SALVAR VIDAS
Desde que Primitivo comenzó a trabajar ayudando a crear santuarios que adoptan a los animales en varias partes del país, ya llevan salvados unos 100 caballos que iban con destino al matadero.
En Uruguay no se puede consumir o comercializar carne de caballo, pero la ley permite que algunos frigoríficos locales los faenen para exportar: Francia, Bélgica o Italia son algunos de los principales compradores.
Recientemente China se sumó a la lista y expresó su interés en esta carne. Por ese motivo, en el último año su precio por kilo viene en aumento y, en consecuencia, la cantidad de animales sacrificados en Uruguay se triplicó, según explicó a El País Martín Erro, fundador junto con Pablo Amorín de Primitivo, una pequeña organización que busca salvarle la vida a los caballos.
Primitivo nació en 2019 y se dedica a rescatar caballos que tienen un frigorífico como destino. Sus responsables crean santuarios con personas responsables a su cuidado, donde estos animales pueden vivir sus últimos años de vida en libertad hasta llegar a una muerte de forma digna y natural.
Martín y Pablo, ambos amantes de los caballos, concretaron esta “loca idea” que un día se les ocurrió. “Los dos teníamos vinculaciones con los caballos cada uno por nuestro lado. Viendo qué podíamos hacer surgió este proyecto, buscando salvar vidas. Todo comenzó a través de Pablo, que es budista practicante y tiene relación con una organización internacional que se llama ‘Salvando vidas’ y que justamente eso hace. Salvan vidas de todo ser vivo que no esté en su momento de muerte natural, desde lombrices que van a ser utilizadas para pescar hasta cangrejos en los restaurantes”, contó Martín.
Con ese apoyo económico internacional, sumado a las donaciones que reciben de particulares, los fundadores de Primitivo consiguen comprar algunos de los caballos que van camino al matadero y los entregan a un adoptante.
Actualmente hay una red de santuarios en distintas partes del país: Maldonado, Lavalleja y Cerro Largo. Se trata de campos de personas que adoptaron a uno o más de estos caballos.
Para rescatarlos, la organización paga entre US$ 400 y US$ 500 por animal, dependiendo de su peso.
“Nosotros no trabajamos directo con el frigorífico, sino que trabajamos con los tropilleros, que son la figura anterior. Porque no cualquiera puede ir y negociar al lugar, entonces lo que hacemos es contactarnos con estas personas que son una especie de acopiadores que andan por todo el país juntando caballos. Ellos los compran y luego los venden a los frigoríficos; es su negocio. Nuestro procedimiento es que una vez que conseguimos adoptante para uno o más caballos, ahí salimos en busca del tropillero para comprarlos”, detalló Martín a El País.
¿Quiénes pueden adoptar uno o más caballos?
Los caballos rescatados son adoptados por personas que pasan por una serie de entrevistas con la organización, en las cuales puedan comprobar que cumplen con ciertos requisitos. “Tenemos pocas condiciones, pero son contundentes y tienen que ver con el bienestar animal. Que la persona cuente con instalaciones, con lo básico para que el caballo esté bien, que tenga sombra, pasto, alambrado perimetrales en buen estado para que garantice que quede adentro, comprometerse a curarlo si se lastima, desparasitarlo periódicamente, etc”.
Martín destacó que, por supuesto, está prohibido que el animal sea comercializado y que ellos realizan un seguimiento. Antes de la entrega son marcados con tinta para un control interno de la organización.
Los caballos llegan a los frigoríficos de diferentes lugares. Hay muchos, explicó Martín, que vienen desde las industrias de las disciplinas ecuestres, por ejemplo, caballos que corrían carreras. “Son animales que por algún motivo a sus dueños ya no les sirven y por eso quieren deshacerse de ellos rápido. Entonces lo llevan a un frigorífico, que encima ahí le pagan por llevarlo, y ya la persona no tiene que pensar en cuidarlo, en mantenerlo”.
Además, contó, también suelen llegar de manos de “personas que tienen campo y tienen caballos como ganado y lo que sucede es que tienen muchas yeguas, potrillos que maduran y las preñan, entonces son demasiados animales, el campo les queda chico y mandan un camión al frigorífico”.
Yeguas, potrillos, machos, yeguas incluso preñadas, todo se faena en los frigoríficos que están habilitados para hacerlo en Uruguay. “Actualmente son tres los que tienen las habilitaciones para poder hacerlo. Y en el último año está subiendo muchísimo el precio por kilo de la carne de caballo, por lo que aumenta la fanea”, sostuvo Martín, quien explicó que esto se da a raíz del interés que demostró China en el mercado, e incluso de comprar alguno de los frigoríficos uruguayos. “En menos de un año pasamos de 3 mil caballos faenados mensualmente a unos 5 mil o 6 mil por mes”, agregó.
Vías de contacto:
Primitivo tiene sitio web y están en redes sociales, en Instagramy en Facebook. Su dirección de correo electrónico es Info@santuariosprimitivo.com y tienen habilitado los teléfonos 095 356 536 y 099 263 696.
Una red de santuarios.
Desde que Primitivo comenzó a rescatar caballos y crear santuarios en Uruguay, lleva un centenar de animales salvados. Sus responsables sueñan con llegar a tener un “santuario boutique” en el futuro, es decir, un lugar fijo en el que puedan recibir a personas interesadas en el tema: “No tiene por qué ser un lugar grande, pero sí bien ubicado y en el que podamos tener también algún caballo que necesite entrenamiento, por ejemplo, ya que muchos de los animales son potros y el público que llega no siempre está familiarizado con estos animales”, señaló Martín.
Además, tienen la idea de ofrecer talleres para que la gente se vincule con los caballos que quiere adoptar. “Los caballos transmiten una intensidad muy grande que trasciende siglos, clases sociales, culturas. Es muy fuerte lo que puede generar este animal y si una persona estuvo frente a un caballo no se olvida más”, añadió.
Para colaborar con Primitivo hay varias maneras: se puede hacer una donación puntual, también asociarse y colaborar mensualmente, o quienes tengan espacio y ganas de adoptar un caballo pueden ofrecerse para crear un nuevo santuario.
Un proyecto inspirado en una folisofía budista.
Pablo, uno de los fundadores de la organización uruguaya Primitivo junto a Martín, es budista practicante y este proyecto nació justamente inspirado en Pema Wangyal, un maestro de Budismo Tibetano que ha dedicado su vida al rescate y salvamento de todo tipo de animales que van a ser sacrificados con diferentes propósitos, promoviendo esta práctica en muchos países de Asia, Europa y las Américas.
Motivados por su deseo de rescatar caballos, Martín y Pablo comenzaron a inspirarse en esa filosofía con la aspiración de poder expandir sus santuarios en todo el país y por qué no en el resto de América del Sur.
“Salvar vidas significa cambiar el destino de seres que van a ser enfrentados a una muerte terrible y esto genera un impacto no solo directamente en los seres involucrados sino en todo el entorno”, se puede leer en su sitio web.