Así es Bichero, la primera serie documental inclusiva para audiencias de personas con TEA

Está conducida por Antonio Ripoll, joven uruguayo con síndrome de Asperger.

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Antonio Ripoll en la serie Bichero
Foto: Difusión

Por Soledad Gago

Todo empezó en 2020, justo cuando llegó la pandemia y Antonio Ripoll, un joven uruguayo de 23 años que tiene Síndrome de Asperger -una condición del espectro autista que afecta el neurodesarrollo- tuvo que quedarse, por primera en mucho tiempo, encerrado en su casa: no podía salir a buscar animales ni a sacarles fotos ni pasear por el parque.

Fue entonces que algunos medios empezaron a llamarlo para hacerle entrevistas como experto en fauna y, en cada oportunidad que tenía, Antonio aprovechaba y hablaba de su sueño: desde niño había querido ser presentador de documentales, hablar sobre animales, difundir lo que sabía, educar.

O quizás todo empezó antes. Incluso, mucho antes de que Antonio pudiera soñarlo.

El primer recuerdo que tienen en su familia de su vínculo con los animales es una foto que tomó su hermana. Antonio tenía cuatro años y dibujó un tucán toco. No sabe por qué, pero esas aves le atraían desde siempre, tanto como los pingüinos.

Después, cuando empezó la escuela y las cosas se volvieron hostiles, estar cerca de los animales fue, dice hoy, una forma de salvarse.

“El interés por los animales me salvó definitivamente porque la pasión por la naturaleza fue mi guía de escape. El nivel de acoso, de persecución y de abusos que tuve en la época del colegio me hacían imposible disfrutar, escuchar a la profesora, tomar el lápiz para escribir se me hacía difícil. Básicamente los animales me brindaron un camino nuevo, me hicieron descubrir una escena que la mayoría de niños de Montevideo no sabe que está ahí, pero está. Gracias a ellos yo pude encontrar algo para volver a encontrarle un sentido al aprendizaje, y sobre todo para volver a sentirme feliz, porque cuando yo sufría todo eso, lo único que quería era volver a casa y ponerme a aprender de bichos”, cuenta.

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Antonio Ripoll en Bichero
Foto: Difusión

Entonces empezó a salir por la ciudad, caminaba por la costa, atrapaba animales para poder mirarlos de cerca que después soltaba, observaba a los que estaban muertos en las playas, rescataba a los que podía rescatar. Y mientras, leía libros, miraba videos en Youtube y documentales, escuchaba a expertos, observaba. Cuando tuvo su primera cámara, Antonio quiso hacer lo mismo que hacían en los documentales que miraba: conocer, registrar, aprender y mostrar lo que hacía.

“A los 15 mi padre me regaló una cámara semiprofesional y ahí empecé a compartir mi perspectiva sobre la naturaleza. Para sacar fotos tenía que estar al acecho, camuflarme y disparar cuando estuviese lo suficientemente cerca del animal. Ahora tengo una cámara con mucho mejor zoom y lo único que tengo que hacer es explorar un sendero y, cuando escucho algo, paralizarme y esperar a que se muestre”, dice.

De esta forma, ha sacado fotografías de fauna nativa en distintas partes del país. Antonio sabe dónde encontrar a cada animal, cómo se comportan, cómo acercarse.

Estudió para ser guardaparques. Pero, además de querer ser presentador de documentales, tenía otro sueño: ir a la Facultad de Ciencias.

“Entré y me di cuenta de que ese no era mi lugar. Porque me volví a sentir en el mismo tipo de lugar en el que siempre estaba de chico, que solo me genera una sensación de estrés y ansiedad que la tengo adentro y me sale y no la puedo controlar. Y tiene que ver con el entorno académico profesional, las exigencias a otra escala totalmente distinta a lo que era el liceo, estar entre gente nueva, en un espacio cerrado, sentado fijo en lugar de deambular libremente con el sol por arriba, la tierra por debajo, plantas, animales o agua a mi alrededor. Y todo eso me hizo darme cuenta de que no tengo madera para tener el título de Biología o de Zoología que tanto quería. Pero las ganas de seguir conservando y educando sobre fauna silvestre no me las quita nadie”.

Eso hizo: dijo, en cada lugar que pudo, que su sueño era conducir un documental. Y ese fue el comienzo.

Un día recibió un mensaje por Instagram. Era Nicolás Kronfeld, periodista y productor. Le decía que quería comunicarse con él, que tenía una idea y quería que la trabajaran juntos. Hablaron durante casi tres años, hicieron videollamadas, se conocieron, se prepararon. Mientras, Kronfeld junto a su socio Pablo Banchero crearon la productora Fusión, que se enfoca en el desarrollo de contenidos audiovisuales que incluyan a las audiencias con Trastorno del Espectro Autista (TEA).

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Antonio Ripoll en la serie Bichero
Foto: Difusión

Así surgió Bichero, la primera serie de consumo seguro para personas con TEA, que se estrenará el próximo 2 de abril a las 21:00 horas por National Geographic para toda Latinoamérica. Para crearla contaron con el trabajo de un equipo de especialistas en TEA. En cada capítulo, Antonio sale en busca de distintos animales y comparte información y reflexiones sobre sus aventuras.

“Rodamos en Uruguay, en Argentina y en Costa Rica. La experiencia fue el récord mayor de primeras veces que tuve en mi vida. Todo fue increíblemente nuevo para mí, por eso fue tan importante el apoyo de mis hermanos mayores, que estuvieron siempre ahí para ayudarme a procesar, no solo lo lindo que me estaba pasando, también la seriedad con la que tenía que asumir ser un presentador de documentales. Todo resultó muy bien. Todos y cada uno de los lugares me dejaron enamorado absolutamente. Porque en todos pude ver bichos nuevos, como por ejemplo colonias de animales marinos bien de cerca. Y yo, antes que ser cualquier otra cosa,soy un simple bichero.”

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