PATRIMONIO
Poco queda de la obra diseñada por el arquitecto Juan A. Scasso; así se hizo su reconstrucción virtual
Lo que quedó del proyecto original del Estadio Centenario del arquitecto Juan Antonio Scasso y perdura 90 años después es, fundamentalmente, parte de la fachada de la Tribuna Olímpica (inicialmente denominada Tribuna Montevideo) y la Torre de los Homenajes. “Tenía una calidad increíble de arquitectura”, dijo Daniel Thul, arquitecto responsable de la reconstrucción virtual del edificio histórico. Pero detalles típicos de la arquitectura moderna como, por ejemplo, las ventanas alargadas fueron más tarde tapiadas con ladrillos y uniformizadas con pintura cuando se estableció una escuela pública y el Museo del Fútbol, entre otros momentos.
En el interior, algunos elementos de hormigón visto y ladrillo vistos también fueron pintados de un solo color y se quitaron piezas originales para agregar más butacas. Además, no queda nada de la explanada que Scasso había proyectado para la parte superior de la tribuna para que el público pudiera contemplar el paisaje del parque durante el entretiempo.
“A mí entender resolvieron un tema funcional y no les importó la parte estética y tapiaron todos los huecos que había; hicieron ventanitas y pusieron puertas. Cuando uno ve eso, no puede ver la arquitectura que hay detrás”, comentó Thul.
Al momento de su inauguración, el 18 de julio de 1930, las tribunas Ámsterdam y Colombes (en homenaje a las victorias olímpicas de 1924 y 1928) no estaban terminadas y, cuando lo estuvieron, no siguieron al detalle el plan de Scasso (en 1956 se les hizo la primera gran modificación para un torneo sudamericano), que hablaba de una estructura formal para su interior desplegado en dos bandejas, respectivamente. “Por ahí entrabas entre andamios y encofrados”, relató Thul. Ni siquiera tenían hecho el revestimiento para el Mundial de Fútbol.
Eso es lo que se ve en la reconstrucción virtual que insumió tres meses. Esta fue posible gracias al software BIM, un sistema que permite incluir productos y materiales. “En otros programas de modelado en 3D solamente tenés un cubo para representar un muro. Aquí podés trabajar con muros, ventanas, lozas, entre otros, de apariencia real”, explicó. Por ejemplo, en las plateas se ven los largos bancos de madera, los que tenían una capacidad de 3.500 personas cada uno, con una experiencia totalmente real; al igual que una pelota de cuero que muestra al lado de uno de los arcos.
Esto se lo combinó con fotos áreas de la época y posteriores, planos históricos, plano de padrones de la zona, curvas de nivel, videos de la inauguración y documentales y libros, diarios y revistas de esos años. A partir de su análisis se realizó una hipótesis reconstructiva y se empezó el modelado tridimensional del edificio y su entorno. Luego se colocaron las terminaciones de color, textura y materiales; seguido de la iluminación tomando en cuenta su orientación geográfica y la incidencia del sol en el mes de julio. Lo único que Thul descartó fue agregar personas, puesto que son más difíciles de modelar. En cambio, se ven cachilas circulando alrededor del estadio para dar la sensación de escala.
Con todo, se ve una película, con características del cine mudo (con textos que agregan datos como este: “Se colocaron 200.000 panes de césped siendo necesarios braseros y estufas eléctricas para el secado del mismo antes del día de su inauguración”), e imágenes renderizadas en las que se revalora el pasado del Estadio Centenario, tal como Thul hizo con el conventillo Mediomundo y las edificaciones del hospital y otras dependencias que funcionaban en la Isla de Flores.
Lo que se perdió.
Scasso pensó en una estadio escalonado, en donde la tribuna América (llamada Tribuna de Honor) iba a ser la más baja con solo un anillo para el palco y la prensa; y la Olímpica, la más alta. “Eso hoy no se puede percibir”, dijo el arquitecto. Luego se lo uniformizó para asegurar el aforo.
Además, en los primeros años, la Torre de los Homenajes, que responde al estilo Art Decó, resaltaba en el paisaje debido a que el parque de los Aliados no tenía el arbolado que tiene hoy en día y las casas eran bajas; por lo tanto, “se veía desde el Obelisco”. Del punto de la construcción, el diseño se destacaba por sus balcones macizos y las líneas verticales laterales. Esa importancia dotada a la torre no fue conservada con los años.
El resultado final incluye una “sumatoria de construcciones”, en particular de “volúmenes para escaleras y tanques de agua” que no le sumaron “gran valor” arquitectónico.
El proyecto original también incluía una escultura en homenaje a la Victoria Olímpica en la base de la torre que no se concretó para su inauguración. “A Scasso le piden modificaciones para bajar los tiempos y porque no alcanzaba el dinero”, comentó Thul. Es más, no se colocó nunca en la historia. En 1946 se realizó un concurso que lo ganó José Luis Zorrilla de San Martín (creador de obras notables como, por ejemplo, el Obelisco a los Constituyentes de 1830) pero que nunca pasó de ser una maqueta. La que aparece en la reconstrucción de Pixelarq está basada en ese diseño.
Aunque pasaron 90 años y sucesivas reformas, el fundador de Pixelarq consideró que el daño arquitectónico “es reversible”, puesto que lo que se hizo fue tapar la obra original, ya sea con ladrillos o con murales y, si hay interés en devolverle esa estampa, se puede intervenir a su favor. “La demolición del Estadio Centenario no se puede ni plantear”, afirmó.
Un terreno alto y con cursos de agua.
El edificio se implantó en la parte alta del parque de los Aliados en una zona agreste que hasta ese momento no contaba con saneamiento ni alumbrado. El gran desnivel y los pequeños cursos de agua que atravesaban el terreno lo convertían en un desafío. La piedra fundamental fue colocada el 21 de julio de 1929. La obra duró 10 meses y se inauguró el 18 de julio de 1930, cinco días después del inicio del Mundial.