tipo de serpiente, catalogada como el ejemplar más grande de la Tierra. Si bien la familia de las Eunectes akayima está compuesta por anacondas gigantes, esta en particular sobrepasó los límites.

El reptil se localizó en una región cerca de la frontera con Venezuela, pero se evitó dar a conocer el paradero específico para que los cazadores furtivos no la asesinaran. El hecho ocurrió en febrero de 2024 y revolucionó al campo de la biología. Tristemente, semanas después de dar la noticia al mundo, aquella anaconda verde del norte apareció muerta en el río Bonito.

La serpiente medía nueve metros de largo y pesaba cerca de 200 kilos. Con su registro, permitió a los científicos identificar una subespecie de la anaconda gigante del Amazonas, con características biológicas diferentes a su par del sur.

Fue Vonk quien grabó con su cámara acuática el momento en que este reptil se desplazaba por el lecho del lago. Ese video se volvió viral y dio la vuelta por los medios de comunicación de todo el mundo. En aquellas imágenes quedaron plasmadas las dimensiones de su cuerpo en comparación con el biólogo.

A partir del hallazgo, la revista MDPI Diversity publicó un artículo en el que 14 científicos abordaron un estudio preliminar sobre la anaconda verde del norte. Sin embargo, por ese entonces, Vonk advirtió: “La región amazónica está bajo una severa presión debido al cambio climático y la continua deforestación. Ya desaparecieron más de una quinta parte del Amazonas, lo que representa más de 30 veces la superficie de los Países Bajos”.

Genéticamente, las anacondas verdes del sur son diferentes a las del norte en “un cinco y medio por ciento”, señaló Bryan Fry, biólogo de la Universidad de Queensland (Australia) a National Geographic Explorer, tras un análisis de sangre realizado a tres ejemplares distintos de Brasil, Venezuela y Ecuador.

En cuanto a sus dimensiones, la cabeza de esta serpiente era tan grande como la de un ser humano. Incluso tenía la capacidad de comerse a una persona, aunque no se tiene registro de que haya sucedido en ese territorio.

Foto: Instagram/@freekvonk

A la par que se descubrió la especie, desde la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza explicaron que la anaconda verde no presenta mayores riesgos de extinción debido al terreno que abarca; sin embargo, Bryan Fry insistió: “Es importante, porque la anaconda verde del norte tiene un área de distribución mucho menor que la del sur, lo que significa que es mucho más vulnerable”.

A mediados de marzo, el biólogo neerlandés Freek Vonk anunció en su cuenta de Instagram que los restos de Ana Julia fueron hallados a orillas del río Bonito, en Brasil. Según la versión que circuló en la prensa local, fue asesinada por cazadores que le habrían disparado. En los detalles del primer informe se describió que su piel era tan gruesa y dura como la goma de un auto, pero aun así no resistió las balas.

“Dado que existen muy pocos ejemplares de esta especie de serpientes colosales, el golpe a la biodiversidad y a esta especie en particular también es enorme”, manifestó Vonk.