PATRIMONIO
Quince voluntarios llevan adelante la tarea de recuperar un Vickers Viscount; hoy puede visitarse en el Museo Aeronáutico
¿Es posible restaurar un avión abandonado por 40 años en 45 días? La pregunta sonó a un desafío para un viejo programa de la televisión española que es probable que Santiago Vicente, de 24 años, no haya visto en su vida. Él es un apasionado de la aviación y de la historia y hace cinco años que investiga sobre Pluna y colecciona objetos de la primera aerolínea de bandera uruguaya que comparte en redes sociales y en la página pluna.uy. Cuarenta y cinco días antes del fin de semana del Día del Patrimonio, las autoridades del Museo Aeronáutico Coronel Aviador Jaime Meregalli le preguntaron si podía encargarse de la recuperación del Vickers Viscount que se exhibe en el predio y que voló desde 1975 a 1982. Dio el sí y armó un grupo de voluntarios que no solo lograron la tarea sino que siguen trabajando para que la aeronave vuelva a sus días de gloria.
Al llamado respondieron exfuncionarios de Pluna, entre ellos, un administrativo, un mecánico y quien se jubiló como jefe de calidad de la empresa tras 50 años de servicio. Este es Ido Cottiga que a sus 84 años mantiene la vitalidad intacta y reparó las manijas de las puertas para que queden selladas como si el Vickers estuviera por despegar. “Dice que volver a trabajar en la aeronave que amó durante tantos años le hizo volver a la vida”, contó Vicente a El País.
La prueba fue superada y el avión recuperó parte de su pasado para el Día del Patrimonio y fue visitado por 26 mil personas. Pero ese Vickers, que primero voló en Brasil antes de ser adquirido por Pluna, ya no es el que hoy se puede visitar: ahora tiene su techo original, artefactos lumínicos hechas en acrílico, nuevos instrumentos en el panel de control, un alerón reparado y algunas piezas impresas en 3D como el Tubo Pitot (“dos pequeños tubos que van por fuera para medir la velocidad del air”) por lo que es difícil distinguir entre lo original y lo nuevo.
Lo que viene.
El grupo de voluntarios de Memorias de Pluna tiene tres objetivos a corto plazo. Uno de ellos es la recuperación estética del motor número 1. “La idea es que se pueda abrir”, dijo Vicente. Otro es la rehabilitación de la bodega, la que ya tiene las puertas restauradas y solo falta trabajar en el interior.
Además, se espera que el museo les entregue una escalera de estilo art decó de los años 60. “El museo se compromete al trabajo de herrería y nosotros a la restauración estética”, agregó. Esa escalera estará ubicada en la puerta de ingreso del avión; la que está ahora se pasará para la puerta de salida.
Al Vickers Viscount le falta la pintura exterior. Lo que se ve hoy, totalmente desgastado, es una mezcla de colores de distintas etapas de la historia de Pluna. La pintura que predomina es la última que se le dio en la década de 1990 para exponerlo junto a la antigua terminal del Aeropuerto de Carrasco. Era la que usaba la flota en ese entonces; no corresponde a la original que era solamente blanca con una franja celeste en las ventanas. La tarea de recuperar la vieja imagen es, por ahora, titánica. No solo por la inversión, sino porque, a juicio de Vicente, es una tarea que requiere mano de obra calificada. “Hoy por hoy no es una posibilidad pero tengo la certeza que, tarde o temprano, se va a hacer”, dijo.
El límite.
Vicente quiso dejar clara una cosa: “Es imposible que este avión vuelva a volar”. La aclaración es porque los visitantes quedan tan entusiasmados con lo que ya se ha logrado que piensan que ese sueño puede hacerse realidad. El fundador de Memorias de Pluna aclaró que no hay ni un solo motor de esta aeronave operativo en el mundo, un modelo que abandonó los cielos en 2009. Es más, el interior de Vickers Viscount lo hace estar entre los mejores conservados en el planeta. “El avión nunca va a estar en condiciones de vuelo porque implicaría hacerlo de nuevo”, afirmó. Y, por supuesto, hay varios inconvenientes; uno de ellos es que no hay repuestos. La fábrica inglesa ya no existe.
Además, hay que tener en cuenta que este avión hace 40 años que está a la intemperie, por lo que el estado de corrosión de los motores es avanzado. “La cámara de combustión tendría que soportar 2.000 grados y sería imposible. Se derretiría por completo”, puso como ejemplo.
Vicente comprende que sea una de las preguntas más recurrentes, puesto que, hasta ahora, se han hecho cosas impensadas como reparar las manijas de las puertas o el rescate del panel de instrumentos. “Volar es imposible, pero todo lo demás es posible, porque la verdad que hemos demostrado que el cielo es el límite”, dijo con confianza.
Una colección en la cabina de pasajeros.
Dentro del Vickers Viscount funciona una sala de museo con objetos donados y otros que pertenecen a la colección personal de Santiago Vicente, fundador de Memorias de Pluna. Este contó: “Como objetos trascendentes tenemos el manual original de los motores Rolls-Royce y el libro de vuelo original de esta misma unidad cuando volaba en Brasil”. También se pueden apreciar distintas piezas que permiten recorrer la historia de la aerolínea: desde su fundación, al periodio de los Vickers a la fusión con Varig y los últimos años.
Memorias de Pluna tiene más de 15 uniformes de todas las épocas de azafatas, pilotos, copilotos y despachantes. También hay un cartel original del viejo Aeropuerto de Carrasco que dice “Migraciones”, un carrito de valijas original que tiene encima varios bolsos de Pluna. “Tenemos una valija que donó un comisario de abordo que voló con ella durante muchos años que tiene la colección de pegotines de Pluna”, apuntó Vicent. También se pueden ver maquetas.
Dentro Museo Aeronáutico Coronel Aviador Jaime Meregalli hay una sala destinada a la aviación civil y allí hay otra vitrina de Memorias de Pluna con vajilla, folletos, souvenirs, mantas y otros artículos históricos de la aerolínea de bandera uruguaya.