El aumento de peso es común en las mujeres durante la perimenopausia y después de la menopausia, pero los cambios físicos subyacentes comienzan mucho antes en la edad adulta”. Bajo esta premisa la doctora Daniela Hurtado Andrade, endocrinóloga y experta en obesidad en Mayo Clinic en Jacksonville, mantuvo un encuentro con periodistas latinoamericanos -del que participó El País- para concientizar no solo a las mujeres sino a todo el mundo de algo que ya nadie discute: la obesidad es una enfermedad y una de las más prevalentes en este mundo.
“Está bastante establecido de forma científica que el exceso de peso está asociado a muchas complicaciones. La obesidad es uno de los mayores factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión arterial, colesterol elevado, complicaciones mecánicas como enfermedad de reflujo del estómago, osteoartritis, daños en las articulaciones, apnea del sueño. También está asociada con la salud mental porque muchas personas que viven con esta enfermedad tienen ansiedad, depresión, diferentes desórdenes alimenticios. Está relacionada con el uso o abuso de drogas o alcohol y con catorce diferentes tipos de cáncer”, advirtió la especialista.
Es cierto que hay personas con obesidad o índice de masa corporal superior a 30 que no han desarrollado ninguna de estas complicaciones, pero Hurtado aseguró que para la mayoría es “cuestión de tiempo”. “Puede ser en 1, 2, 15 años, pero eventualmente va a pasar”, confirmó.

Menopausia
¿Qué pasa en concreto con las mujeres y el paso de los años? “Cuando una mujer atraviesa la menopausia, la pérdida de estrógeno va a exacerbar la pérdida de masa muscular y va a cambiar la distribución de la grasa corporal”, alertó Hurtado.
Para prevenir la pérdida de masa corporal, la especialista recomendó comer una cantidad adecuada de proteína. “En general 1 a 1.2 gramos por kilogramo de peso corporal. Si se está en un programa de pérdida de peso se necesita más, quizás 1.5 a 1.7 gramos”, aconsejó.
En cuanto al cambio en la distribución de la grasa, explicó que esta deja de depositarse en las caderas, que es lo clásico en las mujeres, y comienza a depositarse en el abdomen.
“Desde el punto de vista científico sabemos que la calidad de la grasa en las caderas es diferente a la calidad de grasa en el abdomen”, apuntó.
Hurtado indicó que la grasa de las caderas es buena o beneficiosa, mientras que la que se acumula en el abdomen tiene un perfil metabólico negativo.
Otro derivado negativo de la pérdida de estrógeno es cómo se afecta la salud ósea.
“Las mujeres tenemos un riesgo más alto de desarrollar osteoporosis, lo cual nos pone en riesgo de rompernos los huesos. Por eso durante esta etapa de la vida es muy importante asegurarnos de consumir una cantidad adecuada de calcio y eso es entre 1000 y 1200 miligramos al día. Por ejemplo, una taza de leche tiene 300 miligramos”, ilustró.
A esto hay que sumarle el chequeo de vitamina D, algo que la médica controla especialmente en climas extremos, con mucho invierno, porque esta vitamina se obtiene de la exposición al sol. “Hay que asegurarse de que está en el rango de lo normal o recetar suplementación”, recomendó.

Prevención
Se debe tener presente que la ganancia de peso es algo que ocurre con los años independientemente de si se trata de mujeres u hombres porque nuestro metabolismo comienza a cambiar.
“Si queremos evitar que eso pase debemos hacer cambios desde la edad adulta joven, estamos hablando de entre los 35 y los 40 años de edad. Tenemos que consumir menos calorías, pero muchas veces también tenemos que ejercitar más o ser más activos en términos de actividad física”, señaló Hurtado.
En lo que refiere concretamente a las mujeres, los estudios muestran que pueden aumentar un promedio de entre uno y dos kilos cada año durante el proceso de la perimenopausia (transición a la menopausia), que puede durar 5, 10 y a veces más años.
Agregó que existen estudios que han demostrado que la reducción de calorías a entre 1400 y 1500 al día para las mujeres en la menopausia temprana, puede ayudar a mantener el peso. Otros estudios se enfocan en la dieta y han comprobado que las dietas bajas en carbohidratos, en grasas malas, y altas en fibras y productos naturales pueden ayudar a mantener el peso en esta etapa de la vida de la mujer.
En lo que respecta a incrementar la actividad física, Hurtado afirmó que cualquier tipo de ejercicio es beneficioso. “Pero si queremos enfocarnos en limitar la pérdida de masa muscular, el mejor es el ejercicio de resistencia. Una buena respuesta es la combinación de cardio y resistencia”, aconsejó.
Que no nos engañe Hollywood
“El mensaje clave con respecto al aumento de peso es hacerles entender a los pacientes que no es culpa de ellos, que hay formas de tratarlo adecuadamente y que quizás no vamos a ver los resultados de las actrices de Hollywood”, remarcó la doctora Hurtado.
En cuanto a esto último, agregó que “las actrices muchas veces tienen más soporte, como acceso a entrenadores personales, y eso no es la vida de la gran mayoría de las personas”.
Dormir bien
Tanto la calidad como la cantidad de sueño pueden afectar nuestro peso. Por ejemplo, las personas que trabajan en horarios nocturnos son más propensas no solo a ganar peso, sino también a desarrollar complicaciones como la diabetes de tipo 2.
“En mi clínica siempre estoy asegurándome de que mis pacientes no tengan apnea del sueño, que es una enfermedad relacionada con el exceso de peso. En el caso de las mujeres menopaúsicas, trato de minimizar si tienen calores nocturnos para que puedan descansar bien”, indicó Hurtado.
Respecto a los síntomas vasomotores o calores, agregó que también hacen que muchas veces las mujeres eviten hacer actividad física lo cual puede desembocar en aumento de peso.
Hurtado aseguró que estos síntomas pueden ser tratados en forma efectiva. “El estándar debería ser hacer terapia hormonal, pero si la persona tiene contraindicaciones hay otros tratamientos”, aseguró.
Dos dietas: cetogénica y ayuno intermitente
La dieta cetogénica está basada en el consumo de grasas, particularmente con muy baja presencia de carbohidratos. Puede ayudar a perder peso, pero también causar complicaciones como poner al paciente en riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular.
El ayuno intermitente, en tanto, se enfoca en consumir calorías solo en una parte del día. Pueden ser 6, 8 o 10 horas, depende de cada persona. También puede traer complicaciones. Por ejemplo, una vez que se rompe el ayuno se puede sentir mucha hambre y sobreconsumir calorías, lo cual puede conducir a un aumento de peso.
“Cualquier tipo de dieta se debe hacer bajo supervisión médica y contar con un guía”, remarcó Hurtado.

La culpa
Algo en lo que Hurtado insiste especialmente es dejarle en claro a sus pacientes que los factores que determinan si desarrollamos obesidad o no están fuera de nuestro control. La mayor predisposición a desarrollar obesidad viene a través de los genes.
“Es muy importante hacerles entender que si tienen obesidad no es culpa de ellos y una vez que lo entienden, les da alivio mental y pueden estar mucho más abiertos para iniciar un tratamiento”, destacó.
Remarcó que es muy importante que la persona desarrolle un plan de pérdida de peso basado en sus objetivos.
“Muchas veces quieren llegar a un determinado número en la balanza, pero yo los incentivo a pensar más allá de ese número. Los hago pensar en qué beneficios quieren obtener con la pérdida de peso. Por ejemplo, ya no van a tener dolor de rodillas o van a poder moverse más. Es un plan mucho más realista”, resaltó.
La especialista destacó que todo lo relacionado con el peso aún hoy es un tema sensible, no muchas personas quieren hablarlo. “Yo siempre digo que no se debe comentar el peso de una persona bajo ninguna circunstancia porque uno no sabe qué hay detrás. Como médicos es importante que preguntemos si se sienten cómodos hablando del tema. Si el paciente dice que no, hay que dejar el asunto ahí y esperar cuando esté listo; si está interesado, se comienza a discutir el tópico y los próximos pasos”, aconsejó.
Lo importante es que los médicos ofrezcan las herramientas para que los pacientes puedan alcanzar sus objetivos. “Algo que para mí falta mucho en la clínica”, se lamentó.
¿Cuáles serían esas herramientas? “Primero, educación sobre la enfermedad. Segundo, un plan práctico para perder peso: en mi caso yo les entrego una lista de diez cosas para hacer que incluyen cambios alimenticios y los refiero a una nutricionista. Tercero, hacer ejercicio. Y por último otras opciones: medicamentos, procedimientos endoscópicos y cirugía bariátrica”, detalló.
Teniendo presente que los síntomas de la menopausia pueden durar entre un año y más de diez en algunas mujeres y que una vez que se pasa la menopausia se vive en la posmenopausia para siempre, la doctora Hurtado remarcó que a se puede tener una vida plena.
“La prevención es la clave y todos los síntomas se pueden tratar de una u otra manera. Es posible vivir una menopausia sin tener que sufrir por sus efectos negativos”, concluyó.
Hay medicación, pero no es mágica
Una de las opciones para abordar la obesidad es recurrir a medicación. La doctora Daniela Hurtado es partidaria de su uso bajo supervisión médica y siempre teniendo presente que “no tenemos una pastilla mágica para abordar esta enfermedad; el cambio de estilo de vida es esencial”, subrayó.
Actualmente hay aprobadas medicaciones que funcionan a nivel del cerebro disminuyendo la sensación de hambre o del estómago haciendo que la comida permanezca más tiempo en él y uno se sienta satisfecho por más rato.
Hurtado mencionó tres medicaciones muy de moda hoy: semaglutide (nombre comercial ozempic), liraglutide (saxenda) y tirzepatide.
Trabajan de la misma forma las tres y son inyectables. Se las receta para personas con indicaciones específicas: índice de masa corporal mayor a 30 o mayor de 27 que ya tengan alguna complicación por exceso de peso.
“Estas medicaciones pueden tener efectos adversos y puede haber complicaciones. Por lo tanto hay que hacer un seguimiento oportuno para asegurarnos de que se usan de manera adecuada”, advirtió Hurtado.
Agregó que del 30 al 50% de los pacientes desarrollan efectos secundarios, la mayor parte son gastrointestinales, y mencionó algunos: sensación de saciedad, reflujo, náusea, diarrea o estreñimiento. Una vez que se dejan de tomar, puede haber otra vez ganancia de peso.