Bricelets: una tradición suiza que llegó con los inmigrantes y sigue viva en Colonia Valdense

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Bricelets. Foto: Archivo

GASTRONOMÍA

Una familia de la localidad elabora las galletas originarias de Suiza para que la costumbre no quede en el olvido.

El brislet o bricelet es una especialidad originaria de Suiza, también muy común en el norte de Italia. La masa es similar a una galleta redonda tipo oblea y aunque en Uruguay no es tan conocido, en un rinconcito del departamento de Colonia hay una familia que las elabora y desde hace un tiempo también las vende, con el propósito de que las nuevas generaciones puedan disfrutar de esta tradición.

Los ingredientes básicos de esta preparación son huevos, manteca, azúcar y harina. No es complicado de hacer, pero hay un pequeño detalle: se necesita una máquina especial, una plancha de hierro que les imprime un diseño particular. Las máquinas que se pueden encontrar en el mercado son eléctricas, pero las auténticas son las de hierro.

Máquina de hierro para hacer bricelets. Foto: Bricelets artesanales
Máquina de hierro para hacer bricelets. Foto: Bricelets artesanales

Con el paso del tiempo y de acuerdo a las diferentes zonas y familias, las recetas pueden variar un poco. Por lo general son versiones dulces, pero algunos pueden ser salados y tener, por ejemplo, sabor a queso. Entre los dulces, están los tradicionales, los de limón, naranja o chocolate y, por supuesto, en Uruguay están los bricelets con dulce de leche.

En Colonia Valdense, ciudad que fue fundada en 1858 por inmigrantes valdenses provenientes del Piamonte, viven Robert y Carolina, una pareja que desde hace un buen tiempo son conocidos por sus bricelets: “No tenemos descendencia directa, pero mi mamá era descendiente de piamonteses, por parte de su madre y de su abuela”, contó Robert a El País.

Justamente fue su madre quien le enseñó a hacer estas galletas tradicionales de Suiza y del norte de Italia, que hoy sigue haciendo junto a su esposa “para que esta tradición tan grande no muera en el olvido”, sostuvo.

La madre de Robert fue quien comenzó el emprendimiento. Foto: Bricelets artesanales
La madre de Robert fue quien comenzó el emprendimiento. Foto: Bricelets artesanales

En la casa de Robert siempre se hicieron bricelets, pero recién hacia el año 2002 empezó a asomar el emprendimiento que hoy llevan adelante: “Mi mamá quería un ingreso extra, por lo que empezó de a poco a hacer los bricelets para vender. Cada vez más, cada vez más, y así comenzó todo esto”, contó.

Mientras la acompañaban, tomaban mate y la ayudaban, Robert y Carolina aprendieron sus trucos y cuando ella falleció a principios de este año, la pareja siguió con el proyecto.

“Yo tengo mi trabajo y mi señora también, pero el resto del tiempo lo dedicamos a esto porque los clientes, la tradición y el negocio están, y sería un crimen que las nuevas generaciones se pierdan de comer los bricelets porque no haya nadie que los haga”, señaló Robert.

Si bien reciben pedidos a través de sus redes sociales y a veces participan en ferias para dar a conocer el producto, Robert y Carolina no se dedican a la venta directa: lo que hacen es trabajar con supermercados o personas que los venden por su parte. Hoy en día se los encargan desde cinco lugares de forma permanente.

“No disponemos de mucho tiempo y hacerlos lleva su trabajo. Cada paquete tiene 10 unidades, y cada vez hacemos una cantidad de masa que alcanza para unos 30 o 35 paquetes. En total lleva unas siete horas para hacerlos. Porque el mismo color que tiene de un lado se lo tenés que dar del otro y demora unos cuatro minutos por cada tanda de cuatro unidades. El que sabe se da cuenta si, por ejemplo, el bricelet no está uniforme. Y tiene que tener siempre la misma calidad; hay que respetar eso”, detalló Robert.

Tradición.

La pareja elabora los bricelets siguiendo la tradición, con la misma base y técnicas que de aquellos primeros inmigrantes que llegaron a Uruguay.
Si bien hay bibliografía que detalla la receta que se usa normalmente y “recetas hay muchas”, Robert explicó que con su madres le dieron “un tinte distinto y la mejoramos a nuestro gusto. Si le agregás más harina no quedan tan crocantes, si le ponés más manteca quedan más crocante, con menos huevo salen más sequitos. Cada uno tiene su estilo”, explicó.

De todas maneras, para que sea un buen bricelet, lo esencial es que sea “extremadamente crocante”, aclaró. Detalló que cuando están apenas salidos de la máquina la masa es moldeable, pero pasados unos pocos segundos “queda como cristal”, por lo que si se le quiere dar alguna forma en particular hay que apurarse antes de que enfríe.

Versión dulce y también salada.

Si bien los bricelets tradicionales siempre se hicieron dulces, también hay salados: “Nosotros toda la vida conocimos el bricelet dulce. Pero los suizos, no sé en qué momento, empezaron a usar la misma base de la receta pero en vez de azúcar le ponían sal. El año pasado recién empezamos a hacer salados”, contó, indicando que tienen sabor queso, orégano, ajo y panceta. Dentro de los dulces, hacen el tradicional, más otros de limón, naranja, canela, coco y marmolados de chocolate.

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